Jesús El Magno Expositor Bíblico – Bosquejo

En este sermón  «El Magno Expositor Bíblico» vemos que es el mismo Jesús quien nos explica en el Nuevo Testamento. ¿Quién no quisiera haber oído al Señor explicar el Antiguo Testamento.

Cita Bíblica: Lucas 24:19–27

INTRODUCCIÓN:

jesus llama a la puerta, jesus toca, magno expositor, bosquejo, jesúsNosotros lo utilizamos algunas veces en aquellos pasajes más escogidos de los profetas o de los salmos, pero acudimos con más frecuencia al Nuevo porque tenemos en esta segunda parte de la Biblia una más rica revelación del Espíritu Santo para nosotros los cristianos de entre los gentiles, que hemos venido a ser el «Israel de Dios». Pero Jesús no tenía otra Biblia que los escritos sagrados de la antigua Ley. Sin embargo, ¡cuán admirablemente lo hizo! En Lucas. 4:17–27

17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos19 A predicar el año agradable del Señor. 20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. 22 Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? 23 El les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. 24 Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. 25 Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; 26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.

Como podemos ver, Él presenta varios ejemplos para justificar la atención que había dado a gente no judía en viajes realizados a pueblos vecinos donde también había hecho milagros (Mr. 7:24-29). Lucas no lo cuenta, pero el discurso de Jesús nos induce a creer que tales sucesos habían tenido ya lugar. El Señor, como «el magno expositor bíblico», era muy oportuno en sus mensajes. En la presente ocasión lo vemos. Se trataba de dos discípulos desalentados por los sucesos de la pasión y Jesús tiene que echar mano no de simples incidentes históricos, sino de un tema que estaba latente en las Escrituras, pero entremezclado en toda la historia de Israel. Veamos cómo procedió…

1. Les abrió el sentido por el Espíritu Santo: esto necesitamos nosotros también para que la gente entienda el mensaje. La oración debe ocupar el primer lugar en la predicación no solamente en el orden ritual, sino en el espíritu y corazón del predicador. Esto es lo que sabemos de todos los grandes despertamientos y de los más significados hombres de Dios en el pasado. ¿Preparamos nosotros nuestros discursos con oración?

2. Les llevó directamente a las Escrituras: a pesar de que no tenía la riqueza espiritual que tenemos nosotros en el Nuevo Testamento. Sabía que las Escrituras eran lo único con que podía convencer a aquellos dudosos discípulos. Por las Escrituras respondió a sus escépticas dudas (v. 21). Mucho más hoy día el recurso de las Escrituras como Palabra de Dios, disipa todas las dudas y resuelve todos los problemas.

3. Dónde empezó el Salvador:

a) Comenzando desde Moisés (v. 27): los libros de Moisés son los más criticados hoy pero Jesús los había usado ya diversas veces directa ó indirectamente diciendo: «Oísteis que fue dicho a los antiguos». El Señor tenía plena fe en la inspiración y veracidad de la Biblia, aunque Él había venido para dar un más alto giro y aplicación a sus preceptos rectificando los de la antigua ley de los rabinos judíos, pero al mismo tiempo dijo que no había venido a abolir lo que procedía auténticamente de Dios, sino a cumplirlo 

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.(Mt. 5:17).

b) Jesús amaba el Antiguo Testamento: lo creía, lo utilizaba, lo predicaba. Nosotros tenemos que hacer lo mismo.

4. Lo que enseñó el Salvador: lo que de Él decían (v. 27). ¿Qué lecciones sacaría el Señor de Gn. 4? El sacrificio de Abel superior al de Caín. De Éx. 12, el sacrificio del Cordero pascual. De Nm. 21, la serpiente de metal. De Sal. 22, Is. 53 y muchos otros pasajes, su sacrificio redentor. Él sabía, sin duda, lo que dice Pedro en

1:10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. 12 A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.1 Pedro. 1:10–12

y se lo podría explicar con tal énfasis que hizo arder los corazones de sus oyentes. Esto debiera ser nuestro objetivo cada vez que damos una exposición bíblica.

5. Cómo lo hizo el Salvador:

a) De memoria. No había biblias de bolsillo con referencias en aquellos tiempos. El Señor citó las Escrituras de memoria, en este caso como en el de la tentación (Mt. 4:6, 10). En el templo (Mr. 12:36). Y estando clavado en la cruz (Jn. 19:28). Es propio que lo hiciera en el camino a Emaús. Sigamos el ejemplo del Señor, aprendamos de memoria trozos de su Palabra, para emergencias, para refrigerio espiritual en la edificación de los creyentes y en la exposición del Evangelio a los que no creen.

b) Con plena convicción de la verdad que anunciaba, ya que todo aquello se había cumplido en sí mismo. Así debemos predicar el Evangelio. Nosotros no somos el Señor ni hemos pasado por sus experiencias redentoras, pero somos redimidos y no debemos cansarnos de repetir nuestras experiencias del poder y la gracia del Señor sobre nuestras vidas.

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

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