La Ley de la Educación (Tomado de “Enseñando Para Cambiar Vidas”)

El presente artículo «La Ley de la Educación» (Tomado de “Enseñando Para Cambiar Vidas”) de Howard Hendricks nos ayudará a comprender en que consiste la verdadera enseñanza. 

Introducción: El autor de este tan importante libro para la enseñanza, nos da en este capítulo dos 3 puntos de suma importancia para la enseñanza, pero hace hincapié en un proceso que produzca cambios en la vida de las personas que han tenido contacto con un maestro que sepa expresar el proceso de tensión que hace que el alumno salga rascándose la cabeza y pensando cómo hará para aprender lo que acaba de recibir, un alumno motivado a aprender. Esto hará que lo aprendido sirva para toda la vida.

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3 Metas para el proceso enseñanza aprendizaje

¿Y qué me dice de usted? ¿Tiene objetivos bien definidos para lo que usted enseña? ¿Sabe cómo impartir una verdadera educación?

Le voy a sugerir tres metas básicas al respecto, y aunque no quiero que usted se convenza de inmediato de su valor, lo desafío a interactuar con ellas. Si reflexiona lo suficiente en ellas y las adopta para su enseñanza, entonces en generaciones subsecuentes habrá personas que se levantarán y lo bendecirán.

Esta afirmación es algo sublime, usted si aprende el proceso será bendecido por sus alumnos.

Meta número uno: Enseñe a las personas cómo pensar.

Si quiere cambiar a una persona permanentemente, asegúrese de cambiar su manera de pensar y no solo su conducta. Si solo cambia su conducta, él no entenderá por qué la cambió. Resulta ser un cambio superficial, y por lo general, de corta vida.

Su meta como maestro es expandir la mente humana, la que a propósito es como una liga de goma; después de que se estira nunca más vuelve a su forma original. Esto lo podemos ver en la vida diaria.

Tenemos el mito que entre más usemos el cerebro, más se va desgastar.

Conozco a muchos estudiantes que temen que si se esfuerzan mucho van a dañar su cerebro… a desgastar ese aparato por el exceso de uso. Pero les tengo una noticia. Una vez le pregunté a un amigo patólogo en Filadelfia:
-¿Has visto muchos cerebros?
-Centenares de ellos -me dijo.
-¿Alguna vez has visto a uno desgastado?
-Nunca he visto uno que ni siquiera esté ligeramente usado me contestó.

Así que atrévase y corra el riesgo, el cerebro entre más se use más se desarrolla.

Ahora, cuando hablamos de expandir la mente, no estamos hablando sencillamente de reordenar los prejuicios. Así es como la mayoría de las personas perciben lo que es pensar. Pero, estamos hablando de un proceso caracterizado por la exactitud… un proceso de sembrar semillas que germinarán -y que interesantemente darán frutos. ¿Cuándo? Usted nunca lo sabe. Esto es lo emocionante de la enseñanza.

Algunos de mis exalumnos se me han acercado para decirme:
-Usted cambió el rumbo entero de mi vida.
-Eso sí me anima -les digo–. ¿Qué dije para cambiar el curso de tu vida? Entonces, repiten alguna afirmación profunda, y tengo que decirles:
-No recuerdo haber dicho eso, pero ¡está tremendo! Déjame anotarlo.

Si se pone a pensar, es muy probable que los maestros que usted recuerda como los mejores en su vida fueron aquellos que sembraron semillas -y hasta la fecha usted sigue recogiendo la cosecha de lo que ellos sembraron.

Nunca se intranquilice tanto por causa de una ocasión de enseñanza específica que se olvide de este hecho: La buena enseñanza -y la verdadera educación- en esencia toma lugar durante una serie de momentos oportunos. Existe una dinámica de oportunidades impredecibles de manera que cuando logramos llegar a la mente y el corazón del estudiante las condiciones favorables para el aprendizaje están presentes.

Marcos 4 es la ilustración clásica-la parábola del sembrador.
Al leer esta parábola descubrirá que solo hay una variable en cada situación que describe Jesús. El sembrador es el mismo y la semilla es la misma, pero en cada caso la clase de tierra-y así la reacción del individuo– es diferente. Todo depende de cómo el individuo responde.

Sea lo que sea que haga, prepárese para explotar estos momentos favorables para la enseñanza; úselos para enseñar a los individuos sensibles a la instrucción a aprender a pensar. Y por favor, dese cuenta de esto: Si les va a enseñar cómo pensar, eso presupone que usted ya sabe hacerlo.

Yo fui cambiado para siempre por causa de algunos de los profesores que tuve en la universidad y en el seminario, y en muchos casos no tuvo nada que ver con la asignatura que enseñaban. P.46,47

Una segunda meta: Enseñe a las personas cómo aprender.

Es decir, desarrolle estudiantes que sepan perpetuar el proceso de aprendizaje por el resto de sus vidas. Piense por un momento qué involucra el aprendizaje. Aprender es siempre un proceso. Se está realizando todo el tiempo. Cada momento que usted vive, aprende y mientras aprende, vive. Deje de aprender hoy, y dejará de vivir mañana. Es por eso que le felicito por leer este libro. Es el mejor elogio que me puede dar acerca de usted mismo. Con mucha frecuencia, las personas en nuestras iglesias que más necesitan aprender son las que raras veces intentan hacerlo. Es interesante, ¿no? Pero usted ha elegido otro camino. ¡Le felicito! Se ha involucrado en el proceso de aprender, y es muy emocionante. Lo mantendrá vivo.

No solo es un proceso emocionante sino también es lógico. Idealmente se compone de tres pasos: Va del todo, a la parte, y vuelve al todo. Esto es lo que llamarnos síntesis. Pasa del gran cuadro a un análisis de las partes –desmenuzándolas, viendo el significado de las mismas a la luz del todo, para volverlas a unir de manera que todos salgan por la puerta pensando: «Ahora lo entiendo y puedo usarlo».

Así que para involucrar a las personas en el proceso de aprendizaje, primero deles la vista panorámica. Algunas personas -listas, con habilidad para expresarse, capaces- han estado en nuestras iglesias durante todas sus vidas y todavía no han captado el hilo del asunto, porque tendernos a especializarnos en el análisis de las partes.

Una vez cuando fui invitado a predicar a una iglesia, los ancianos dijeron:
-Hendricks, ¿nos podría hacer un favor? Prométanos no predicar sobre Efesios.
Decidí bromear un poco.
-¿Saben algo? -les dije-, nunca voy a una iglesia en la cual me digan lo que debo o no predicar.
-Oh, no, no, usted no entiende –dijeron-o Lo que sucede es que nos hemos pasado tres años en Efesios, y apenas estarnos comenzando el segundo capítulo.

Esto es de esperarse… y es por eso que la mayoría de las personas en nuestras iglesias terminan con nada más que doce cestas llenas de fragmentos. Carecen del gran cuadro.

El proceso del aprendizaje no solo es emocionante y lógico, sino que también es un proceso de descubrimiento. La verdad es siempre más provechosa y más productiva cuando uno la ve por sí mismo.

Durante más de tres décadas he estado enseñando en el Seminario Teológico de Dallas una asignatura acerca de cómo estudiar la Biblia por sí mismo. De las asignaturas que he tenido el privilegio de enseñar, esta es la que más he disfrutado. Después de que los alumnos estudian el pasaje de las Escrituras que les he asignado, regresan a la clase y nunca hay suficiente tiempo para que ellos compartan todo lo que descubrieron.

A menudo algún estudiante me desafía en forma amigable:

-Dr. Hendricks le apuesto que jamás ha visto esto -él está pensando que tampoco ni Juan Calvino ni Martín Lutero tuvieron la más mínima idea al respecto. y después de que relata una preciosa verdad extraída del texto, usted nunca ha visto a un profesor de seminario que se emocione como yo.
Pero, ¿qué hacemos algunos de nosotros con una persona como
esta? Le decimos:
–Sí, Guillenno, está bien. De hecho, cincuenta y tres año atrás, cuando primero conocí a Jesús, yo también aprendí esa verdad. Como resultado, la verdad no entusiasma al oyente promedio en las iglesias evangélicas más bien lo entumece. El programa educativo en las iglesias es a menudo un insultoa la inteligencia de las personas. En lugar de enseñarlas a crecer por medio de la Palabra de Dios que realmente es viva, les estamos dando flores recortadas
y marchitas. Nunca han tenido la experiencia de aprender la Palabra de Dios con el método de aprendizaje por descubrimiento…de afirmar por sí mismos:

Esto es lo que Dios ha dicho. Esto es lo que Él quiere que yo haga. iTengo que contárselo a alguien para que también experimente cambios en su vida como los que yo estoy teniendo!»

El tercer objetivo: Enseñe a las personas cómo trabajar.

Este concepto nos regresa al principio de nunca hacer por el estudiante lo que él puede realizar por sí mismo. Si lo hace, hará de él o de ella un incapacitado… un parapléjico pedagógico.

Si alguna vez visitó el Yellowstone National Park , es probable que un guardabosque le diera un pedazo de papel a la entrada del parque. En este papel está escrita con letras grandes la advertencia: «No alimente a los osos».

No obstante, apenas entra en el corazón del parque, ya ve a las personas dándole de comer a los osos. La primera vez que vi esto le pregunté al guardabosque al respecto.

-Señor -me contestó, y eso que usted solo ha visto una pequeña parte del panorama. Describió cómo el personal del parque, durante el otoño y en el invierno, tiene que sacar los cuerpos de osos muertos, osos que perdieron la habilidad de buscar comida por sí mismos.

Yeso mismo es lo que nos está pasando. Quiero hacerle una pregunta. Puede ser que usted mismo se reconozca como culpable, así que amárrese el cinturón. ¿Es usted uno de los culpables? ¿Es usted parte del problema,
o está trabajando en la solución? Nunca olvide que su tarea es desarrollar personas que sean autodirigidas, que sean disciplinadas, que hagan lo que hacen porque ellos deciden hacerlo. Por eso es que yo sugiero que emplee
más tiempo cuestionando respuestas que contestando preguntas.

Nuestra tarea no es dar respuestas rápidas y fáciles, soluciones medicinales que nunca funcionan en la vida real. Es muchísimo mejor tener estudiantes que salgan de la clase rascándose la cabeza con preguntas en las cuales pensar y de las cuales hablar, y ansiosos por solucionar en la semana entrante los desafíos que surgieron durante la lección. Entonces usted sabrá que se está realizando la enseñanza, en lugar de ver bostezos disimulados. y antes de dejar este tema, le aseguro que requiere esfuerzo lograr que las personas trabajen.

Habilidades básicas

Si va a enseñar a los estudiantes a pensar, aprender y trabajar,
entonces ayúdelos a dominar cuatro habilidades básicas: leer, escribir, escuchar y hablar.

Las iglesias evangélicas de hoy necesitan con desesperación personas que lean. Quiero hacer una profecía: Dentro de pocos años, cada vez más iglesias se verán forzadas a enseñar a sus congregaciones ya sea a leer, o a hacerlo mejor.

Un día le dije a una de mis clases en el seminario: «El problema con la persona promedio que sale de la universidad es que no sabe leer, no puede escribir ni puede pensar. Y si usted no puede leer, escribir o pensar, ¿qué puede hacer?»

«Vertelevisión», dijo alguien. Exactamente. Y la televisión está usurpando la educación. Como educador cristiano, y en especial si usted es padre o madre, debe alarmarse ante la realidad de que nuestro pueblo se ha hecho adicto a una droga que se enchufa, y una de las mejores cosas que usted puede hacer es ayudarle a desconectarse. Este triste aparato puede diezmar la habilidad de leer y también las de pensar y crear -las habilidades más esenciales que usted como maestro quiere desarrollar en ellos.

Desde luego, hay mucho en la práctica educacional común que tampoco contribuye al desarrollo de estas habilidades. Mi hijo mayor, Bob, estaba muy ansioso por empezar su primer grado.

-Papá-dijo él-, ¡voy a aprender a leer!
El primer día volvió a la casa y dijo tristemente:
-Papá, no puedo leer.
-Hijo, eso te va a llevar un poco de tiempo-Ie aseguré-, sé
paciente, hijito.

Pero me preocupé al ver que los meses seguían pasando y él seguía sin leer. Fui a hablar con la maestra, una joven adorable, recién graduada de una escuela de educación.
–Oh, Sr. Hendricks, usted no entiende -dijo ella-o Lo importante no es que él aprenda a leer, sino que esté feliz.

-¡Ay, no! -pensé-, estamos frente a un culto a la felicidad. Soportamos esto hasta terminar el curso, cuando finalmente le pregunté a la maestra:
-Señorita, ¿alguna vez se le ocurrió pensar que él estaría más feliz si supiera leer? Tal parece que no.

Pagué seiscientos dólares por un curso correctivo de lectura para mi hijo -los mejores seiscientos que haya invertido porque en la actualidad lee más rápido que yo (lo cual es muy rápido). Y cuando estamos juntos tenemos conversaciones muy estimulantes acerca de lo que estarnos leyendo.

De la habilidad de leer proviene la de escribir. Dé a los estudiantes oportunidades creativas de expresarse en papel. Se quedará fascinado con lo que algunos de ellos pueden producir.

De las otras dos habilidades -escuchar y hablar-, escuchar es la más difícil, el arte mayor y la habilidad más crucial. No obstante, pocas veces enseñamos a las personas cómo escuchar, y peor aún, tampoco les damos el ejemplo.

El ejecutivo promedio emplea setenta por ciento de su tiempo escuchando, para lo cual obtiene poca o ninguna preparación. Vaya a casi cualquier universidad, y no podrá graduarse sin aprobar una asignatura acerca de cómo preparar un discurso. Pero casi ninguna de ellas les requiere llevar una asignatura acerca de cómo escuchar.

Durante años he enseñado cómo hacer discursos, y le digo que es relativamente sencillo enseñar oratoria a una persona -¡pero trate de enseñarle a escuchar!

En el seminario enseñamos homilética-la ciencia de la preparación y predicación de sermones- y el resultado es la predicación. Ahora, la predicación, por supuesto, es un concepto completamente bíblico. No podernos dejar de hacerla. No es una opción.

Pero, ¿de qué vale predicar si nadie escucha? Además, un buen maestro es un buen oyente. No son muchos los que le dirán eso, así que sencillamente créalo.

Y en cuanto a dar un discurso, está es un área de entrenamiento en la cual idealmente los padres deberían comenzar a enseñar desde temprano en el hogar. Sugiero que empiecen por enseñar a sus hijos a ponerse de pie y hablar cuando solo tengan tres, cuatro o cinco años. Más adelante, llévelo a los hospitales o a la cárcel local o a otros lugares donde tengan la oportunidad de articular su fe. Uno aprende a hablar en público haciéndolo.

El fundamento llamado fracaso

El fracaso es una parte necesaria en el proceso del aprendizaje.
Tengo cuatro hijos. ¿Sabe cómo aprendieron a caminar? Un día, cuando todavía estaban en el corral, detrás de las barras, ellos observaron atentamente cómo alguien cruzaba la habitación. Se dijeron a sí mismos: «[Oye, mira esa acción maravillosamente peripatética!» Así que cada uno se paró y dijo: «Ahora debo proceder a caminar». Y desde entonces lo han estado haciendo.

Por supuesto, usted no cree esto. Usted ha visto a un pequeñito ponerse de pie, soltar las manos, dar unos pocos pasos tambaleándose y entonces caerse. De nuevo se levanta y del otro lado de la habitación usted extiende sus brazos y le dice: «¡Ven, Guillennito!» Comienza a venir, pero pronto sus piernas van más rápido que el cuerpo, y se cae al piso.

¿Entonces acaso dice: «¡Qué pena! Yo creo que nunca fui llamado a caminar»? No. Se levanta y camina, y se cae y camina, y mientras más aprende a caminar, menos se cae -aunque nunca llegará el momento en el cual la posibilidad de caerse no este presente. Imagine esta situación: Los discípulos han sido enviados de dos en dos y lo están pasando muy bien. Vuelven a donde está Jesús y le dicen:
-Señor, aun los demonios se nos sujetan.

Pero un día se enfrentan a un caso difícil. No les ha sido posible sacarle un demonio a un niño. El padre del niño, desesperado, va a Jesús y le dice:

-Fui a tus discípulos, pero no pudieron. Así que Jesús saca el demonio.
De seguro, los discípulos llamaron a Jesús a un lado y le dijeron:
-Señor, ¿qué pasó? -Les explicaré -les contesta-o Este tipo de demonio solo
sale mediante oración y ayuno.

Como sucede tan a menudo, el fracaso le proporcionó a los discípulos una de sus mayores experiencias de aprendizaje.

Uno de los estudiantes más brillantes que he tenido es ahora profesor de una universidad prominente, y con rapidez se está convirtiendo en la principal autoridad en su campo a nivel mundial. Él tomó una asignatura conmigo en la cual fracasó por completo. Y hasta el día de hoy él dice que fue la mejor experiencia de aprendizaje de su vida.

Conclusión: Que podemos pensar de este gran libro escrito por Howard Hendricks. La verdad que es una joya, pues nos lleva por el proceso de cómo aprender a enseñar de una manera que sea efectiva y que pueda durar toda la vida en los alumnos. Les recomiendo que lo lean completamente, especialmente si usted es trabaja en la enseñanza.

Tomado del libro «Enseñando Para Cambiar Vidas» de Howard Hendricks, de la p. 45-55

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