Como se Comunica el Hombre con Dios – Estudio Bíblico

Es una onomatopeya. Así designaban a los pueblos que apenas si podían balbucir los idiomas clásicos. Precisa­mente el poeta Ovidio, cuya cultura era muy refinada, cuando fue desterrado a las orillas del Mar Negro, al Ponto Euxino, como entonces decían, escribió que se sentía bárbaro entre los bárbaros, pues nadie compren­día su latín elegante.

Para hablar con Dios, todos los hombres, a pesar de nuestra inteligencia, somos como bárbaros. Apenas sí podemos decirle balbuceos. ¿Qué idioma podrá expresar lo que El es? ¿Qué mente pretenderá dialogar con la in­teligencia divina?

Para hablar se requiere inteligencia. Los animales no hablan. Solo lo hacen en las “tiras cómicas” o en las pelí­culas de Walt Disney, en donde no es raro encontrar un ratón o un pato que se expresen con facilidad. Pero ese es el mundo de la ficción.

Cuando los hombres hablan demuestran inteligencia, así sean primitivos, salvajes.

Bárbaros era el nombre con que los antiguos griegos y romanos designaban a los pueblos no civilizados. 

hablar con dios, comunicacion, Dios

Pero lo que no logra la mente lo consigue el corazón. El traduce con afectos los pensamientos que nuestro lenguaje verbal no logra expresar. Por eso se dan expresiones que no son cerebrales sino volitivas. No importa mucho lo que no se digan dos enamorados que se aman, si lo expresan con sus miradas y con sus besos.

Así en nuestra oración importan menos las palabras que los afectos y los sentimientos: pues hasta nuestros silencios los captan los oídos de Dios.

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.  Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (Romanos 8:16-26)

Es como la voz de un mudo: puede ser solamente un gemido inarticulado, pero el amor de quien lo escucha es capaz de interpretarlo.

Es como el andar vacilante de un ciego, que intenta cruzar una calle. Solo al verlo tantear con su bastón el piso, algún transeúnte “escuchará” la necesidad que tie­ne, sin que siquiera haya hablado, y vendrá a darle la mano.

Es como el paralítico o el manco que silenciosamente esperan que alguien les socorra con alguna moneda, solo porque les vea, en su incapacidad o en su dolor, tender una mirada lastimera desde una esquina concurrida en cualquier ciudad.

Así es Dios con nosotros: nos ve, nos oye y nos responde.

¿Te gustaría anunciar tu empresa aquí? Leer más

¿Qué opinas? Únete a la Discusión