La muerte: El Camino que Todos Llevamos – Bosquejo

Tema: La vida eterna.

Objetivo: Enseñar a estar preparados para el día de la muerte

Introducción: El hombre en su superficialidad nunca piensa en las cosas que si importan. El hombre casi nunca profundiza en nada, vive en la vanidad de la vida, ni siquiera piensa en que llegará la muerte como algo seguro, y que después de ésta, viene el camino que todos emprenderemos si, al cielo con Dios, o al infierno, a sea, a la vida eterna con Dios o a la condenación eterna. Pero para el hombre natural esto no significa nada, vive solo por vivir, sin importarle nada su destino eterno.

Dios continuamente nos está hablando, para amonestarnos, para recordarnos de su existencia, de que lo busquemos con diligencia. Nos habla de diferentes maneras, por medio de la naturaleza (revelación general), por medio de su Palabra o revelación especial. El quiere que ninguno perezca, que todos los hombres lleguen al arrepentimiento, que todos se salven por medio de su Hijo.

Dios,  habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,  a quien constituyó heredero de todo,  y por quien asimismo hizo el universo; el cual,  siendo el resplandor de su gloria,  y la imagen misma de su sustancia,  y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,  habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo,  se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. (Hebreos 1:1-3)

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Por eso tuvo que venir Cristo, para salvar lo que se había perdido. Y cuando estuvo en la tierra nos reveló el camino para tener la vida eterna. El dijo:

Y diciendo: El tiempo se ha CUMPLIDO y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio. Mar. 1:15

Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Mat 3:2

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Mat 4:17

Nadie puede tener excusa de que no sabía como tener la seguridad de la salvación. ¿Pero que sucede cuando el hombre piensa en la muerte? se sobrecoge de temor, el hombre por naturaleza le tiene miedo, sin pensar que es el camino que todos llevamos. Debemos saber que habrá un momento para todos y cada uno de nosotros, sin excepción, que un día terminará todo lo terrenal, todo lo que podemos ver; y es entonces que viene lo que no podemos ver. Con la muerte se termina es­te mundo bullicioso, lleno de afán y  superficialidad, lo que llena posi­blemente todas nuestras horas.

Todos estamos afanados por el mundo del conocimiento,  de los viajes, del arte, de la música,  del trabajo, de los espec­táculos, de la política, de los vestidos, de los restaurantes,  en fin el mundo de las ilusiones, de los afanes y la vanidad de la vida. Pero nadie piensa en la otra vida, de la vida eterna, lo que realmente importa.

Palabras del Predicador,  hijo de David,  rey en Jerusalén. Vanidad de vanidades,  dijo el Predicador;  vanidad de vanidades,  todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va,  y generación viene;  mas la tierra siempre permanece. Eclesiastés 1:1-4

En esta tierra todo es transitorio, no estamos para vivir aquí eternamente, como dice la Palabra que somos extranjeros y peregrinos, que nuestra ciudadanía está en los cielos:

Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma. 1 Pedro 2:12

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Filipenses 3:20

Que debemos de preocuparnos por lo que si importa, por la vida eterna.

Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios,  tenéis por vuestro fruto la santificación,  y como fin,  la vida eterna. Romanos 6:22

¿De que tenemos de preocuparnos? Y ¿Qué hacer para estar preparados? La respuesta es sencilla, pero es lo que el mundo está renuente a aceptar. Para poder ser liberados del pecado y  tener la seguridad de la vida eterna.  El camino es Jesús.

Jesús le dijo: Yo soy el camino,  y la verdad,  y la vida;  nadie viene al Padre,  sino por mí. Juan 14:6

Ahora ¿Qué necesitamos para ser liberados del pecado? La respuesta es nacer de nuevo:

Respondió Jesús y le dijo:  De cierto,  de cierto te digo,  que el que no naciere de nuevo,  no puede ver el reino de Dios. Juan 3:3

Jesús se lo recalca a Nicodemos, un principal de los sacerdotes de Israel, pero que no comprendía el siginificado del “nuevo nacimiento”, como muchos en este tiempo no lo comprenden.

Nicodemo le dijo:  ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?  ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre,  y nacer? Respondió Jesús:  De cierto,  de cierto te digo,  que el que no naciere de agua y del Espíritu,  no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,  carne es;  y lo que es nacido del Espíritu,  espíritu es. No te maravilles de que te dije:  Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere,  y oyes su sonido;  mas ni sabes de dónde viene,  ni a dónde va;  así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo:  ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo:  ¿Eres tú maestro de Israel,  y no sabes esto? (Juan 3:4-10-10)

Pero nuestro Señor nos recalca que es necesario dar este paso:

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:7

Esta es una necesidad para cada uno de nosotros, debemos de nacer de nuevo para no tener que preocuparnos de la condenación eterna, pues, al nacer de nuevo o sea recibir a Cristo en nuestros corazones y hacerlo el Señor de nuestras vidas, no importa que venga la muerte física porque ya tenemos preparada una morada en los cielos para pasar una vida eterna con Dios.

Y este es la camino que todos llevamos.

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