La Belleza de los Proverbios y su Encanto Eterno

En este bello proverbio encontramos una personificación, a la sabiduría, el proverbista le pone voz, pero el que nos habla es realmente Dios.

Los proverbios según el diccionario de la Real Academia Española, es una sentencia, adagio o refrán. “En la forma en que están escritos los definiremos como declaraciones breves y enérgicas mediante las cuales se expresa en forma memorable algún consejo sabio, lección moral o experiencia sugestiva” Los Proverbios tienen varios autores, aunque principalmente es Salomón quien escribió la mayoría. ¿Quien es el autor de Proverbios? A primera vista se puede decir Salomón. Sin embargo el verdadero autor es Dios. Ciertamente, la sabiduría de Salomón era la respuesta de Dios a la petición de Salomón (1 R 3:9).

¿Qué son realmente los proverbios? Realmente el libro de Proverbios es una colección de proverbios. Como dice Shultz “El libro de Proverbios es una soberbia antología de expresiones sabias.”  Esta colección de máximas es un reflejo de la sabiduría para la vida cristiana.

Estudiar Proverbios es de suma importancia porque nos enseña la escritura de los sabios y sus dichos profundos. Además en la forma en que está redactado nos enseña lo que es la poesía hebrea y lo que son las afirmaciones sinónimas, las sintéticas, las antitéticas, etc.

LA_GLORIA_DE_DIOSLa sabiduría clama en las calles, Alza su voz en las plazas; 21 Clama en los principales lugares de reunión; En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones. 22 ¿Hasta cuándo,  oh simples,  amaréis la simpleza, Y los burladores desearán el burlar, Y los insensatos aborrecerán la ciencia?. (Pro 1:20-22)

Pero nuestro Señor nos hace un llamado sublime:

Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras (Una promesa cumplida).

Cuando llegó el día de Pentecostés,  estaban todos unánimes juntos. 2  Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba,  el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3  y se les aparecieron lenguas repartidas,  como de fuego,  asentándose sobre cada uno de ellos. 4  Y fueron todos llenos del Espíritu Santo,  y comenzaron a hablar en otras lenguas,  según el Espíritu les daba que hablasen. (Hch. 2:1-4).

Y nos continúa diciendo:

Dios-hablando“Por cuanto llamé,  y no quisisteis oír, Extendí mi mano,  y no hubo quien atendiese, 25  Sino que desechasteis todo consejo mío 

 Y mi reprensión no quisisteis, 26  También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; 27  Cuando viniere como una destrucción lo que teméis,

 Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.

Muy cierto, el pueblo no quiso escuchar, aun con la promesa del Espíritu Santo. Pueblo duro, al igual que ahora.

Pero cuando Dios nos advierte algo, lo cumple. Y  aun cuando lo llamemos en la aflicción el no responderá porque lo dijo de antemano.

Pro 1:28  Entonces me llamarán,  y no responderé; Me buscarán de mañana,  y no me hallarán. 29  Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová,  30  Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía, 31  Comerán del fruto de su camino, Y serán hastiados de sus propios consejos.

Muy cierto, porque ¿qué podemos hacer de nuestro consejo, podemos comer, podemos hacer algo que valga la pena por nosotros mismos sin el apoyo de Dios? Sin Dios de nuestro lado todo lo que hagamos resultará en vano.

En este proverbio, Dios, como padre misericordioso, le ofrecía a su pueblo un arrepentimiento aun sabiendo que era un pueblo duro. Como dice en Isaías 1:2 en adelante. Es tanta la insensatez del hombre y tan malo se ha vuelto, que hasta los animales son más entendidos que el hombre

Hoy nos pone el gran problema de la ignorancia, porque preferimos seguir a otros, engañadores que hacen falsas ofertas, pero que lo único que nos pueden ofrecer es eso, Engaño.

Porque el desvío de los ignorantes los matará,

Y la prosperidad de los necios los echará a perder;

Pro 1:33  Mas el que me oyere,  habitará confiadamente

Y vivirá tranquilo,  sin temor del mal. (Pro 1:32-33)

Conferencia No 1. Proverbios de Pedro Alfaro, p. 21

Shultz. Sammuel,. Habla el Antiguo Testamento. P. 228

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