El Agradecido – Reflexión

Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz. (Lucas 17:15)

Esta es una de las historias que mas me llama la atención debido a la actitud de un hombre que fue sanado de una terrible enfermedad de su cuerpo.

Yendo Jesús a Jerusalén,  pasaba entre Samaria y Galilea. 12  Y al entrar en una aldea,  le salieron al encuentro diez hombres leprosos,  los cuales se pararon de lejos 13  y alzaron la voz,  diciendo: ¡Jesús,  Maestro,  ten misericordia de nosotros! 14  Cuando él los vio,  les dijo: Id,  mostraos a los sacerdotes.  Y aconteció que mientras iban,  fueron limpiados. (Lc. 17:11-14).

agradecido, orando, Dios

Resulta que nuestro Señor Jesucristo en su recorrido predicando el Reino de los Cielos, iba camino a Jerusalén, y pasaba entre Samaria y Galilea. Entrando a cierta aldea (la Biblia no especifica el nombre de ésta), le salieron al encuentro diez hombres leprosos, que lógicamente se pararon a distancia. Ya que a ningún leproso se le permitía acercarse a personas sanas. Y estos al ver al Maestro, gritaron en voz alta “MAESTRO! TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS! Estaban pidiendo que el Señor se compadeciera de ellos y les sanara. Era tanta la desesperación en que estos pobres hombres se encontraban, sufriendo esa terrible enfermedad, que los tenia aislados de sus seres queridos y de la sociedad.

En cierta forma eran despreciados por los líderes religiosos, ya que suponían que estos estaban así por algún pecado que ya sea ellos o sus padres cometieron. Ante “id y mostraos a los sacerdotes. Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios”. Jesús no les sano como convencionalmente lo hacia, sino que curiosamente les envió a los sacerdotes. ¿Cuál fue la razón de enviarlos a los sacerdotes? Fue para guardar un orden religioso determinado, ellos eran la máxima autoridad; lo hermoso de esta historia, es que ellos obedecieron y comenzaron a caminar donde los sacerdotes, imagino que muchas de las personas que estaban ahí pensaron, ¿Qué pretende hacer el Maestro con enviar a estos diez leprosos hasta los sacerdotes? Pero sucedió lo inesperado, mientras iban quedaron limpios. Ni siquiera alcanzaron a llegar donde los lideres religiosos.

Entonces uno de ellos al verse limpio de su lepra, regreso glorificando a Dios en voz alta, feliz, contento, agradecido. Dice la palabra que este hombre:

Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano; (17:16).

Imagino que los otros nueve, eran judíos. Que actitud más hermosa de este despreciado por los judíos por ser samaritano, su actitud fue de un agradecimiento genuino por el favor recibido. Muchas veces, mis estimados lectores, nosotros recibimos muchos favores de parte de Dios. Él nos guarda del mal, nos sana de enfermedades, nos bendice con trabajo, etc. Y ni siquiera nos damos cuenta de tanta bondad de nuestro Dios. Obviamos su misericordia y se nos olvida rápidamente. Ni siquiera caemos de rodillas agradeciéndole por un nuevo día que nos permite despertar con salud y bienestar. No le agradecemos por las vidas de nuestros hijos y familiares. Simplemente nos vamos buscando “la religiosidad de la vida”; así como aquellos nueve que fueron y quizá se presentaron ante los sacerdotes. Ya que era un requisito presentarse ante ellos después de ser curados de tan terrible enfermedad, para ser restaurados en la sociedad que los rechazaba.

No obstante, aquel extranjero, se dio cuenta de que había sido restaurado físicamente e interiormente, y regreso a darle Gloria a Dios y a postrarse a los pies de Jesús.

Esta reflexión nos mueva a tener un corazón agradecido, por las pequeñas cosas de la vida, así como también por aquellas cosas grandes que el Creador nos permite. No olvidemos fácilmente las misericordias de nuestro Dios, al contrario: POSTREMONOS ANTE SU PRESENCIA CADA DIA Y SEAMOS VERDADERAMENTE AGRADECIDOS.

Por Mario Samayoa

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