4 Miradas a Sodoma – Bosquejo para Sermones

Cita Bíblica: Génesis 13:1–11; 18:20–26; 19:23–29

Introducción:

sodoma, gomorraTodas las cosas son del cristal con que se miran, dice el adagio. Una misma cosa parece ser diferente de la otra, según la opinión, los prejuicios o preferencias del que las juzga; así ocurre sobre todo en el terreno espiritual, lo que para unos es una delicia para otros es un aburrimiento; lo que para algunos es placer resulta para otros un martirio. Todo ello queda ilustrado en el caso de Lot ante Sodoma. En la historia de su vida encontrarnos cuatro miradas diferentes y escalonadas.

1. Una mirada de codicia (la mirada de Lot): esta es la que más de una vez haría desde la montaña el sobrino de Abraham. Se le ha considerado como el heredero natural del hombre de fe, Abraham, rico en bienes materiales por la bendición de Dios. La revelación de Dios le sugirió un atisbo del futuro, le dijo «a tu simiente», pero no le dijo a tu hijo, y es probable que Abraham interpretó esta palabra como «a tu parentela» y Lot podía haber compartido esta riqueza material y espiritual permaneciendo en la montaña cuando los pastores se peleaban, si su corazón hubiese sido como el del patriarca padre de la fe, a quien podía haber dicho: «Bajaremos juntos y daremos testimonio del único Dios verdadero, quizás algunos de estos ricos entenderán acerca del Dios verdadero que te ordenó salir de Ur de los caldeos». Pero no fue ésta la idea producida por las primeras miradas de Lot, quien supeditó lo espiritual a lo material. Esta mirada no le convirtió en malvado, puesto que por 2 P. 2:7, 8 descubrimos que la estancia dentro de la ciudad le producía más bien aflicción. Esto es lo que ocurre siempre, cuando los verdaderos cristianos se mezclan con el mundo y condescienden de alguna manera a su modo de vida.

2. Una mirada de juicio (la mirada de Dios): había otro testigo que miró a Sodoma, aquel de quien dijo el salmista: «Jehová miró desde los cielos…» (Sal. 14:2). «Los ojos de Jehová están en todo lugar…» (Pr. 15:3). La mirada de Dios es escrutadora. Job vio sólo lo externo de la próspera ciudad, pero Dios podía leer los pensamientos penosos de Lot, pero también las orgías y bacanales que se celebraban a puerta cerrada. Los ojos del Señor ven el mundo en sus pecados y a nosotros en nuestra frialdad. Veía a Lot sufriendo y se compadeció para salvarlo de la ruina de la ciudad pecadora.

3. Una mirada de añoranza (la mirada de la mujer de Lot): por la intervención de los ángeles que descendieron a la ciudad perdida, Lot fue sacado de Sodoma, pero aquí encontramos otra mirada, la de la esposa de Lot, que fue una mirada de añoranza por lo perdido. Ella estaba a salvo y debía estar contenta y agradecida de que Dios proveyera para su salvación. ¿Por qué se volvió? Se dijo posiblemente: Quizá no está todo quemado y bajando otra vez podríamos salvar algo. Así es en el día de hoy. El mundo tiene cosas bellas y agradables. ¿He de perderlas por ser un cristiano? ¿No podría ser cristiano de espaldas al Señor y de cara al mundo? No lo decimos, pero alguna sugerencia semejante el diablo puede poner en nuestros corazones: así me libraría del infierno y no me sacrificaría tanto. Quizás no es verdad que esté todo tan corrompido como nos dicen los salmos y las epístolas, quizá podría aprovechar algo.

4. Una mirada de compasión (la última mirada de Abraham): Abraham miró sin duda a Sodoma cuando ya el fuego había producido sus efectos, dado su gran interés por la ciudad, según lo prueba su ardiente intercesión antes de que se cumpliera el juicio divino de Gn. 18:23–32. Y aún más, recordemos cómo Jesucristo mismo declaró en Mt. 11:20–24, acerca del futuro eterno de aquellas almas que no habían sido aniquiladas, sino que su responsabilidad y castigo sería más tolerable en el juicio final que el de los hombres que habiendo conocido el Evangelio redentor no hacen caso de la misericordia de Dios declarada en y por Jesucristo.

Conclusión:

Que Dios nos dé miradas de compasión y acciones que correspondan a esta actitud, para con las gentes perdidas, para encaminarlas a Cristo y al Evangelio Salvador que les permita salir del camino ancho de perdición para encontrar, en Él y por Él, la vida eterna.

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

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