La Misión del Señor Jesucristo – Bosquejo

«Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lc. 19:10).

INTRODUCCIÓN:

jesucristo, misión, bosquejoEl incidente del cual este hermoso pasaje de la Escritura es la conclusión, es uno de los más preciosos que se mencionan en los evangelios. Muestra a un hombre que es un pecador procurando ver a Jesús, a fin de conocerle. Ilustra también el hecho de que el Señor está constantemente buscando a los pecadores a fin de salvarlos. Muy bien podemos dar a esta hermosa narración el título «Buscando y Hallando». Zaqueo andaba buscando a Jesús, y el Señor andaba buscando a Zaqueo: ambos se encontraron y la reunión significó la transformación de Zaqueo. Todos los que vengan al conocimiento del Señor Jesucristo y le acepten como su Salvador personal y realmente confíen en él, instantáneamente serán transformados en corazón y vida. Vamos a considerar primero la condición de la humanidad que vive aparte del Señor Jesucristo, y en seguida la misión de nuestro Señor…

1. La condición del hombre por naturaleza:

«Y vio Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la Tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal» (Gn. 6:5). «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso: ¿quién lo conocerá?» (Jer. 17:9). «Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez, todas estas maldades de dentro salen y contaminan al hombre» (Mr. 7:21–23). «Lo que es nacido de la carne, carne es» (Jn. 3:6). «Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede» (Ro. 8:7). «Muertos en vuestros delitos y pecados, andando conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia. En los deseos de nuestra carne y de los pensamientos; por naturaleza hijos de ira. Sin esperanza y sin Dios en el mundo». (Ef. 2:1–3, 12).

2. La condición de los hombres por práctica:

«No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno» (Ro. 3:10–12). «Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Ro. 3:23). «Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento» (Is. 64:6). «El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron» (Ro. 5:12). «Todos hemos pecado», declara la Palabra de Dios respecto de la humanidad que vive aparte del Señor Jesucristo. Esta declaración es final e indisputable. La humanidad «está destituida de la gloria de Dios». La norma de Dios es su propia gloria; y el Señor dice que la humanidad «está destituida de la gloria de Dios» La ruina de la humanidad es enteramente universal. El hombre está perdido. A menos que el libramiento divino venga al hombre, éste está enteramente perdido.

3. La Misión del Señor Jesucristo:

«Vino a buscar y a salvar lo que se había perdido». ¡Qué maravilla! El Hijo de Dios dejó las glorias del Cielo y el seno de su Padre para venir a esta Tierra, humanarse para tener carne y sangre a fin de salvar a la humanidad perdida. «El cual siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios. Sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y halladoen la condición como hombre se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Fil. 2:6–8).

a) Nació para ser el Salvador: «Y llamarás su nombre Jesús porque Él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1:21). «Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor» (Lc. 2:11).

b) Él es el Salvador del mundo: «Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo» (Jn. 4:42).

c) Murió para ser el Salvador: «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en el creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn. 3:14, 15). Y Pablo nos dice: «El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación» (Ro. 4:25). «Luego mucho más ahora justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más estando reconciliados, seremos salvos por su vida» (Ro. 3:9, 10).

d) Dios lo levantó de los muertos para ser el Salvador: «A Éste ha Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados» (Hch. 4:31). «De la simiente de éste, Dios, conforme a la promesa, levantó a Jesús por Salvador a Israel» (Hch. 13:23).

e) Él es el único Salvador: «Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del Cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hch. 4:12).

4. Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores:

«Palabra fiel y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero» (1 Ti. 1:15). Estas palabras expresan el propósito por qué Cristo Jesús vino al mundo. Él vino para «salvar a los pecadores». No vino a ayudarlos para que se salvaran ellos mismos, tampoco vino para salvarlos a medias, sino para salvarlos completa y eternamente.

a) Lo que el hombre puede y debe hacer: recibir al Señor Jesús. Cuando Zaqueo oyó la voz del Señor que le dijo: «Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa», entonces Zaqueo «descendió aprisa, y le recibió gozoso». Esto fue lo mejor y lo más grande que pudo hacer. Esta fue la única cosa que le pudo ayudar en su condición pecaminosa. Si él hubiese rechazado al Señor, Zaqueo hubiera permanecido en su pecado y, por lo tanto, su alma se habría perdido por toda la eternidad. Las buenas obras, la religión, el ritualismo y el ceremonialismo no le hubieran ayudado a salvarse. Lo único que le podía ayudar era recibir al Señor Jesús. Hizo esto y fue salvo, porque escrito está: «Mas a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre» (Jn. 1:12).

b) Esto es lo que el pecador necesita hacer hoy: Dios ha hecho todo lo necesario para la salvación de los hombres. El Señor ha acabado la obra que su Padre le dio que hiciese (Jn. 17:4). Antes de morir en la cruz, dijo: «Consumado es» (Jn. 19:30).

c) Recibir al Señor Jesús equivale a creer en Él: lo recibimos al creer en Él. La fe es uno de los principios fundamentales de la doctrina de Cristo (véase Hch. 24:25; Gá. 1:23). Se dice que la palabra griega que se traduce fe ocurre 243 veces en el Nuevo Testamento. La fe es absolutamente necesaria para la salvación. «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado» (Mr. 16:16). «Empero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» (He. 11:6). «Porque por gracia sois salvos por la fe» (Efe. 2:8). «Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lc. 19:10).

CONCLUSIÓN:

Recibe al Señor Jesucristo en tu corazón como a tu único y suficiente Salvador, y serás salvo.  

Un hogar sin libros es una casa sin ventanas. La Biblia en un hogar es una ventana en el techo por donde entra la luz del Cielo. El hogar es lo único que los hombres pudieron salvar en la catástrofe de su rebeldía en el Edén. El hogar será lo que se recobrará en el Cielo un día, pero el Hogar Perfecto y glorificado, por la presencia del Padre Dios.

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

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