La Entrada Triunfal – Bosquejo para Sermones

Cita Bíblica: Lucas 19:18–44

INTRODUCCIÓN:

entrada triunfal, jesus, asno, burro, pollinoSe trata de la única ocasión en que Jesús se dejó tratar como rey. Antes lo había rehusado (Jn. 6:6). Ahora no. ¿Por qué? Para que fuera un testimonio a los judíos de todos los siglos; que no pudieran decir que nunca se declaró Mesías. Jesús venía de Betania con una compañía de discípulos, a la que se unieron los peregrinos a la Pascua procedentes de Galilea. Otra compañía la formaban los que oyeron decir que Jesús venía a Jerusalén para la Pascua y salieron de Jerusalén para recibirle. La aldea de Betfagé (que significa casa de los higos) era un pueblecito situado en el camino entre Jerusalén y Betania. Al encontrarse las dos compañías y ver a Jesús cabalgando sobre el asnillo de la profecía comentado por los escribas de las sinagogas, pensaron que era el cumplimiento de la profecía y empezaron al unísono con el estribillo «¡Hosanna!», que significa «Salva ahora». Jesús quería salvar, pero no como ellos pensaban. ¿Qué aprendemos de esta historia?

1. La importancia que Jesús da a la Sagrada Escritura: a Jesús le interesaba que la palabra profética se cumpliese. Toda su vida había sido un cumplimiento de profecías que a Él se referían. Aquí mismo había una descripción del Mesías muy significativa…

a) Justo: esto fue toda su vida, de modo que podía decir: ¿quién me redarguye de pecado?

b) Salvador: se ha cumplido más de lo que el profeta podía prever (Lc. 19:10).

c) Humilde: y lo fue, no sólo en esta ocasión, sino siempre (Mt. 11:29).

El mismo acto de entrar sentado sobre un asno es un símbolo real y alguien lo ha considerado como un signo del adelanto lento de su Reino ganando las almas con perseverancia.

2. El privilegio de ayudar al Señor en el cumplimiento de sus propósitos: los dueños del borrico estaban lejos de pensar que su asnillo fuese aquel de la profecía, pero debieron entenderlo cuando los discípulos dijeron: «El Señor lo ha menester». Dios nos ama y espera a nosotros para cumplir sus profecías sobre este mundo, una de las cuales es: «Será predicado este Evangelio en todas las naciones». ¿Le ayudamos con gozo? (anécdota: un labrador alemán, al recibir una moneda de cobre con la efigie de un asno un Domingo de Ramos, hizo promesa a Dios de que todas las monedas que recibiera con aquella efigie las dedicaría, como los dueños del asnillo, al servicio del Señor, pero estuvo indeciso si debía hacerlo al recibir con esta misma efigie una moneda de oro y fue a preguntar a un pastor el significado de la palabra latina que llevaban todas las monedas, y éste leyó: «Nunquam retorsum»; que significa «nunca retrocede»—una de las cualidades de los borricos, es que se resisten a volver atrás—y, después de pensarlo, dijo: «Pues yo tampoco vuelvo atrás, no quiero ser peor que un borrico»).

3. ¿Por qué lloró Jesús? ¡Qué extrañeza e impresión causaría a sus discípulos esta actitud del Maestro! ¿Por qué lloró? Porque sabía el porvenir. ¡Cuántas veces lloraríamos si lo supiésemos, de nosotros o de otras personas! Gracias a Dios porque no nos es dado, pero Jesús sabía:

a) El porvenir inmediato de Jerusalén y de aquellos entusiastas seguidores de cuyas mismas bocas que clamaban «¡Hosanna!» saldría pocos días después la palabra «¡crucifícale!», desilusionados de que Jesús no obrara como el Mesías que ellos esperaban. Eran ciegos a su amor Salvador, pues ya estaba profetizada en Is. 53 la clase de salvación que el Mesías obraría, cargando él mismo sobre sí el pecado de todos.

b) El porvenir de la ciudad dentro de 40 años: aquel monte de los olivos sería un bosque de cruces, levantadas por los conquistadores romanos que asediaban la ciudad hambrienta de Jerusalén. Las crueldades de la guerra no pueden menos que entristecer al Príncipe de paz y amor, de quien cantaron los ángeles como un buen heredero antes de reinar.

c) El porvenir de los siglos del pueblo elegido: aquellos que gritaron «que caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos» no sabían lo que se decían. Los mayores privilegios de Dios se convierten en maldiciones cuando no son reconocidos y apreciados. Mejor les habría sido no ser pueblo elegido pero ¿pueden echar los judíos la culpa a Dios? Así pasa con los que oyen el Evangelio y lo rechazan. Jesús presenta dos caminos (Mt. 7:13–14). (Anécdota: el hombre que tuvo un décimo del «gordo» en su mano y lo cambió por otro en el momento de elegir) Ellos tenían buenas evidencias de probabilidad, y suficientes evidencias tienen los escépticos en nuestros días.

4. Profecía de frases entrecortadas: algunas las comprendemos: «por la sangre de tu pacto serás salva»; se refiere a la redención que obró el Mesías con su sangre, simbolizada en los sacrificios del A.T. ¿Quiénes son estos prisioneros de esperanza? Hay quienes creen que se refiere a los creyentes del Antiguo Pacto, que estaban vivos para Dios, de los cuales el mundo no era digno y se hallaban en el Hades, esperando otro «Domingo de Ramos» que sería la resurrección…

a) La primera entrada al mundo fue en humildad (Zac. 9:9).

b) La segunda, en gloria: «Como relámpago, y con un gran son de trompeta» (Mt. 24:27; 1 Ts. 4:16). Los elegidos de Dios han de venir de diversas tribulaciones, como se ve por los vs. 8 al 11 del cap. 10. El pastor inútil es sin duda el Anticristo y el llanto de los judíos que durante siglos han rechazado al Mesías humilde, se acentuará en la tierra de Israel cuando aparecerá en gloria poniendo sus pies sobre el monte de los Olivos (cap. 14:4).

c) Como en la primera fiesta de Ramos hubo una exultación de entusiasmo al juntarse las dos compañías de discípulos, los que venían de Galilea y los que subían de la ciudad de Jerusalén, así también será en la Segunda Venida, según 1 Ts. 4:16–17. Entonces no serán sólo unos millares de judíos, sino el mundo entero, cansado de sufrir, quien clamará ¡Hosanna! «¡Salva ahora a tu pueblo, Señor!».

CONCLUSIÓN:

Que Dios nos ayude a apresurar este día feliz, colaborando con Dios en la salvación de aquellos que restan para cumplir el número de los redimidos y así preparar el Reino para el «Rey que viene» ¡Que Dios nos ayude a entender sus propósitos y a cumplirlos, que no hagamos llorar a nuestro Rey, sino al contrario, que podamos aclamarle, ya seamos de la compañía de los que como espíritus le acompañarán como cohorte regia, o de los que saldrán a recibirle desde la Tierra. ¿En qué compañía estaremos en aquella gran fiesta? No importa. El día está cerca, Satanás lucha en vano para retrasar su cumplimiento, tal como hizo en su nacimiento y siempre, pero no podrá trastornar los planes de Dios. Preparémonos para aclamar a nuestro Rey.

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

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