Caín y Abel: El Contraste de la Desobediencia – Bosquejo

cain, abel, bosquejo, desobedienciaCita Bíblica: Génesis 4

INTRODUCCIÓN:

La historia de Caín y Abel contiene simbólicamente un resumen de la raza humana apartada de Dios. Ambos hermanos deseaban hacer una ofrenda al invisible Creador que había estado revelándose a sus padres como una teofanía humana y les había dado instrucciones que poco a poco fueron olvidadas, pero tenemos una evidencia de ellas en la conducta de los dos hermanos. ¿Por qué Abel ofreció un sacrificio cruento y Caín de frutos de la tierra? Si ambos preguntaron a su padre Adán, éste diría:

—No comprendo por qué Dios pidió sacrificar un cordero; pero Él lo dijo antes de nuestra desobediencia, y nosotros debemos obedecerle, no queramos atraer sobre nosotros mayor maldición. Pero Caín posiblemente respondería:
—No quiero creer lo que no comprendo. Los frutos de la tierra son más hermosos que un cordero sangriento.
—Pero Dios habló de un Redentor que heriría al enemigo que nos engañó y aplastaría su cabeza, y Él sabe el porqué.
—Pero la serpiente dotada del don del habla dijo que seríamos como dioses conociendo el bien y el mal. Yo voy a ofrecerle lo más hermoso y que me parece mejor.

—¡Mira que no te equivoques!—podemos imaginar que Adán le diría; pero Caín, genio fuerte acostumbrado a ser el primero, prefirió cumplir su voluntad que aquella revelada a su progenitor, que no comprendía.

Dios tenía un plan: enviar al mundo nada menos que a su Hijo Unigénito a sufrir por los pecadores, y de este modo, confundir a Satanás ante el Universo entero, aplastar su crédito moral y conquistar el amor y gratitud de un pueblo de pecadores arrepentidos que quedaran llenos de gratitud por toda la eternidad. Esto fue expresado en una frase enigmática a Adán (Gn. 3:1, 14, 15). Pero Caín se creía más sabio que lo revelado por Dios y prefirió cumplir su voluntad y engendró una raza de seres desobedientes que tuvieron que ser borrados de sobre la Tierra por el diluvio, pero que siguen su existencia en el Hades misterioso (según 1 P. 3:18–22), y cuyos descendientes (judíos) siguen practicándola a su manera. Continuaron, también, sin comprender el plan de Dios, simbolizado por los sacrificios del antiguo Pacto, hasta la venida de Aquel de quien pudo decir Juan el Bautista: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».

1. ¿Cuáles fueron los frutos de aquella actitud desobediente?

a) La envidia de Caín llega a un punto tan alto que no puede convivir con su hermano. No puede sufrir que otro que él consideraba inferior por ser el segundo en su llegada a la Tierra fuera favorecida y, tras una crisis neurótica que hizo decaer su semblante, asesina a su hermano con alevosía e hipocresía (Gn. 4:8).
b) Trata de engañar a Dios usando una frase insolente (v. 9)
c) Recibe la maldición de Dios y teme (Gn. 4:11–15).
d) Resiste a la misericordia de Dios (Gn. 4:15–16).
e) Duda de la posibilidad de su perdón. Es el primer Judas dentro de la economía divina. Reúne a su familia y huye, amuralla un recinto y funda una ciudad sin religión, donde sus descendientes hacen adelantar la cultura de la hoy llamada Edad de Piedra. He aquí los hechos más destacados de aquella cultura primitiva…

—Un biznieto de Caín descubre el hierro.
—Otro, las flautas y la música.
—Otro, introduce la poligamia.

El egoísmo de Caín pretende encubrir su crimen con la indiferencia. «¿Soy yo guarda de mi hermano?» ¡Cuántos han imitado a Caín! ¿No es ello un retrato de la raza? ¿Fue el diluvio el único castigo de aquella raza?

En tal caso el espíritu de Caín hubiera quedado impune, pues Jesús asegura que para Dios todos viven, pero en condiciones diferentes. Unos con Dios, otros en el Hades, esperando un justo juicio. Hay quienes creen que los hijos de Dios eran ángeles, que engendraron gigantes, pero yo creo que los gigantes físicos de Gn. 6 lo eran por la novedad de la raza sobre el mundo, y que la raza de los desobedientes es aquella a la que se refiere la p. 3:18–22, a quienes Jesús predicó, y todavía están en el Hades, en espera de su juicio según sus obras (Ap. 20:11–15), en un Hades misterioso que desconocemos, ya que habrá en dicho juicio de condenación castigos más o menos tolerables (Mt. 11:20–24).

2. El pueblo de los elegidos (Ef. 1:3–14): es el pueblo que ha recibido con más propiedad el nombre no sólo simbólico sino real de hijos de Dios (Jn. 1:12) y tiene el privilegio de volar a la Casa del Padre (Sal. 90:10; Lc. 23:43 y Fil. 1:23).

CONCLUSIÓN:

Pablo fue un Caín transformado en Abel por el nuevo régimen de gracia que Cristo vino a inaugurar en esta Tierra. Si Cristo no hubiese sido perfecto, si hubiese participado del común sentir del género humano, habría dicho como Caín: ¿Qué me importa el mundo? ¿Soy yo guarda de mis hermanos? Gracias que no lo dijo; y así miles han repetido: Si Cristo murió para hacer a los hombres salvos, muramos nosotros para contribuir a hacer más efectiva su salvación. Caín luchó dos veces con el Espíritu de Dios (anécdota: el hombre que pidió en oración no ser más atormentado por el Espíritu Santo). Oigamos la voz de Dios en nuestras conciencias. Seamos obedientes como Abel, para que nunca tenga que ser nuestra parte con Caín y los desobedientes.

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

Por José Alberto Vega

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