Cómo Saber Pedir a Dios – Bosquejo

¿Por qué pedimos mal? ¿Cómo está nuestra vida?

Tema: ¿Que necesitamos para que Dios conteste nuestras súplicas?

Complemento: Como dejar nuestra vida de pecado para que nuestras oraciones sean contestadas.

Introducción: La mayoría de nuestras peticiones no son contestadas, no porque Dios nos las escuche, sino simplemente porque no llenamos los requisitos mínimos para que sean escuchadas. Vivimos muy apartados de Dios, hay veces que ni siquiera le amamos, no tenemos a su Hijo amado en nuestros corazones.

I. Para empezar ¿Cómo estamos cuando pedimos?

Santiago 4:1  ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?  ¿No es de vuestras pasiones,  las cuales combaten en vuestros miembros? 2  Codiciáis,  y no tenéis;  matáis y ardéis de envidia,  y no podéis alcanzar;  combatís y lucháis,  pero no tenéis lo que deseáis,  porque no pedís.

Stg. Vv. 1-10. Puesto que todas las guerras y peleas vienen de las corrupciones de nuestros propios corazones, bueno es mortificar las concupiscencias que luchan en los miembros. Las concupiscencias mundanas y carnales son males que no permiten el contento ni la satisfacción. Los deseos y los afectos pecaminosos impiden la oración y la obra de nuestros deseos para con Dios.

pedir, saber pedir a Dios, orando

Como podemos pedir, si estamos cargados de pecados, Santiago cita solo algunos de estos:

  1. Vivimos en guerras y pleitos entre nosotros, pero ¿Por qué?
  2. Por nuestras Pasiones. Esta es lucha interior del hombre contra el pecado que mora en él. Como dice Pablo en:

Romanos 7:14 Porque sabemos que la ley es espiritual;  mas yo soy carnal,  vendido al pecado. 15  Porque lo que hago,  no lo entiendo;  pues no hago lo que quiero,  sino lo que aborrezco,  eso hago.

Este solo es el principio del desarrollo del pecado que mora en nuestro interior que hace Pablo, el cual causa estragos en nosotros y no nos deja hacer lo que queremos.

  1. Codiciamos y no tenemos, debido a nuestras bajas pasiones y por el pecado que mora en nosotros.
  2. Que matamos y ardemos en envidia, por lo cual no podemos alcanzar lo que queremos.
  3. Nos mantenemos en constante lucha contra los demás. No tenemos amor al prójimo como nos enseño nuestro Señor Jesucristo.
  4. Pero lo más importante es que no tenemos lo que deseamos, porque no pedimos.

Muestra que el hombre es enemigo de Dios, por más que pretenda llamarse con su nombre, o participar a veces en los actos de adoración. 

II. Pedimos para lo malo.

Santiago 4:3-4  Pedís,  y no recibís,  porque pedís mal,  para gastar en vuestros deleites. 4  ¡Oh almas adúlteras!  ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?  Cualquiera,  pues,  que quiera ser amigo del mundo,  se constituye enemigo de Dios.

Cuando vamos a tener el valor de pedir si sabemos que nuestras oraciones no pasarán del techo. Cuando pedimos casi siempre es para gastar en nuestros deleites pero no para agradar a Dios. Por el eso el Señor nos llama: Oh almas adúlteras” y con razón .

Cuando los hombres piden prosperidad a Dios, suelen pedir con malas miras e intenciones. Si así buscamos las cosas de este mundo, es justo que Dios las niegue. Los deseos incrédulos y fríos oran negaciones; podemos tener toda la seguridad de que nuestras oraciones volverán vacías cuando responde al lenguaje de las concupiscencias más que al lenguaje de las virtudes. 

III. Pero hay una solución para recibir lo que pedimos.

Santiago 5:17  Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras,  y oró fervientemente para que no lloviese,  y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18  Y otra vez oró,  y el cielo dio lluvia,  y la tierra produjo su fruto.

La solución para que nuestras oraciones sean contestadas, es ser justos; y para esto tenemos que recibir a nuestro Señor Jesucristo. Podemos estar bien necesitados y metidos en nuestros deleites, andamos por el mundo prácticamente muertos en vida, pero Cristo nos dio vida.

Efesios 2:1-7 Y él os dio vida a vosotros,  cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2  en los cuales anduvisteis en otro tiempo,  siguiendo la corriente de este mundo,  conforme al príncipe de la potestad del aire,  el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3  entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,  haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,  y éramos por naturaleza hijos de ira,  lo mismo que los demás. 4  Pero Dios,  que es rico en misericordia,  por su gran amor con que nos amó, 5  aun estando nosotros muertos en pecados,  nos dio vida juntamente con Cristo  (por gracia sois salvos), 6  y juntamente con él nos resucitó,  y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7  para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Vv. 1-10.El pecado es la muerte del alma. Un hombre muerto en delitos y pecados no siente deseos por los placeres espirituales. Cuando miramos un cadáver, da una sensación espantosa. El espíritu que nunca muere se ha ido, y nada ha dejado sino las ruinas de un hombre. Pero si viéramos bien las cosas, deberíamos sentirnos mucho más afectados con el pensamiento de un alma muerta, un espíritu perdido y caído.

IV. Pero la oración del justo sí es contestada.

1 Pedro 3:12  Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.

El amor eterno o la buena voluntad de Dios para con sus criaturas es la fuente de donde fluyen todas sus misericordias para nosotros; ese amor de Dios es amor grande, y su misericordia es misericordia rica. Todo pecador convertido es un pecador salvado; librado del pecado y de la ira. La gracia que salva es la bondad y el favor libre e inmerecido de Dios; Él salva, no por las obras de la ley, sino por la fe en Cristo Jesús. 

Cuando dejamos esa vida llena de pecado, alejados de Dios, entonces Dios sí contestará nuestras peticiones.

Comentario Mathew Henry eSword

Ibid eSword

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