Considerémoslas:
1. La fe preciosa (2 P. 1:1): esta fe se caracteriza por las siguientes cualidades…
a) Cree la Palabra de Dios (1 Jn. 5:9–12).
b) Acepta la salvación de Dios (Ef. 2:18).
c) Hace la voluntad de Dios (Mt. 7:21).
d) Soporta la disciplina de Dios (1 P. 1:6, 7).
c) Honra al Hijo de Dios (Jn. 5:23, 24).
Tal es la fe que agrada a Dios (Mt. 8:10; He. 11:5). ¿La poseemos? Dios la cuida celosamente porque es como una planta que se va agotando en el campo del mundo, hasta la Segunda Venida. Jesús dice: «Cuando el Hijo del Hombre viniere, ¿hallará fe en la Tierra?» (Lc. 18:8)…
2. La sangre preciosa (1 P. 18, 19):
a) Los predicadores modernos menosprecian este modo de expresar el sacrificio de Cristo, pero es la palabra simbólica que mejor podían entender los judíos y los primitivos cristianos, y nosotros tenemos que respetarla, pues es la expresión del amor infinito para con los hombres (Jn. 10:17, 18; Ef. 5:2).
b) La sangre de animales no podía ser aceptable sino como representación del sacrificio de Cristo, pues no podía quitar los pecados (He. 10:4–6). La sangre de Cristo era, en cambio, preciosa para Dios, y aun para los mismos ángeles, por ser la única eficaz (He. 10:5–10).
c) Ha de ser preciosa para el creyente, porque nos redimió (Ef. 1:7; Ap. 5:9).
d) Simbólicamente nos limpia, o sea, borra, hace desaparecer los pecados (1 Jn. 1:7).
e) Nos da entrada a Dios (He. 10:19–22)
3. La piedra preciosa (1 P. 2:4–8):
Jesús es comparado también a una piedra, por ser el fundamento de la Iglesia, como Hijo de Dios y Redentor (Mt. 16:16); la cual es…
a) Preciosa a Dios, porque fue elegida por Él (v. 4; 1 Co. 3:11; Hch. 4:12).
b) Preciosa al creyente (v. 7), porque sobre ella puede sentirse seguro (Sal. 40:2).
4. Las promesas preciosas (2 P. 1:4):
a) Las promesas de Satanás nunca se llegan a cumplir.
b) Las de los hombres tan sólo algunas veces.
c) Pero las promesas de Dios se cumplen siempre (2 Co. 1:20). Véanse algunas de sus promesas (Sal. 55:22; Is. 1:18, 55:7; Mt. 11:28; Jn. 5:24, 14:2, 3 y 13:14; He. 13:5; Ap. 2:10).
¿No es cierto que tales promesas son más preciosas que diamantes?
Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:
Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.
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