Nosotros Como Modelo del Pueblo de Dios

El presente estudio nos enseñará como debemos actuar «Nosotros Como Modelo del Pueblo de Dios» es una labor que puede parecer difícil al principio pero después vemos que realmente se convierte en un estilo de vida que lo lleva uno sin darse cuenta.

Tema: El pueblo de Dios

Introducción: Dios en su inmensa sabiduría y poder formó un pueblo para sus propósitos especiales. En su plan perfecto, Él formó una nación por medio de un hombre de fe. Tuvo que llamarlo de un lugar muy lejano, pero Él vio algo en este hombre, vio que era un hombre fiel, obediente, un hombre tan especial que le hizo caso al Dios único y verdadero, pero que no lo conocía y le obedeció razón por lo que lo bendijo y formó un pacto con él, y lo hizo grande y de bendición para todas las naciones, porque de los lomos de este hombre vendría el Mesías, o sea el mismo Dios encarnado.

I. ¿Qué Somos Nosotros?

1Pedro  2:9  “Mas vosotros sois linaje escogido,  real sacerdocio,  nación santa,  pueblo adquirido por Dios,  para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

La plena realización de esto, tanto para el Israel literal como para el espiritual, es todavía futura. Gente santa—“nación santa”, anti típica de Israel, pueblo adquirido—literalmente., “pueblo para adquisición”; es decir, que Dios lo escogió como suyo en particular: Hch_20:28, “ganó” lit., “adquirió”. El tesoro predilecto de Dios. Para que anunciéis—no las propias alabanzas, sino las de Él.

Dios se tomó la molestia de formar un pueblo especial por medio de Abraham porque de él saldría el Mesías. El Salvador del mundo. Y para que por medio de este pueblo se anunciara el evangelio, de Aquel que nos llamó “de las tinieblas a su luz admirable”

¿Cómo escogió Dios este pueblo?

El llamamiento de Abraham

Génesis 12:1-3  “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela,  y de la casa de tu padre,  a la tierra que te mostraré. 2  Y haré de ti una nación grande,  y te bendeciré,  y engrandeceré tu nombre,  y serás bendición. 3  Bendeciré a los que te bendijeren,  y a los que te maldijeren maldeciré;  y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Dios hizo un pacto con Abraham, desde el inicio le dijo que iba a ser de bendición,  y le prometió que iba a engrandecer su nombre y que sería de bendición, y que en él iban a ser benditas todas las familias de la tierra. No por su propio mérito, sino, por el de su Hijo Jesús.

Empero Jehová había dicho a Abram—Agradó a Dios, quien muchas veces ha sido hallado por los que no le buscan, revelarse a Abram tal vez por un milagro. La conversión de Abram es una de las más notables en la historia bíblica. Vete de tu tierra—Probablemente él había llegado al conocimiento y culto del verdadero Dios bastante tiempo antes. Este llamamiento incluye dos promesas: primero, que le mostraría la tierra de su futura descendencia; y segundo, que en su posteridad toda la tierra sería bendecida.

Abram obedeció, y este acto se menciona frecuentemente en el Nuevo Testamento como un caso de fe extraordinario:

Heb 11:8 Por la fe Abraham,  siendo llamado,  obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia;  y salió sin saber a dónde iba.

II. Antes no éramos pueblo

Y se los recuerda Pedro en su carta:

Antes de este llamado este pueblo estaba en tinieblas.

1Pedro 2:10 “vosotros que en otro tiempo no erais pueblo,  pero que ahora sois pueblo de Dios;  que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia,  pero ahora habéis alcanzado misericordia.

Pedro claramente confirma a Pablo, quien cita este pasaje como indicación de la vocación de los gentiles de venir a ser en lo espiritual lo que Israel había sido literalmente, “el pueblo de Dios”. En primer lugar, la profecía se refiere al Israel literal, que ha de ser más adelante plenamente lo que en sus mejores días era sólo en parte, el pueblo de Dios. no habíais alcanzado, etc.—lit., “(Vosotros) los no compadecidos …” Denota que era la pura misericordia de Dios, no sus propios méritos, lo que causó el bendito cambio en su estado; un pensamiento que debe encender en ellos la gratitud viva, que se demuestre tanto en la vida como con los labios.

III. ¿A que nos llamó Dios?

A ser una nación santa.

1Pedro 2:11-17 “Amados,  yo os ruego como a extranjeros y peregrinos,  que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, 12  manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles;  para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,  glorifiquen a Dios en el día de la visitación,  al considerar vuestras buenas obras.

13  Por causa del Señor someteos a toda institución humana,  ya sea al rey,  como a superior, 14  ya a los gobernadores,  como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. 15  Porque esta es la voluntad de Dios:  que haciendo bien,  hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos;16  como libres,  pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo,  sino como siervos de Dios. 17  Honrad a todos.  Amad a los hermanos.  Temed a Dios.  Honrad al rey”.

Hasta el mejor de los hombres, el linaje escogido, el pueblo de Dios tiene que ser exhortado a guardarse de los peores pecados. Las concupiscencias carnales son las más destructivas para el alma del hombre. Es un juicio doloroso ser entregado a ellas.

Hay un día de visitación que viene, en el cual Dios puede llamar al arrepentimiento por su palabra y su gracia; entonces, muchos glorificarán a Dios y las santas vidas de su pueblo habrán promovido el feliz cambio.

Conducta.

Dios nos llama a ser su pueblo en la sociedad en que vivimos. Quiere que seamos testimonio vivo de su amor y de su misericordia para con los pecadores. Esto es porque a través de nuestras vidas Él llama a otros a si mismo. Por eso, nuestra conducta y confesión nunca deben ser piedras de tropiezo para nuestros prójimos incrédulos.

“Mantengan una vida ejemplar”. Nuestro estilo de vida debe de ser nítidamente cristiano, de modo tal que pueda animar a otros a seguir nuestro ejemplo.

Entre los paganos”. Los cristianos viven en casas de vidrio. Están en exhibición. Su conducta, obras y palabras son evaluadas constantemente por los no cristianos que quieren ver si los cristianos viven según lo que profesan.

  Por José Alberto Vega

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Comentario Al NT de William Hendricksen, pag.84

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