Abraham y Lot – Bosquejo para Sermones

Cita Bíblica: Génesis 13:8–13 y 19:1–8

Introducción:

Contar cómo Dios llamó a Abraham de Ur de los caldeos para hacerle el progenitor del pueblo escogido y de los creyentes del mundo gentil. Hacer notar el noble carácter de Abraham, que dejó una ciudad populosa; su padre, Taré, menos piadoso, le hace detener en Harán. Le sigue su sobrino Lot, pero no vive a su altura espiritual. Bendecidos por Dios, ambos se enriquecen y ocasionan la disputa de los pastores. La tentación de Sodoma, ciudad mundana y envilecida por el homosexualismo. Dios decide destruirla y Abraham intercede; pero no había 10 justos, sólo uno que escapa, perdiéndolo todo menos la vida. ¿Qué aprendemos de esta historia?

Abraham y Lot, personajes biblicos, padre fe1. La gran ventaja de ser cristianos completos: triste es confesarlo, pero hay muchos medios cristianos. Lot era un buen hombre (2 P. 2:8). «Afligía su alma justa», pero no «santa». Santo quiere decir consagrado, separado para Dios. Hay muchos «Lots» entre los cristianos. Defienden el Evangelio, combaten los errores de otras iglesias, no blasfeman, reconocen a Cristo como Salvador del mundo, asisten a la mayoría de los cultos, pero no quieren ser fanáticos… Así era Lot; abominaba la maldad, pero no era un héroe. Dios había llamado a Abraham para vivir por Él, sacrificándolo todo, y así lo hizo (hasta en el caso de su hijo). No fue perfecto. Tuvo sus equivocaciones; bajó a Egipto por temor al hambre, sin confiar en Dios, pero cada caída era para levantarse más. Lot no podía subir de su nivel, era demasiado débil y se dejaba arrastrar por otros. No disfrutó ni de la bendición de Dios ni de la del mundo.

2. Lo bueno de arreglar disputas según Dios: ¿Quién tenía derecho a elegir? Abraham no sabía nada del «Sermón del Monte», y lo practicaba. ¡Cuánto más nosotros! Cristo no buscó su derecho, sino nuestro bien; nos salva y nos dice: «Dame lo que quieras de tu vida, emplea el amor antes que el derecho». Con el derecho se obtiene servilismo, con el amor felicidad. ¿No debemos imitarle en el trato con nuestros semejantes? Pablo dice: «Ninguno vive para sí». Notad el resultado en Abraham: Dios se agradó tanto de esta acción que se le apareció y le ofreció la tierra entera de Palestina (13:14–18). ¿No valía más esta visión que todas las ventajas de Sodoma?

3. El peligro de acercarse al mundo: es posible que Lot fuera arrastrado por su esposa y sus hijas, que no eran solamente débiles, sino mundanas. En los despertamientos hay muchos movidos por lo externo del movimiento y andan un trecho con los cristianos, pero el mundo les cautiva más. La esposa e hijas de Lot encontraron en esta disputa la ocasión de realizar lo que ya estaba en su corazón; vivir en la montaña con el viejo santo, oyendo el bullicio de Sodoma, era aburrido:

a) Hay peligro en tener al lado una persona no espiritual:se necesita ser un héroe. Si es así, el carácter se agudiza y perfecciona, pero si no, la caída es inevitable. Si un cristiano débil quiere perder su alma, que se case con una persona mundana; no es que el hecho sea en sí pecado, pero es muy peligroso.

b) Nótese que Lot y su familia fueron acercándose poco a poco a Sodoma (v. 12). Así hacen algunos, un domingo para el mundo y otro para el Señor. No lo quieren dejar del todo, sino saborear aún las dulzuras espirituales. No quieren perder las promesas de vida eterna, pero Jesús dice: «No se puede servir a dos señores».

4. El desastre de una vida fuera de la voluntad de Dios: un cristiano es una persona que anda por el camino de Dios hacia el Cielo, y dice por fe: «No mi voluntad, sino la tuya». Abraham fue a Egipto, pero volvió. En cambio, Lot, tras sufrir mucho, tuvo que perderlo todo. Fue salvo como un tizón arrebatado del incendio. La suerte de un cristiano mediocre es sufrir mucho o perecer. Veámoslo en el caso de Lot; como era rico, fue nombrado lo que hoy llamaríamos concejal de la ciudad. Se sentaba a juzgar en la puerta, pero era de la minoría y no podía abrir la boca. ¿De qué le servía?

a) El aviso de Dios por medio de la guerra. Dios vino a decirle: «¿Has querido los bienes del mundo?; pues has de participar de su suerte». Pero fue libertado por su tío Abraham. ¡Qué nobleza al renunciar a todos los bienes! ¿No debía añadir Lot: «Tío, me vuelvo contigo al monte»? ¡Cuántas veces el Señor avisa a los que se desvían, por medio de contratiempos o bendiciones especiales! Dios nos tiende la mano en un sentido u otro, para que levantemos nuestras cabezas; pero Lot quedó igual; quizá un poco más respetado por el pueblo, gracias a su tío, pero su posición espiritual fue la misma.

b) Un día descubrió a dos forasteros afines. Sus rostros no llevaban el estigma del pecado: eran ángeles y mensajeros de Dios; pero, ¡qué mensaje tan triste traían! Perdió sus futuros yernos, la casa, los ganados, la misma esposa y, lo que es peor, la bendición divina. ¡Cuán diferente si hubiese regresado con Abraham!

5. La bendición de poner a Dios primero: Abraham, en el caso de Sodoma, eligió el monte, y Dios le prometió todo el país. En el caso de la guerra, no quiso nada, para demostrar que no hizo el acto heroico por codicia, sino por justicia, y Dios, no pudiendo ofrecerle nada mayor que lo que ya le había ofrecido, se le ofrece Él mismo (15:1): «Escudo» fue en la guerra. «Galardón» o premio, en toda su vida y en la eternidad. Siempre hay dos caminos, el que se acerca al mundo y el que se acerca a Dios: ¿cuál seguiremos? El que siembra para la carne, segará corrupción.

Conclusión:

Acerquémonos a Dios al andar por el camino de la vida; aunque tengamos deslices, también los tuvo Abraham en los dos casos de Egipto, y sobre todo en el de Abimelec; pero siempre volvió al lugar donde Dios se le había aparecido. Volvamos también nosotros al tiempo de nuestro primer amor con la misma fe y entusiasmo. Si hay aquí quien no ha encontrado a Dios, debe también elegir. Toda vida ha de tener su galardón, o pasajero o eterno. ¿Renunciarás a Dios por el placer mundano? ¿Por el qué dirán? ¿Escucharás la voz del enemigo?… Te engaña, te fascina para perderte. Dios te ilumina para salvarte. Digamos como aquella santa mujer que es un modelo de fe, tanto para los católicos como para los evangélicos.

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

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