Cualidades y Defectos de Moisés – Bosquejo

Este Bosquejo para Sermones nos enseña las Cualidades y Defectos de Moisés. Este fue un hombre de fe y muy bendecido por Dios.

Cita Bíblica: Deuteronomio 33:26–29 y 34:1–9

Introducción:

moises, personaje biblico, foto, el libertadorSi algún hombre ha sido elegido por Dios para una grande obra es ciertamente Moisés. Podernos ver la providencia de Dios obrando en toda su vida, desde que sus padres tuvieron que abandonarlo en el río Nilo y lo halló la hija de Faraón que lo ahijó, educándole con toda la sabiduría de los egipcios, hasta el término de su vida en el monte Nebo, cuando Dios le mostró desde la cumbre Pisga toda la tierra de Canaán. Pero escogido no significa perfecto. De él puede decirse lo que escribía Santiago acerca de Elías:

«Era hombre sujeto a las mismas pasiones y tentaciones que nosotros»; pero sus virtudes y defectos nos son dados para nuestra enseñanza, ya que en cada caso trajeron algún resultado, bueno o malo, procedente de Dios. Veamos en primer término:

I.      Sus virtudes

1. Su abnegada decisión: esto aparece, más que en el libro del Éxodo, en He. 11, donde tenemos el resumen de los grandes héroes de la fe dado por inspiración divina, lo que podríamos llamar el punto de vista de Dios sobre cada uno de tales héroes, y es allí donde leemos: «Por fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado». Consideremos cuándo tomó esta decisión:

a) En la madurez de sus potencias, cuando tenía 40 años.

b) Cuando Israel estaba en la más baja condición y situación.

c) Cuando los placeres del pecado eran más fascinantes.

Su decisión fue absoluta. Practicada de un modo que parece—y sin duda fue—equivocado, pero de una manera que no tenía opción a retroceder, pues se hizo enemigo de Faraón y de sus leyes injustas.

2. Amor a la justicia: su actitud fue quijotesca… Primero, al defender al judío apaleado. La misma actitud se muestra en la defensa de las hijas de Jetro en el pozo de Madián. Él tenía que defender al desvalido, fuera como fuera, por más que esto pudiera perjudicarle.

3. Su humildad: ésta aparece en dos momentos cruciales de su vida…

a) Conformándose a ser pastor de ovejas teniendo en su mente toda la sabiduría aprendida en las altas escuelas de Egipto. Es bastante difícil para el hombre culto tomar un trabajo como el de pastorear ovejas; no dijo: «Yo soy ingeniero diplomado en la Escuela de Menfis, sino que aceptó la humillación que Dios puso en el camino de su vida por su providencia. ¿Estaríamos dispuestos nosotros a aceptar tal humillación? (anécdota: el pastor que convirtió a la anciana altiva poniéndose en la cocina y preparándole una taza de chocolate caliente cuando estaba enferma).

b) En su actitud ante el llamamiento de Dios en la zarza. No sabemos si es verdad la tradición que relata el judío Josefo de que Moisés había sido general, pero sabemos que ante el llamamiento divino se consideró inepto e impotente, de modo que Dios mismo tuvo que decirle: «¡Ve, porque yo estaré contigo!»; y más tarde le dijo: «¿Quién dio la boca al hombre?» (Éx. 3:12 y 4:12).

4. Mansedumbre: tuvo la experiencia de ser criticado por las personas desagradecidas y malhumoradas del pueblo, incluso por miembros de su propia familia (Nm. 12:1).

5. Generosidad: «Ráeme ahora del libro que has escrito» (Éx. 32:32). Su amor por el pueblo le llevaba a una actitud semejante a la del apóstol Pablo en Ro. 9:3, a pesar de que Moisés no tenía tanta luz y experiencia espiritual como Pablo, pues vivía en la edad de la Ley, no de la gracia; pero el celo de Dios en todos los tiempos ha dado amor al prójimo.

6. Sumisión: en su larga experiencia de sus tratos con Dios, aprendió la sumisión, de modo que cuando el Señor le negó entrar en la tierra de Canaán por un simple acto de impaciencia, no dijo: «Señor, ¿tan sólo por esto me castigas?; después de haber hecho tanto por Ti, conduciendo este pueblo ingrato por el desierto durante 40 años, y ahora que es el momento de disfrutar de aquello que Tú prometiste y nos hiciste esperar tanto, ¿me lo niegas?» No se rebeló, sino que aceptó el dictamen de Dios, considerándolo justo por venir de quien venía. Pesaba los favores que Dios le había otorgado durante tantos años y juzgaba que sus misericordias habían sido tantas y tan grandes que pesaban mucho más que sus méritos.

7. Fe inquebrantable: la base de todas estas virtudes era su profunda fe; creía que Dios no podía equivocarse, aunque a veces fueran inexplicables sus caminos. ¿La tenemos nosotros?

II.      Sus defectos

1. Era impetuoso y se dejaba arrebatar por la ira. Es lo que ocurrió:

a) Al matar al egipcio.

b) Al romper las tablas de la Ley que Dios había escritoc) Al golpear la roca de Horeb, en lugar de hablar a la roca ordenándole en nombre de Dios que manara agua.

2. Impaciente:

Pensaba hacer las cosas al tiempo que él quería, sin esperar el tiempo de Dios. Esto es lo que demostró en su visita a sus hermanos israelitas afligidos. ¿No nos ocurre también muchas veces a nosotros cuando oramos esperando que Dios obre en algo que nos interesa?

3. Curioso y atrevido

Sus propios privilegios le inducían a este «santo defecto», como algunos lo han llamado. «Hazme ver tu rostro»—dijo al Dios infinito que es espíritu, y no hombre; pero él había oído la voz de Dios y creía que Dios debía ser algún ser humano, como un gigante quien le hablaba. Fue siglos más tarde, cuando Dios se reveló en la persona de Jesucristo, que quedó declarado el modo de ser de Dios (Jn. 4:23, 24). Hasta entonces Dios se había manifestado siempre como una teofanía, y así el mismo Moisés lo había descrito al escribir las historias de Edén, de Abraham, de Jacob, etc. Se ha dicho que a los sabios se les apodera la manía de saber más.

¿Quién no tiene estos mismos defectos? ¿No los tenemos nosotros, todos los que andamos por fe y no por vista? ¿Sabremos andar al paso del infinito? Pero las cualidades que hemos referido, una vez desarrolladas por las pruebas de su vida, llegaron a cubrir totalmente los defectos de este gran hombre de Dios. De modo que cuando Dios tuvo que emitir un juicio acerca de este gran varón escogido, y lleno de fe, juntamente con otros que menciona, dice de todos ellos: «De los cuales el mundo no era digno…»; y añade estas alentadoras palabras para nosotros, que nos revelan un secreto del Cielo: «Todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido»—según ellos se lo imaginaban, podemos añadir nosotros—. Y la Palabra de Dios prosigue: «Porque Dios había provisto para nosotros algo mejor, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros» (He. 11:38–40).

Conclusión:

Hermanos, estamos siguiendo los pasos de estos hombres de fe que fueron aprobados por Dios en la parte que correspondía a su vida humana, y están ahora con El, perfeccionando aquello que no pudieron acabar de aprender en sus vidas humanas. Aquí podemos, y debemos, decir lo que Pablo exhortaba a su discípulo Timoteo: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza rectamente la Palabra de verdad» (2 Ti. 2:15).

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

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