Estás en Angustia – ¿Cómo Clamar a Dios?

El presente sermón «Estas en Angustia – ¿Cómo Clamar a Dios? ¿En quién confiamos?» nos ayudará a encontrar una respuesta a nuestros suplicas. Nos enseña que es lo que tenemos que hacer para que nuestro clamor sea escuchado.

Tema: Clamar

Introducción: ¿A quién clamamos cuando tenemos problemas? Al amigo, a la familia, a los hijos. Todo depende en quien tenemos puesta nuestra confianza.

En el programa de “El chapulín colorado” dicen “OH, y ahora quien me podrá defender”

Ilustración: Un día me encontraba desesperado porque ya no tenía fuerzas para seguir luchando contra mi enfermedad, me hinqué y le clamé a ese Dios que tenía poco de conocer, y le dije: Señor ya no aguanto más, ayúdame Señor, en el nombre de tu Hijo te lo pido, amen.

Así de sencilla fue mi oración, pero Dios estaba esperando que yo me declarara impotente, para que Él actuara. Todas las veces que Dios me ha hecho un milagro así han sido mis oraciones. Cuando me declaro vencido, Él actúa.

Cuando me levanté de orar, el diario estaba abierto en mi cama y vi que un anuncio de un neurólogo sobresalía de todos los demás. Ya me habían tratado más de 25 médicos, pero este era el que Dios tenía preparado para que empezara mi milagro.angustia, desesperación, clamor, confiar, Dios

I. ¿A quien debemos clamar? 

Texto base:

Jeremías 33:3 Clama a mí,  y yo te responderé,  y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

Dios nos está haciendo una gran promesa, que si clamamos a Él nos enseñará cosas grandes y ocultas que no conocemos ¿la vamos a aceptar o seguiremos confiando en nuestras propias fuerzas?

Si esperamos recibir el consuelo de Dios debemos invocarlo. Su Palabra nos promete vivificarnos y alentarnos por medio de la oración. Estas promesas nos guían al evangelio de Cristo; y en Él Dios ha revelado su verdad para dirigirnos, y su paz, para tranquilizarnos.

II. Pero debemos ser constantes, no desmayar en nuestro clamor.

El rey David es un ejemplo que me encanta. El nunca dejó de confiar en Dios.

Salmos 5:1-2  Escucha,  oh Jehová,  mis palabras;  Considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor,  Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré.

Dios es un Dios que oye la oración. Siempre ha sido así, y sigue como siempre dispuesto a oír la oración. El principio más alentador de la oración y el ruego más poderoso es mirarlo a Él como nuestro Rey y nuestro Dios. David también ora a un Dios que odia el pecado.

Analicemos lo que le dice David a Dios:

a)    Escucha mis palabras (le está suplicando)

b)    Considera mi gemir (le pide que lo considere, que no lo deje abandonado)

c)    Está atento a la voz de mi clamor (que esté presto a escucharlo)

d)    Rey mío y Dios mío (le gloria y la honra que solo Él merece)

e)    Porque a ti oraré (le dice que solo en el confía)

¿Cuando se comunica David con Dios? ¿Cómo lo hacemos nosotros?

Salmos 5:3  Oh Jehová,  de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti,  y esperaré.

III. David sabía que Dios es  justo y que aborrece la maldad.

Salmo 5:4-6  Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.

David también alaba y ora a un Dios que odia el pecado. Y hace una lista de porqué no serán escuchados:

a)    Dios no se complace en la maldad

b)    El malo no habitará junto a ti

c)    Los insensatos no estarán delante de los ojos de Dios (Dios no verá su causa)

d)    Dios aborrece a todos los que hacen iniquidad.

e)    Destruirá a los que hablan mentira

f)     Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová

Si nosotros todavía hacemos cualquiera de estas cosas Dios no nos escuchará.

¿Cómo podemos hacer para salir de todo esto? El hombre por naturaleza es malo, como dice Romanos 3:10-18:

“Como está escrito: No hay justo,  ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron,  a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno,  no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Y esto erais algunos;  mas ya habéis sido lavados,  ya habéis sido santificados,  ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús,  y por el Espíritu de nuestro Dios. 1 Corintios 6:11

Pero ¿Cómo es que podemos ser transformados en personas que le agraden a Dios?

Romanos 3:21-25 Pero ahora,  aparte de la ley,  se ha manifestado la justicia de Dios,  testificada por la ley y por los profetas la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,  para todos los que creen en él.  Porque no hay diferencia, 23  por cuanto todos pecaron,  y están destituidos de la gloria de Dios, 24  siendo justificados gratuitamente por su gracia,  mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25  a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre,  para manifestar su justicia,  a causa de haber pasado por alto,  en su paciencia,  los pecados pasados.

Ah, entonces la respuesta está en Jesucristo. En el Antiguo Testamento la gente vivía en la dispensación de la Ley, Una dispensación es un periodo de tiempo, durante el cual Dios trata con el hombre de una manera particular. También es un periodo de tiempo de probación que siempre termina con el juicio del hombre por sus pecados. Esta dispensación, cubre el tiempo desde el Sinaí hasta el calvario. Ahora en el Nuevo Testamento, vivimos bajo la Gracia, que es en Cristo Jesús. El la instauró la noche de la Santa Cena.

Asimismo tomó también la copa,  después de haber cenado,  diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre;  haced esto todas las veces que la bebiereis,  en memoria de mí. 1 Corintios 11:25

Pero David le promete algo a Dios por su misericordia:

Salmos 5:7  Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; Adoraré hacia tu santo templo en tu temor.

Esta promesa siempre la cumplió David, ¿estamos nosotros dispuestos a hacer lo mismo?

Le pide que lo guíe en su justicia y lo libre de los enemigos porque en ellos solo hay maldad

Salmos 5:8  Guíame,  Jehová,  en tu justicia,  a causa de mis enemigos; Endereza delante de mí tu camino. Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; Sus entrañas son maldad, Sepulcro abierto es su garganta, Con su lengua hablan lisonjas.

Le pide que castigue al malo

Salmos 5:10  Castígalos,  oh Dios; Caigan por sus mismos consejos; Por la multitud de sus transgresiones échalos fuera, Porque se rebelaron contra ti.

IV. Y cierra con broche de oro

Salmos 5:11-12  Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre,  porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre. Porque tú,  oh Jehová,  bendecirás al justo; Como con un escudo lo rodearás de tu favor.

Tenemos que alegrarnos con voz de júbilo si tenemos puesta nuestra confianza en Dios al igual que David, porque sabemos que Dios nos va a escuchar, porque ya hemos sido justificados por la sangre de Cristo a los que le hemos recibido como nuestro Salvador personal. Y esta debe de ser nuestra certeza que si estamos con Cristo nadie nos podrá vencer. Para los que están escuchando este mensaje y no tienen a Cristo en su corazón deben de recibirlo si quieren ser justificados. Porque nadie puede ser justo si no ha recibido a Cristo como el Señor de su vida.

Si este mensaje a tocado tu alma y quieres recibir a Cristo como tu Señor y salvador personal, haz esta oración con todo tu corazón:

Señor Jesús, yo te recibo hoy como mi único Salvador personal; creo que eres Dios, que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día. Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús, por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador. Amen

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