Pedro, el Discípulo Transformado – Bosquejo

Cita Bíblica: Lucas 5:1–11

INTRODUCCIÓN:

No hay en el Nuevo Testamento ninguna vida más instructiva que la del apóstol Pedro. De algunos personajes tenemos su conversión, como Zaqueo, Mateo, la samaritana, etc., pero de Pedro tenemos su conversión y educación, directamente de parte de Jesucristo. Notemos primero los defectos de Pedro y finalmente su cambio esencial según se desprende de sus exhortaciones de anciano.

I.      Defectos de Pedro

pedro, bosquejo, discípulo, jesús1. Falta de sumisión a la voluntad divina. Si le hubiesen preguntado si creía que Jesús era poderoso, sabio y justo habría respondido con un elogio a su Maestro, pero cuando éste le dice algo que a él le parece mal, le interrumpe diciéndole: «Señor, que de ninguna manera te ocurra esto», quiere determinar el asunto y aconsejar a su Maestro, ¿y no es esto lo que nos ocurre muchas veces a nosotros? Teóricamente lo creemos todo acerca de Cristo, pero quisiéramos que el Omnipotente diera razón a nuestras «señorías» de cada propósito o plan (anécdota: un estudiante de teología que tanto y tanto preguntaba, que el profesor tuvo que contestarle: «Joven, ¿no cree que debemos dejar alguna cosita para Dios?»).

2. Orgullo y exceso de confianza en sí mismo. Cuando Jesús dijo: «Todos seréis escandalizados en Mí», no quiere verse incluido en aquel «todos». Para él no hay peligro y recibe una réplica muy sabia que revela incluso una relación íntima entre el Hijo de Dios humanado y el Padre Celestial, a la vez que un vaticinio sobre el propio Pedro. «Satanás ha pedido para zarandearos, pero yo he rogado por ti, Pedro, para que tu fe no falte» (Lc. 22:31–34).

II.      El diablo no es omnisciente

Es un descubrimiento curioso el que hacemos en este pasaje. Parece como si el diablo estuviese ayudando a Dios; él no conoce a los elegidos, tanto para bien como para mal, pero Jesús conoce el porvenir y actúa constantemente en favor de aquellos que ama. El que parece más privilegiado puede caer y perderse, en Judas pasó así…

1. Le distinguió de un modo especial, haciéndole tesorero del grupo apostólico.

2. Le dio a conocer que sabía el secreto de su corazón (Jn. 22:21).

3. Pero Jesús sabía qué ocurriría con Judas y no dice que intercediera por él. Judas estaba en aquel punto de pecaminosidad sin retorno a que se refiere el mismo apóstol Juan en 5:16, pero el caso de Pedro era diferente. No impidió ninguna de sus acciones, ni en el huerto ni en su conducta posterior, pero en el caso de Pedro fue muy diferente. Jesús conocía sus defectos y su carácter y no le impidió hacer lo que él estaba dispuesto, defender a su Maestro con la espada y negarle después. No se lo impidió, pero:

a) Rogó por él.

b) Le amonestó por anticipado.

c) Hirió su conciencia con una mirada.

d) Lo buscó tras su resurrección:

—Con su recado a las mujeres en Mr. 16:7, «Id y decid a Pedro», si hubiese mencionado a sus discípulos en bloque, Pedro probablemente no se habría encontrado digno de ser contado entre los invitados, pero su alusión personal

—Con sus preguntas en el lago de Tiberías (Jn. 21:15–19).

III.      Los peldaños de la caída de Pedro

1. Descuidó la oración. Velad y orad, dijo el Señor a sus tres discípulos más íntimos en Getsemaní, pero los tres se durmieron mientras Jesús estaba orando. ¡Cuidado! El enemigo tiene mucho que hacer con cristianos que no oran.

2. Obró precipitadamente sin consultar al Señor. Sacó su espada contra Malco. Alguien dirá: «es que con la llegada de los enemigos no le dio tiempo»; pero recordemos el caso de Nehemías que elevó una oración jaculatoria en presencia del mismo rey. Pedro quiso rectificar su indolencia y demostrar su valentía de la que se había jactado. Si no hubiese sido la misericordia y el milagro que Jesús obró con el propio Malco, ¡pobre Pedro! Los que iban a detener al Señor se habrían echado sobre él y lo habría pasado muy mal, pero Jesús, como había intercedido con el Padre, ahora intercede sobre la Tierra en favor de los discípulos asustados (Jn. 18:8). Hay muchos cristianos que oran por rutina pero no actúan, leen muy poco, no están armados para hablar con un ateo o indiferente. Pablo exhorta a actuar «como discípulos del Señor», a tiempo y fuera de tiempo (2. Ti. 4:2).

3. Seguir a Jesús de lejos. Su mismo acto impremeditado le obligaba a mantenerse lejos de la compañía que iba custodiando a Jesús, tratando de inquirir lo que ocurriría. Amaba al Señor, pero no podía manifestarlo en aquel momento. Casi todos los que caen siguen una temporada a Jesús de lejos sin abandonar del todo el trato con los cristianos.

4. Se metió con los enemigos de Cristo. Procuró para disimular imitar a los enemigos; para justificar el concurrir a todos los sitios mundanos hay quienes citan al Ejército de Salvación, pero yo les digo: «Vete a la taberna con un traje especial y un letrero que diga «soy cristiano» y testifica en medio de las reacciones contrarias».

5. No rectificó a tiempo, por esto fue bajando despacito. A la acusación del corro en el atrio de Anás, replicó: «No sé qué dices». Se quedó y venga a hablar de inocentadas, y así cayó la segunda y la tercera vez, y cuando el Señor, pasando de la casa de Anás a la de Caifás, le dirigió una profunda mirada y oyó el canto del gallo se acordó de las palabras de Jesús, no pudo resistir más y saliendo afuera lloró amargamente (Lc. 22:62).

IV.      La restauración de Pedro

El impetuoso apóstol iba deslizándose más y más del encargo que les dio el Señor a él y a su hermano: «Desde ahora pescaréis hombres». Pero Jesús, que conocía y amaba a Pedro, no le dejó ir más lejos y se le apareció en el lago. Aunque no lo merecía, Jesús tenía toda la confianza en él. Había llorado anteriormente y Jesús sabía el porqué de aquellas lágrimas. El Señor nos ama a pesar de nuestras debilidades y por ser Dios infinito nos conoce personalmente y nos ama, del mismo modo tiene confianza en nosotros. Conoce de nosotros lo mejor y lo peor. La manera cómo el Señor le restauró:

1. Apelando a su mayor defecto, el orgullo. «Pedro, me amas más que a éstos».

2. La reiteración de la pregunta sin comparativo por dos veces más seguido de la reiteración de su encargo de apacentar la grey del Señor.

V.      El éxito rotundo de la educación de Pedro

Este punto final nos lleva a…

1. Al discurso de Pentecostés, inspirado por el Espíritu Santo.

2. Las epístolas del anciano apóstol que nos muestran un cuadro totalmente diferente del carácter del restaurado apóstol:

a) Pastoread la grey de Dios no forzados, sino voluntariamente (1 P. 5:6).

b) Con toda humildad no teniendo señorío.

c) Humillaos bajo la poderosa mano de Dios (1 P. 5:6).

d) Echando toda vuestra ansiedad sobre él porque él tiene cuidado de vosotros (1 P. 5:7).

e) Velando contra las asechanzas del diablo (1 P. 5:8).

f) La gloriosa esperanza (1 P. 5:10).

CONCLUSIÓN:

Que Dios nos ayude por el ejemplo de Pedro a ser sobrios y a velar, como él había aprendido en su accidentada vida en el servicio del Señor.

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día  Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amen.

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