7 Minutos con Dios – Bosquejo

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Bosquejo para sermones, sobre el devocional matutino, debemos recobrar la intimidad de la comunión con Cristo en esos preciosos momentos

En el rato devocional matutino debemos recobrar la intimidad de la comunión con Cristo.  Llámese como quiera: «tiempo de quietud», «devociones personales», «adoración individual», estos minutos sagrados al comienzo de cada día tienen la explicación del secreto íntimo del vivir en Cristo.  Es la hierba de oro que a todos los grandes hombres de Dios, como Moisés, David, los profetas, los apóstoles, los místicos, ricos y pobres, y hombres de negocio y militares.  Cada persona que haya llegado a ser importante en las filas de Dios ha tenido la costumbre del tiempo devocional como una de las propiedades de su vida.

En Salmo 57:7 David dice: «Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto».  Un corazón fijo, decidido, produce estabilidad en la vida. Son pocos los hombres que tienen esta clase de corazón.  Una persona ha sugerido un plan para comenzar y mantener la devoción matutina.

Sugiero que para comenzar, lo hagas con un período de siete minutos.

«Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré» (Salmo 5:3).

¿Cómo utilizar estos siete minutos?  Después de dejar la cama y atender el cuidado personal, habrá que procurar un lugar a solas, en compañía de la  Biblia.  Allí está tu oportunidad: siete minutos con Dios.

(1) Utiliza los primeros treinta segundos para preparar tu corazón.  Agradece a Dios por el buen descanso, y la oportunidad de vivir un día nuevo.

(2) Después utiliza cuatro minutos para leer la Biblia.  Tu necesidad mayor es oír una palabra que venga de Dios, de modo que permite que la Palabra encienda tu corazón.  Léelo en forma consecutiva, palabra por palabra, capitulo por capitulo.  No te apresures, pero evita también que el momento se convierta en un estudio bíblico de algún pensamiento o problema teológico.  Lee la Biblia por el puro gozo de leerla y permite que Dios te hable.

(3) Cuando Dios te haya hablado por su Libro, entonces háblale tú a él en oración.  Tienes dos minutos y medio para la comunicación con él en cuatro áreas básicas de la oración.

Adoración.  Está en la forma más pura de la oración porque está dedicada exclusivamente a Dios.

Confesión.  La palabra «confesión» viene de una raíz que significa «ponerse de acuerdo».  Cualquier pensamiento malo o pecado debe ser confesado y abandonado.

Agradecimiento.  Medita en algunas cosas específicas por las cuales debes agradecer a Dios.  ¿Qué de tu familia, tu negocio, tu iglesia y las oportunidades de servir a Dios?  Agradécela aún por las cosas difíciles.

Súplica.  Pide por los demás…y después por ti mismo.  Esta es la parte de la oración en la que das expresión a tus peticiones.  Incluye a otras personas de otras partes del mundo, tales como misioneros, amigos en lugares distantes y, sobre todo, los pueblos de muchas partes que todo vía no han oído hablar del Señor Jesús.

Siete minutos no es una regla inflexible sino una sugerencia, pues pronto descubrirás que siete minutos no te alcanzan.  Es algo sorprendente: los siete minutos se convierten en veinte, y no mucho después serán treinta los minutos de oro que pasas con él.  No te hagas devoto del hábito, sino del Salvador.  Jesús tenía su lugar y tiempo de orar.

«Levantándose muy de mañana, siendo aún escurro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba» (Marcos 1:35).

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