La Oveja Perdida – Bosquejo

«¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?» (Mt. 18:12).

INTRODUCCIÓN:

Encontramos esta sencilla parábola, o más bien diremos germen de parábola en una forma más extensa, como la primera de las tres incomparables parábolas que se encuentran en el cap. 15 del evangelio de Lucas.

Quizás nuestro Señor repitió la parábola más de una vez. Es una revelación de lo más profundo de su corazón, y por lo tanto, una revelación del mismo corazón de Dios.

oveja, jesus, descarriadaToca las fibras más profundas de su relación con los hombres y presenta los pensamientos de él, en tal forma que ningún hombre había osado imaginar. Hace todo esto por medio de una imagen sencilla y por medio de la apelación a los instintos más puros.

El pastor más sencillo busca su oveja perdida. ¡Y cuánto regocijo se siente cuando uno halla una cosa perdida! Puede ser que las cosas pérdidas no sean tan valiosas como las que no se han perdido.

Sin embargo, aunque no sean muchas las ovejas que se han perdido, y una solamente sea la descarriada, se experimenta un gozo más profundo por la recuperación de una, que por la posesión de las noventa y nueve que no se descarriaron.

Ese sentimiento en un hombre puede ser únicamente egoísmo; pero, por corriente que parezca, cuando el que pierde es Dios, y los perdidos son los hombres, dicho sentimiento llega a ser un medio para proclamar e ilustrar esta verdad concerniente a Dios, la cual ninguna religión, excepto la de la cruz, ha sido bastante audaz para proclamar: Que Dios se preocupa más por los descarriados que él se regocija más por el regreso de uno que se descarrió, que por los noventa y nueve que nunca se han descarriado. Hay algunas diferencias significativas entre este relato de la parábola y el que está en el evangelio de Lucas.

Allá, en el de Lucas (15:1–7), se relata la parábola para vindicar 13 acusación de que Cristo se relacionada con los publicanos y los pecadores; y aquí, en el relato de Mateo, se menciona para señalar la lección de que no debe despreciarse al último y más insignificante de los hijos de los hombres. Allá, el pastor que busca es claramente Cristo; aquí, el Pastor que busca es más bien el Padre celestial; esto se colige por las palabras del siguiente vs.: «Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los Cielos, que se pierda uno de estos pequeños» (Mt. 18:14). Allá, según Lucas, la oveja está perdida; aquí, según Mateo, la oveja se descarría. Allá, según Lucas, el pastor la busca hasta que la encuentra; aquí, según Mateo, el pastor, probablemente, no la encuentra, pues nuestro Señor dice: «Y si acontece que la encuentra…».

Pero no voy a aventurarme en todos los pensamientos que sugiere esta parábola, ni siquiera voy a tocar la lección principal que enseña. Solamente deseo considerar las dos figuras: la oveja descarriada y el que la busca…

1. Lo que representa la oveja descarriada:

Casi es innecesario que recordemos la aplicación inmediata de la parábola que encontramos en el evangelio de Lucas; las noventa y nueve eran personas respetables; ellas creían que los publicanos y las rameras eran demasiado corrompidos aun para tocarlos; y consideraban como dudosa la conducta de parte de este joven Rabí de Nazaret al mezclarse con aquellas personas de reputación dudosa, con quienes nadie que se considerara impío podría relacionarse. Jesús vindicó su actitud dando a entender que él, en realidad, era un Pastor. Por supuesto que un pastor va tras de las ovejas perdidas y cuida de ellas. No pregunta cuánto valen ni ninguna otra cosa respecto de ellas. Sencillamente sigue a la oveja perdida porque se halla perdida. Puede ser un pobre animalito, pero está perdido, y eso es suficiente. Y así se vindica él mismo ante las noventa y nueve, y con su actitud les hace entender que ellos no lo necesitan, porque no están perdidos; y que aunque él los estima según el valor que ellos mismos se han adjudicado, la misión de él es para con los descarriados. Sin embargo, al examinar más de cerca y profundamente los hechos del caso, tenemos que reconocer que las noventa y nueve también eran ovejas descarriadas, y que todos los hombres están descarriados si se usa esta parábola en su significado más amplio. Recordando pues, esta aplicación universal de la parábola, señalaré dos o tres cosas acerca de la condición de estas ovejas descarriadas, que incluyen a toda la raza humana. Las noventa y nueve pueden representar para nosotros una gran cantidad de seres celestiales no caídos, cantidad inmensamente más grande que las multitudes de almas descarriadas que han vivido aquí a través de las edades y que han sido víctimas del pecado y la aflicción; pero esto no nos preocupa por ahora. 

a) Notemos en seguida el cuadro de la oveja descarriada: la palabra significa literalmente «que se descarría», no «que se ha descarriado». Describe el proceso del descarrío, no el resultado a que ha llegado. Vemos a la oveja, pobre e incauta criatura que no va a ningún lugar en lo particular, pero que viendo por allí un poco de pasto verde y agradable va errante a ese lugar, ve más allá un poco de tierra donde el caminar es fácil, y allá va; y así, paso a paso, sin intentarlo prosigue sin saber a dónde va, y sin saber que va a un hogar definido. La oveja va alejándose hasta que al final se encuentra fuera de su camino en una colina (ya que generalmente las ovejas se conservan en la falda de las colinas, como cualquier pastor podrá afirmarlo). y entonces comienza a balar. Y siendo la oveja la más indefensa de todas las criaturas. temblando y excitada se precipita entre las espinas o los abrojos, o se sume en el cieno o en alguna otra parte, y nunca encuentra su camino para volver por sí misma, sino hasta que alguien viene por ella. Así como las ovejas, nos dice Cristo, muchos de vosotros no intentáis errar; ni dirigir a ningún lugar en lo particular; no iniciáis vuestro camino con ningunas intenciones de hacer el bien o el mal, de conservaros cerca de Dios o de alejaros de él; pero vosotros sencillamente vais a donde el pasto es más dulce, o el caminar mas fácil; y entonces reconocéis a qué fin habéis llegado: Os habéis alejado de Dios.

b) Ahora, si tomamos la serie de parábolas que se encuentran en Lc. 15, y leemos las historias que hay allí, veremos tres diferentes aspectos del proceso por el cual el corazón del hombre se descarría y se aleja de Dios. Allí tenemos a la oveja que se descarría: Ella representa al hombre que está parcialmente consciente y que puede actuar, en parte, de acuerdo con su voluntad, pero que con el transcurso del tiempo se rinde a sus inclinaciones y a la tentación. Luego tenemos la moneda que cae rodando, queda escondida debajo de algún mueble, y se pierde: Esta ilustración describe al hombre sin voluntad, quien a veces casi mecánicamente cae en pecado, se sumerge en él, y queda cubierto con el polvo del mal. Después está la peor de todas las descripciones: el muchacho que tenía pleno conocimiento de lo que estaba haciendo…

—Me voy a un país lejano; no puedo soportar aquí mas tiempo. Se me han puesto muchas restricciones, y no gozo de ninguna libertad.

No se me permite hacer lo que yo quiero; y siempre estoy obligado a obedecer y a depender de mi padre para que me dé dinero. Quiero que me dé lo que me pertenece, para bien o para mal, y que se me deje ir. Esta ilustración describe la peor manera en que el hombre puede descarriarse: Un hombre que se halla en estas condiciones sabe lo que está a punto de hacer, medita en las restricciones misericordiosas de la ley de Dios, y dice: 

—No. Mejor deseo estar lejos de aquí; prefiero ser mi propio amo, y no estar todo el tiempo encerrado y confinado a estas limitaciones.

c) El descarrío medio consciente de la oveja parece ser el mas inocente, pero lleva a la pobre oveja tan lejos del pastor, como si lo hubiera hecho con todo conocimiento de causa, y de manera voluntaria. Aprendamos la lección. En un mundo como éste, si un hombre no sabe claramente a dónde va, seguramente se dirigirá hacia lo malo. Si nos proponemos hacer lo contrario a la voluntad de Dios, y rehusamos seguir sus pisadas e imitar su vida ejemplar; y si nuestro propósito principal es obtener pastos suculentos para comer y lugares fáciles por donde caminar, seguramente nos descarriaremos trágicamente de todo lo que es recto y noble y puro. No podremos disculparnos, diciendo: «No quise hacerlo; no intentaba hacer nada malo; solo seguí mis propias inclinaciones». Más desgracias se labra el hombre para si mismo y para otras personas, por su falta de consideración y reflexión, que por su falta de voluntad. La oveja desde que inicia su jornada ya se ha descarriado; aunque no haya sido ésa su intención. Jóvenes que comenzáis a vivir, recordad y aprended esta lección. Pero después hay otra cosa que deseo discutir por un momento. Nuestro texto dice: «Va por los montes a buscar la que se había descarriado», pero el original lo dice de manera más correcta: «y busca la que se está descarriando».

d) Ahora, observemos cuál es la diferencia entre estas dos expresiones. La primera sugiere que el proceso ya está terminado; y la segunda sugiere que todavía está verificándose. Y es en esto en lo que deseo hacer hincapié: en el carácter terrible y necesariamente progresivo de nuestro descarrío de Dios. Un hombre no podrá vencer la distancia que lo separa del Padre, si ha vuelto de él su rostro y se aleja de él más y más. Cada momento aumenta la separación. Dos líneas que empiezan a separarse en el ángulo más agudo, divergen y van separándose más mientras más se vayan extendiendo. Así acontece con los hombres: Unos estarán al lado del trono de Dios, y los otros en las profundidades del infierno. De esta misma manera el texto que nos ocupa enseña con una sola sílaba la tremenda lección: La oveja no se ha descarriado, sino que está descarriándose. ¡Qué terrible es pensar que algunos diariamente y a cada hora aumentan la distancia que los separa del Padre misericordioso!

e) Ahora, la última cosa que tenemos que mencionar con respecto a esta parábola es el contraste entre la descripción que se da de la oveja descarriada en nuestro texto, y la que se da en el evangelio de Lucas. Aquí en Mateo, se representa como que está descarriándose y allá se representa como perdida. Esto es hermoso y tiene un significado que con frecuencia dejan pasar inadvertido los que leen la parábola rápidamente. ¿Quién es la que se ha perdido? Hablamos acerca del alma. perdida y del hombre perdida como si el hombre se hubiera perdido a sí mismo; y esto es verdad, y una terrible verdad. Pero ésta no es la enseñanza que debe desprenderse de esta parábola y que se desea que nosotros obtengamos de ella. ¿Quién es el que ha perdido la oveja? Aquel a quien pertenecía. Es decir, que cuando un corazón se aparta de Dios y se enreda con los tesoros y placeres de este mundo, y se aleja así de la lealtad, la confianza, y el compañerismo del Dios vivo, Dios el Padre se considera a sí mismo como infeliz, entristecido por uno de sus hijos, es decir, por la pérdida de una de sus ovejas. Él no quiere poseernos por fuerza, porque fuimos comprados por Él, o porque es poderoso o por ley. Él desea que nosotros lo amemos. En el corazón divino hay algo que lo hace ir tras de su propiedad perdida. Aquí tocamos cosas profundas de las cuales no podemos hablar inteligiblemente; pero recordemos esto: que aquello que el hombre califica como preocupación, es la manifestación. más pura del amor de Dios: y que en toda la revelación que el cristianismo haga del carácter de Dios no hay nada mas maravilloso que esto: que Dios considere que ha perdido a su hijo, cuando sus hijo se ha olvidado de amarle.

2. Consideremos lo que representa el buscador:

Para terminar, haremos una o dos declaraciones en relación con el buscador. Dijimos que en uno de los aspectos dé la parábola el Padre se destaca más, y en el otro se destaca más el Hijo quien se describe como buscando a la oveja. Pero estos dos cuadros todavía coinciden en esencia, puesto que el plan de Dios para ir en busca de las pobres ovejas descarriadas, que somos nosotros? incluye la obra expiatoria de su amado Hijo Jesús.

a) Según las palabras de nuestro texto, Dios deja las noventa y nueve y va a las montañas donde se halla la oveja descarriada. Es así como, de una manera velada digamos a entender el gran misterio del amor divino, manifestado en la encarnación y el sacrificio de Jesucristo nuestro Señor. Esta es la respuesta que el cristiano evangélico debe dar cuando se enfrenta ante esta afirmación sarcástica: «Vosotros habéis de tener en un alto concepto la naturaleza humana, y debéis poseer una idea arrogante de los habitantes de este pequeño planeta, que como un grano de arena flota en la inmensidad de los Cielos, si creéis que con todos estos millones de cuerpos celestes, la misma divinidad vino a éste pequeño planeta, tomó vuestra naturaleza y murió».

b) Cristo nos enseña que no porque el hombre fuera tan grande, o porque fuera tan valioso comparándolo con el resto de la creación, sino porque era tan desgraciado y tan pequeño, y porque se había alejado tanto de Dios. por esto, el amor de Dios lo buscó y lo atrajo a sí mismo. Esta debe ser una respuesta suficiente.

c) Además, mencionaremos lo que representan, y cómo difieren entre sí, los dos finales de la búsqueda en ambas parábolas. Una de estas terminaciones dice que la busca «hasta encontrarla». ¡Cuán paciente infinito e inconcebible es el amor divino! La longanimidad de Dios el gran Pastor, nos busca y sigue todos nuestros descarriados y desviados pasos hasta que nos encuentra. Aunque la oveja siga apartándose más y más del pastor, él sigue buscándola. Mientras más se aparta la oveja, más tierna es la apelación del pastor: y cuanto más cerramos nuestros oídos, más fuerte es la voz con la cual Dios nos llama. Nosotros nunca podremos cansar a Jesucristo; nunca podremos agotar los recursos de su amor abundante, de su ternura. No importa que hayamos hecho mal; no importa cuán lejos nos hayamos descarriado; tampoco importa cuán rápidamente nos estemos apartando más de él, Dios nos seguirá buscando con su amante longanimidad, y nunca se dará por vencido.

CONCLUSIÓN:

Querido amigo, ¿quieres tú creer que una Persona amante y viviente está buscándote; buscándote por medio de mis pobres palabras; buscándote por medio de muchos métodos providenciales; buscándote por medio de su Evangelio; buscándote por medio de su Espíritu; y que él nunca estará satisfecho sino hasta que te haya encontrado, y hasta que tú lo hayas encontrado a él y le hayas entregado tu alma? Yo te ruego que no olvides la solemne lección que extrajimos de la otra forma de la parábola que se menciona en el texto: «Si es que la halla». Te ruego que no olvides esta solemne lección. Recuerda que hay una posibilidad de fracaso. ¡Qué poder tan tremendo tienes tú de sepultarte en un sepulcro, como si lo hicieras con tu propia voluntad, escondiéndote así en la obscuridad de tu propia voluntad, escondiéndote así en la obscuridad de tu propia incredulidad! Tú puedes defraudar el amor de Dios que te busca. Algunos de vosotros tal vez lo han hecho alguna vez; algunos quizás lo han hecho durante toda su vida, algunos más posiblemente en este momento están tratando de hacerlo, y conscientemente están endureciendo su corazón contra algo que lo ablande y que pueda entrar en él. 

¿Estás tú rindiéndote a su amor que te busca, o estás alejándote más y más de él? Él ha venido a buscarte; no lo dejes buscar en vano. Deja que el Buen Pastor te atraiga hacia Él. Piensa que, cuando fue enclavado en la cruz, dio su vida por sus ovejas. Él restaurará tu alma y te llevará en sus hombros al seno de su amante corazón, a los pastos verdes y al redil seguro. Entonces habrá gozo en su corazón, más que por todos aquellos que nunca se han descarriado; y habrá gozo en el corazón de aquellos descarriados que regresan, como lo hay en los que nunca pudieron conocer esta desgracia; porque, como lo dice el profundo refrán judío: «En el lugar donde están los penitentes, los perfectamente justos no pueden estar».

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

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