“Dios no Perdonará a Alguien Como Yo”

La presente reflexión: “DIOS NO PERDONARÁ A ALGUIEN COMO YO” nos demuestra que Dios sí está dispuesto a perdonarnos, ya lo hizo en la cruz, pero nosotros muchas veces no podemos perdonarnos a nosotros mismos. 

“En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. (Romanos 5:1) NVI.

 mareros, nadie me puede perdonar,

         Muchas veces a nuestra mente llegan pensamientos tales como: “Lo que he hecho es muy terrible…. Temo que Dios no podrá perdonarme”; “Tengo demasiados defectos”; “No soy digno”; “¿Cómo puede Dios amar a alguien como yo?; Temo que soy un caso perdido; “Dios me ha dado oportunidades y no he sabido aprovecharlas, no se si me dará otra oportunidad”.

        ¿De dónde vienen estos pensamientos y dudas? Apocalipsis 12:9-10 describe una de las tácticas de Satanás; nos dice:

“Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”.

Claramente se nos dice que “Satanás engaña al mundo entero”; el versículo 10 le llama “el acusador de nuestros hermanos”, el que los “acusaba delante de nuestro Dios día y noche”. Aunque no puede engañar a Dios, sí nos puede convencer a nosotros con sus mentiras. Tiene razón, hemos pecado, pero miente al decir que nuestros pecados son demasiados para ser perdonados. Si creemos esto, el enemigo logra someternos y paralizarnos con la duda y el remordimiento.

      Muchas veces caemos en las mentiras que el enemigo nos hace creer, y de ahí que surgen en nosotros pensamientos que no nos permiten vivir plenamente. Es importante que tengamos muy claro cual es la actitud de Dios hacia nosotros. En Efesios 2:4-5 nos declara:

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”.

Que buena noticia, nuestro Dios es rico en misericordia y amor para con nosotros y nos ha dado vida juntamente con Cristo. Las palabras misericordia y gracia son dos caras distintas de la misma moneda: Misericordia es la compasión de Dios en retener un castigo merecido y Gracia es el gran amor de Dios en darnos un regalo no merecido, el perdón. Lo mas hermoso de todo es que nuestro Dios en lugar de acusarnos nos justifica, en Romanos 8:33 nos lo dice:

“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica”.

Entonces podemos decir que el deseo de Dios es perdonarnos, Él esta siempre de nuestro lado, quiere perdonarnos y traer paz a nuestras vidas. Cuando tomamos la decisión de hacer a Cristo el Señor de nuestras vidas somos declarados justos, se nos imputa la justicia de Cristo y llegamos a tener paz con Dios, esto según lo que dice Romanos 5:1

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

Esto significa que Dios nos declaró justos con base en la obra de Cristo. No es que seamos merecedores de su justicia. Dios acreditó a nuestra cuenta la justicia de Cristo.

          Ahora, preguntémonos ¿Cómo nos mira Dios ahora? En Romanos 8:1 nos responde:

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. A pesar de nuestras debilidades, nos declara justos.

          En 1ra. Juan 1: 9, el Señor promete perdonarnos y limpiarnos de toda maldad;

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

Ahora bien, si Dios promete perdonarnos y limpiarnos de toda maldad, ¿Por qué es que seguimos recriminándonos y culpándonos después de confesar nuestros pecados? ¿Cuál cree usted que es el problema? Puede que piense que el problema es falta de sinceridad, o que sencillamente que Dios no quiere perdonarle. Mas bien el problema es porque se tiene la mirada puesta en el pecado, en lugar de ponerla en Cristo, en su sacrificio en la cruz. Creen que su pecado es imperdonable, y que por eso no tienen paz en sus vidas. Sabe, no dependa de sus emociones, dependa de lo que Dios promete en su palabra. Hágase la pregunta ¿Qué es más grande, el poder de mi pecado o el poder de la sangre de Cristo? Practique la respiración espiritual: Inhale el perdón de Dios y sus promesas; Exhale confesando sus pecados. Créale a Dios, confié en sus promesas, evite pecar deliberadamente y tenga la certeza de Dios es justo para perdonar y limpiarnos de toda maldad. No se deje engañar con los pensamientos y las mentiras que el enemigo le lance. Lea la palabra de Dios y haga suyas sus promesas; no descuide la oración, reúnase con personas que profesen su fe; siga estas recomendaciones y llevara una vida victoriosa en Cristo Jesús.

Por: Mario Samayoa

¿Te gustaría anunciar tu empresa aquí? Leer más

¿Qué opinas? Únete a la Discusión