La Grandeza de Dios El Dueño de Todo – 8 Testimonios

El presente estudio «La Grandeza de Dios El Dueño de Todo» nos muestra que estamos muy equivocados casi todo el tiempo cuando creemos que nosotros somos los dueños legítimos de lo que Dios en su bondad nos ha permitido tener, pero que realmente no somos dueños de nada, que todo le pertenece a Dios.  

Tema: Nosotros no somos dueños de nada

Complemento: Porque Dios en su Grandeza es el dueño de todo

Introducción: Este estudio me lo inspiró una famosa canción cantada por José Luis Rodríguez, “El Puma” donde dice: “Dueño de ti, dueño de nada” y el haber experimentado un drama que te voy a contar a continuación.

Ilustración: Un día me quemé la mano derecha por hacer algo que Dios me había dicho que no hiciera, y le contesté: Señor solo lo haré una vez. El resultado, una gran quemada en la mano derecha por un corto circuito eléctrico. Como no había nadie en mi casa y solo disponía de una bicicleta, ahí iba a las 10:30 pm camino al hospital de emergencia manejando la bicicleta solo con la mano izquierda, el dolor de la mano derecha era insoportable. Cuan llegué había una persona parada a la par de un lugar donde podía encadenar la bicicleta, pero lo más increíble fue cuando me dijo: a ver deme la llave para encadenarla para que no se la roben, la verdad yo no lo hubiera podido hacer solo. Cuando iba por el camino al hospital iba orando y me acuerdo que le decía a Dios: Señor sálvame la mano, Señor que no pierda mi mano. Estando en el hospital esperando que me atendieran, llega un joven que sentó frente a mí, y me preguntó: ¿Qué le pasó? Y le conté que lo que pasaba era por no obedecer a Dios. Y me preguntó: ¿a qué se dedica usted? Y le conté que era comerciante y estudiante de teología, y él me dijo: yo también estudio teología, y fíjese que hace cinco minutos trajeron a otro quemado también por electricidad. Nos pusimos a platicar sobre la desobediencia a Dios y otros temas, como a los 25 minutos el joven fue a ver al otro quemado, y cuando llegó me dijo: Ya se murió. Yo en mi necedad seguía orando por mi mano, cuando de repente oí a alguien llorar y me fui siguiendo el llanto y cuando llegué donde estaba el muerto, había una mujer abrazándole y diciéndole cipote tonto(chamaco, o pibe), te dije que no lo hicieras, en ese momento comprendí que era Dios hablándome a mí. Y me dijo el Señor: no perderás la mano por la necesito para el trabajo que tengo preparado para ti, además no es tuya, es mía, todo tú eres mío, ni lo que crees que son tus hijos son tuyos, ni la casa donde vives es tuya, todo es mío.

I. Todo le pertenece a Dios.

dueño de todo, dueño de  nada

8 Testimonios

1. Testimonio de David en Salmo 89:11-13

Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; El mundo y su plenitud, tú lo fundaste. 12 El norte y el sur, tú los creaste; El Tabor y el Hermón cantarán en tu nombre. 13 Tuyo es el brazo potente; Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

El rey David, que lo considero un hombre muy inteligente porque, aunque era un gran pecador, pero siempre se arrepentía y buscaba el perdón de Dios, además él tenía a Dios en alta estima, él vivía enamorado de Dios, por eso le cantaba y le hablaba como a un amigo. (cf. Salmo 88:1-5).

Oh Jehová, Dios de mi salvación, Día y noche clamo delante de ti. 2 Llegue mi oración a tu presencia; Inclina tu oído a mi clamor. 3 Porque mi alma está hastiada de males, Y mi vida cercana al Seol. 4 Soy contado entre los que descienden al sepulcro; Soy como hombre sin fuerza, 5 Abandonado entre los muertos, Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro, De quienes no te acuerdas ya, Y que fueron arrebatados de tu mano.

El Salmo fue compuesto durante algún tiempo de desgracia nacional, acaso la rebelión de Absalón. Pone en parangón la prometida prosperidad y perpetuidad del trono de David (con referencia a la gran promesa de 2 Samuel 7), con un tiempo, cuando parecía que Dios se había olvidado de su pacto.

Pero debemos de tener presente que aunque este pasaje está escrito en otro contexto, igual aplica a nuestro tiempo.

2. Testimonio por medio de Job 41:11

¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.

Nadie me puede pedir cuenta a mí (“estar delante de mí”, v. 10) de injusto, porque yo le haya retirado los favores (como en el caso de Job); porque nadie me ha hecho deudor suyo previamente, dándome algo que no fuese ya mío. ¿Qué puede el hombre dar a aquel que lo posee todo, inclusive el hombre mismo? El hombre no puede obligar a la criatura que le sea “sierva” (v. 4), mucho menos al Creador.

3. El testimonio por medio de Moisés en Levíticos 25:23

La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo.

La tierra no se venderá rematadamente—o, “cortar completamente”, como se traduce en la margen (de algunos textos). La tierra era de Dios, y, en la prosecución de un propósito importante, él la daba al pueblo de su elección, el cual la poseía meramente como inquilino que no tenía derecho ni poder para disponer de ella para extraños. En circunstancias de necesidad, los individuos podían hacer una venta temporal. En tal caso ellos poseían el derecho de redimirla, en cualquier momento, pagando una compensación adecuada al actual poseedor; y por los estatutos del Jubileo, la recuperaban gratis, de modo que la tierra era enajenable. (Véase una excepción a esta ley, cap. 27:20-24).

Levítico 27:20-24 Mas si él no rescatare la tierra, y la tierra se vendiere a otro, no la rescatará más; 21 sino que cuando saliere en el jubileo, la tierra será santa para Jehová, como tierra consagrada; la posesión de ella será del sacerdote. 22 Y si dedicare alguno a Jehová la tierra que él compró, que no era de la tierra de su herencia, 23 entonces el sacerdote calculará con él la suma de tu estimación hasta el año del jubileo, y aquel día dará tu precio señalado, cosa consagrada a Jehová. 24 En el año del jubileo, volverá la tierra a aquél de quien él la compró, cuya es la herencia de la tierra.

4. Testimonio por medio de Asaf en Salmos 50:9-11

No tomaré de tu casa becerros, Ni machos cabríos de tus apriscos. 10 Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados. 11 Conozco a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.

5. Testimonio por medio de Hageo 2:6-8

Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; 7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. 8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. 9 La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.

El Deseado es el Mesías, nuestro Señor Jesucristo.

Se da aliento a los judíos para que, sin embargo, sigan en la obra. Tienen a Dios consigo, su Espíritu y su presencia especial. Aunque castiga transgresiones, su fidelidad no falla. El Espíritu aún permanecía entre ellos. Tendrán al Mesías entre ellos dentro de poco tiempo más: “El que vendrá”.

Las convulsiones y los cambios tendrán lugar en la iglesia judía y el estado judío, pero primero debe haber grandes revoluciones y conmociones entre las naciones. —Él vendrá como el Deseado de todas las naciones; deseable para todas las naciones, porque en Él será bendecida toda la tierra con la mejor de las bendiciones; largamente esperado y deseado por todos los creyentes. La casa que estaban construyendo deberá llenarse de una gloria mucho mayor que la del templo de Salomón. Esta casa será llena con gloria de otra naturaleza. Si tenemos plata y oro, debemos servir y honrar a Dios con eso, pues le pertenece. Si no tenemos plata ni oro debemos honrarlo con lo que tengamos, y Él nos aceptará.

6. Testimonio por medio de Deuteronomio 8:10-18

Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. 11 Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; 12 no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, 13 y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 14 Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. 15 que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; 16 que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; 17 y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.

Moisés enseña lecciones del pasado de Israel. La nación había experimentado la providencia de Dios mientras estaba en el desierto y no podía cuidarse de sí misma. Esta lección debiera prevenir el pecado del orgullo en sus propios éxitos cuando entre en la tierra y viva en seguridad y prosperidad.

7. Testimonio por medio de 1 Samuel 2:4-9

“Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder. 5 Los saciados se alquilaron por pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece. 6 Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir. 7 Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece. 8 El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo. 9 El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza”.

En todos estos casos, el que humilla y enaltece es el Señor, porque él es el Creador de todo y todas las cosas están sujetas a su dominio (cf. v. 8). Nótese, además, las semejanzas existentes entre este cántico de Ana y el de María en Lc 1.46-55.

8. Testimonio de David por medio de 1 Crónicas 29:10-15

Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. 11 Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. 12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 13 Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. 14 Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. 15 Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. 16 Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo.

II. Conclusión: Nosotros no somos dueños de nada

Como hemos visto en los 8 testimonios anteriores Dios nuestro Señor en su grandeza es el dueño de todo, nos dice por medio de las Escrituras. Nosotros no somos dueños de nada, pues todo lo ha creado Él y para Él.

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