Estudio de las 70 Semanas de Daniel Cap. 9

Capítulo 9 – 70 Semanas

70 semanas de daniel

Antes de descifrar el capítulo 9 de Daniel, debemos dejar claro que Daniel 2 consistió en un sueño profético y una explicación completa de ese sueño, que Daniel 7 consistió en una visión profética y una explicación completa de esa visión; y que Daniel 8 consistió en una visión, pero con sólo una explicación parcial de esa visión. Se explicó muy bien lo concerniente al carnero, el macho cabrío y el cuerno pequeño. Lo único que no se explicó fue la visión de las 2.300 tardes y mañanas relacionadas con la purificación del santuario.

Daniel 9, sin embargo, no contiene una visión, sino sólo una explicación que se da al final del capítulo.

Así que tenemos a Daniel 2: sueño, explicación completa. Daniel 7: visión, explicación completa. Daniel 8: visión, explicación parcial. Daniel 9: sólo una explicación.

 ¿Qué es lo que Daniel 9 explica?

La mayor parte de Daniel 9 consiste en la oración de Daniel en favor de la liberación de Israel. Esta oración incluye confesión, arrepentimiento y un pedido de perdón. «Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas» (versículos 4-5). Esta oración es un ruego dirigido hacia Dios: «Apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte» (versículo 16).

El detalle importante en esta oración es que Daniel nunca pide una explicación. En ningún momento le pregunta a Dios por qué sucedió esto, o por qué sucedió aquello. Daniel sabe la causa de todo lo que ha sucedido: «A causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro» (versículo 16).

El no hizo preguntas en su oración. No buscó explicaciones. La última vez que vimos que Daniel no entiende algo fue al final del capítulo 8, concerniente a la visión de la purificación del santuario.

¿Qué sucede entonces?

«Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde» (versículo 21).

¿Quién viene?

Gabriel. La última vez que vimos a Gabriel fue en el capítulo 8. Más aún, Daniel se refiere a la visión en la que vio a Gabriel, a quien se le dijo: «Enseña a éste la visión» (Daniel 8:16). Sin embargo, Gabriel no terminó de explicar su visión en Daniel 8.

En este momento es inmensamente útil dar un vistazo al idioma original de Daniel. En el hebreo de Daniel 8 y 9 se utilizan dos palabras diferentes para la palabra traducida como visión.

«En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí» (Daniel 8:1). El próximo versículo dice: «Vi en visión «. La palabra hazon se refiere a toda la visión de Daniel 8.

Pero cuando Daniel se refirió específicamente a la parte concerniente a los 2.300 días y la purificación del santuario, se utiliza otra palabra para visión.

«La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera… Pero estaba espantado a causa de la visión , y no la entendía» (versículos 26-27).

La palabra marah viene de la raíz hebrea ra’ah, la que significa «ver». A veces se traduce como apariencia.

De todas formas, aparecen dos palabras diferentes para visión en Daniel 84 hazon, referente a la visión completa del capítulo; y marah, referente específicamente a los 2.300 días. Estas dos palabras también aparecen en Daniel 9.

«Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio… me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento» (versículos 21-22).

Aquí Daniel se refiere nuevamente a Gabriel, el ángel que había visto en la hazon, o la visión total del capítulo previo. Recuerde también, que en ninguna parte de la oración de Daniel, éste rogó que se le concediera «sabiduría y entendimiento». La última vez que necesitó entendimiento fue en relación con los 2.300 días de Daniel 8, y en Daniel 9 ahora Gabriel le promete dar «sabiduría y entendimiento».

Ahora note la parte específica de la visión de Daniel 8 que señala Gabriel en este versículo. «Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión » (versículo 23).

¿Cuál marah? Obviamente, la marah de los 2.300 días que no entendió en el capítulo anterior. Esto no puede ser otra cosa sino una referencia a la marah de los 2.300 días.

Tenemos al mismo intérprete angélico de la visión de Daniel 8, según el mismo Daniel lo indica cuando aparece Gabriel. Gabriel entonces promete darle a Daniel entendimiento, y el único asunto sobre el cual Daniel no tenía entendimiento era el concerniente a la marah de los 2.300 días. Entonces el ángel específicamente le señala nuevamente la marah y le dice a Daniel que «la entienda».

Claramente, Gabriel ha venido para dar la explicación de los 2.300 días, que no fue dada en el capítulo anterior.

Además, ¿qué tipo de profecía era la marah de Daniel 8:14? «Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado». Era una profecía de tiempo.

En Daniel 9, después que Gabriel le señala a Daniel la profecía de los 2.300 días, ¿qué es la próxima cosa que dice?

 «Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo» (Daniel 9:24). ¿Setenta semanas? ¿Qué tipo de profecía es esa?

Desde luego, tal como la marah a la que se refiere, también es una profecía de tiempo.

Existen aún más conexiones entre los dos capítulos, y nos referiremos a ellas en la segunda parte del libro. El punto crucial ahora está en ver que la explicación de Daniel 9 se trata en realidad de una explicación de los 2.300 días: la marah de Daniel 8 que Gabriel no había explicado anteriormente.

Observemos ahora la explicación en sí misma. La primera línea comienza: «Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo». Aquellos que se oponen a nuestro mensaje argumentan que la traducción es correcta: Que las setenta semanas son «determinadas». Los adventistas afirman que el significado literal de la palabra aquí utilizada, chatak, significa «cortar,» y por lo tanto las setenta semanas son cortadas de los 2.300 días.

¿Qué traducción es la más exacta?

Desafortunadamente, la palabra chatak no se utiliza en ningún otro lugar en la Biblia, así que no podemos comparar usos. Sin embargo, existen otras palabras más comunes para decretar o determinar; no obstante, Daniel no las usó, sino que escogió esta palabra más oscura.

Aunque chatak no aparece en alguna otra parte de la Biblia, la palabra aparece en muchas ocasiones en la Mishnah, un comentario bíblico judío compilado en los primeros siglos. Aunque no es idéntico al hebreo bíblico, el hebreo de la Mishnah es similar, y de las 12 veces que se utiliza el verbo chatak, diez veces se refiere a cortar partes de los animales de acuerdo con las leyes de nutrición. De las 19 veces que se utiliza en la forma de sustantivo, sólo una vez se usa para dar la idea de un decreto. Las otras 18 veces significa «aquello que ha sido cortado».

La Concordancia de Strong declara que su raíz es «cortar». La traducción de Whiting (en inglés) la traduce como «cortada». Gesenius, el lexicógrafo de hebreo, la define como «cortar». El diccionario Caldeo-Rabínico de Stocius la define como «cortar, cortar en pedazos, cortar o grabar, cortar para arrancar». La versión más antigua de la Vulgata y la Septuaginta define el verbo como «cortar». La versión griega de Daniel por Teodocio, la presenta como «cortada».

Hay más versiones que utilizan la traducción «cortada», pero ya es suficiente: la traducción exacta es «cortadas» en vez de «determinadas».

El tiempo profetice de las setenta semanas ha sido cortado, o sea, ha sido separado de algo, y el único algo posible debe ser la profecía más abarcante de los 2.300 días de la visión previa, la que Gabriel presenta nuevamente a Daniel.

Echemos un vistazo rápido a la profecía de las setenta semanas. Se ha escrito mucho sobre esto dentro del adventismo. Todos debiéramos estar familiarizados con esto.

«Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos» (versículo 24).

La explicación comienza con un período de setenta semanas que se da a Israel para que alcance ciertos objetivos. Aquí también aplicamos el principio de día por año. En la próxima sección mostraré por qué este principio debe ser aplicado aquí, porque de otra manera la profecía no tendría sentido. Aplicando el principio mencionado, las setenta semanas se convierten en 490 días o años. Así que se les dio a los judíos 490 años para ponerse en armonía con Dios.

Pero la pregunta es: ¿490 años desde cuándo?

«Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos» (versículo 25).

Este versículo señala el comienzo de la profecía. Dice que desde «la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas», o un total de 69 semanas. Aquí tenemos 69 de las 70 semanas. Por lo tanto, desde el tiempo del decreto para restaurar y edificar a Jerusalén, la cual había sido destruida por los babilonios, hasta la venida del Mesías, que sabemos que es Jesús, pasarían 69 semanas proféticas, o 483 años, utilizando el principio de día por año. Lo que el versículo dice, entonces, es que desde la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta Jesús el Mesías, habría 483 años (ver el diagrama que está debajo).

¿Qué podemos decir acerca de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén? Muchos comentadores bíblicos, incluyendo a no adventistas, han colocado ese decreto «en el séptimo año del rey Artajerjes» (Esdras 7:7).

Esa fecha es aceptada y comienza en el reino de Medo-Persia, de la misma forma en que las visiones de Daniel 8 comienzan también con Medo-Persia. He aquí otra razón por la cual Daniel 8 no comenzó con Babilonia: Dios quería destacar a Medo-Persia como el punto de partida de las profecías de Daniel 8 y Daniel 9.

¿En qué año comenzó el reinado de Artajerjes?

En el mundo académico existe un gran debate sobre si su séptimo año fue el 457 o el 458 a. C. Algunos dicen el 457, otros dicen 458, Dependiendo del tipo de calendario que creen que usaban los judíos. La cronología de Esdras 7, escrita por Horn y Wood, comprobó usando numerosas fuentes antiguas que los judíos utilizaban un calendario de otoño a otoño para contar los años del reinado de Artajerjes, afirmando que su séptimo año fue el 457. De hecho, ellos han mostrado sin lugar a dudas que esa es la fecha. Aún hoy, muchos no adventistas aceptan el 457 como el séptimo año de Artajerjes, utilizando un calendario de otoño a otoño para los judíos.

Si añadimos 483 años al 457 a. C. llegamos al 27 d. C. (Recordemos que se está utilizando un calendario que no tiene año cero. Matemáticamente, se contaría -3, -2, -1, 0, 1, 2, 3. En cambio, un calendario numera así: -3, -2, -1, 1, 2, 3. Eso lo conducirá hasta el año 27 d. C., no el 26, como sucedería si se incluyera el año cero adicional).

Por lo tanto, desde la orden para restaurar y edificar a Jerusalén (457 a. C.) hasta el primer advenimiento de Jesús, pasarían 483 años, hasta el 27 d. C. Sabemos que en el año 27 d. C., Jesús fue bautizado. Así comenzó su ministerio.

El próximo versículo dice:

«Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones» (versículo 26).

En el hebreo se lee que después de «las sesenta y dos semanas», se quitaría la vida al Mesías. Ese período termina en el año 27 d. C. Poco tiempo después del 27 d. C. durante los siete años que componen la 70ª semana el Mesías sería quitado, lo cual sabemos que fue así.

 El último versículo del capítulo trata específicamente de los siete años de la 70.a semana de la profecía:

«Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador» (versículo 27).

Dice que a la mitad de esa última semana, o siete años, él causaría que cesaran el sacrificio y la ofrenda. A la mitad de esa última semana, que corresponde a tres años y medio, en 31 d. C., sabemos que Jesús fue crucificado (vea el próximo diagrama). En ese momento perdió su significado el sistema de sacrificios. Aunque los judíos continuaron ofreciendo sacrificios por cuarenta años más, los sacrificios no significaban nada para Dios. Cuando los líderes dieron muerte a Esteban en el 34 d. C., esto concluyó la confirmación de «el pacto con muchos». De hecho, esa muerte selló el rechazo oficial de Jesús de parte de Israel, terminando así la relación de pacto con Dios que la nación en su totalidad había tenido durante siglos. Ese fin ocurrió en el 34 d. C., el último año de la profecía de las setenta semanas (vea el diagrama en la página opuesta).

Nuevamente, estudiaremos la profecía de las setenta semanas en forma detallada. La iglesia ha producido numerosos estudios sobre Daniel 9. Deberíamos familiarizarnos con ellos. El asunto importante ahora, sin embargo, es notar que la profecía de las setenta semanas, a diferencia de la profecía de los 2.300 días como la hemos explicado hasta el momento, tiene un comienzo y un final. Ese comienzo fue el 457 a. C.; el final fue en el 34 d. C.

Repasemos: vimos que los 2.300 días de Daniel 8 fue la única parte que Gabriel no explicó. En Daniel 9 no hay visión, sino sólo una explicación. Gabriel, el mismo intérprete angélico de Daniel 8, se acerca a él para ofrecerle una explicación, y el único asunto para el cual Daniel necesitaba una explicación fue el de los 2.300 días del capítulo 8. Gabriel entonces señala específicamente la marah de los 2.300 días, una profecía de tiempo, y entonces comparte con él otra profecía de tiempo, las setenta semanas, las que según él son «cortadas». Obviamente, deben ser cortadas o separadas de los 2.300 días.

Estamos tratando con dos elementos de tiempo: un período más largo de 2.300 días, que por sí solo no tiene ni comienzo ni fin, y un período más corto de setenta semanas que tiene un comienzo y un final definidos.

2.300 días

… ———————————————————————————————-…

 457 a. C.  ———————————————— 34 d. C.

70 semanas

Las setenta semanas, que comienzan en 457 a. C., son cortadas del período mayor de 2.300 días. Alguien me dijo en cierta ocasión: «Entiendo que las 70 semanas son cortadas de los 2.300 días, pero ¿por qué no las cortamos del fin de los 2.300 días, y no del comienzo?»

Surgen dos problemas con esta interpretación: los 2.300 días terminarían en el 34 a. C., colocando así el comienzo del período profético en el año 2267 a. C., una fecha muy lejana a todo lo que hemos estudiado. Vimos que Babilonia es la primera nación que aparece en la profecía de Daniel. Si cortamos las setenta semanas del fin, el comienzo de los 2.300 días antecedería a Babilonia por 1.600 años: esto se sale del marco de todo lo que hemos tratado en el estudio de estas profecías.

Pero más importante aún, cortar este segmento de la parte final colocaría la purificación del santuario en el 34 d. C. Vimos en nuestros estudios anteriores que la purificación del santuario debe suceder al período de 1.260 años del cuerno pequeño, el cual terminó en 1798. La fecha de 34 d. C. para la purificación del santuario no concuerda. Además, Daniel en tres ocasiones dice que la visión de Daniel 8 es para el tiempo del fin, y el 34 d. C. no está cerca del tiempo del fin.

La única otra alternativa es la de cortarlas del lugar lógico: el comienzo de los 2.300 días

¡Mire el resultado! ¡Si comienza con los primeros 490 años de los 2.300 (utilizando el principio de día por año), llega al año 34 d. C., y luego, al añadir los restantes 1.810 años, llegará hasta el 1844!

O si usted añade 2.300 años directamente al 457 a. C. (recuerde de deducir el año cero), ¡también llegará a 1844!

¡De cualquier forma que lo haga, llegará al 1844!

También note cómo 1844 responde a los requisitos del juicio:

(1) Viene después de la cruz; (2) viene después de 1798; (3) viene antes de la segunda venida.

Conviene recordar que los adventistas no fueron los únicos que relacionaron los 2.300 días de Daniel 8 y las setenta semanas de Daniel 9. Un gran número de eruditos bíblicos han unido ambas cosas desde hace muchos años. Por ejemplo, el obispo Daniel Wilson (1778-1858) en 1836 escribió: «Por lo tanto, las setenta semanas que comienzan con la salida de este decreto; los 2.300 días de la visión precedente, comienzan al mismo tiempo, porque se trata de la misma visión» (citado por LeRoy Froom, The Prophetic Faith of our Fathers, tomo 13, p. 620). Wilson propuso que el fin de los 2.300 días era 1847.

Incluso si algunos discutieran la fecha de 457 d. C., no pueden llevarla muy lejos porque esta profecía está basada en Jesús. Si algunos usaran números un poco diferentes, como hizo Wilson, aun así tendrían que colocar la purificación del santuario en la década de 1840. Si alguien deseara utilizar una fecha treinta, cincuenta, o cien años aparte de 457 a. C. para el comienzo de la profecía de las setenta semanas, tendría que mover la vida de Cristo treinta, cincuenta, o cien años de las fechas en que vivió. La vida de Jesús es nuestra garantía de que la profecía es correcta y forma la base para la misma. La profecía es tan firme como Jesús mismo.

Regrese al comienzo de este libro, y con la ayuda de su Biblia, estudie la secuencia de los reinos en Daniel 2. Entonces estudie el capítulo sobre Daniel 7 y su secuencia de los eventos. Estudie la identidad del cuerno pequeño. Vea cómo el juicio celestial sucede al poder del cuerno pequeño, el cual actúa hasta el año 1798. Note cómo el juicio en Daniel 7 debe ser después de 1798 porque sucede al cuerno pequeño. Repase la secuencia de eventos en Daniel 8, incluyendo la purificación del santuario, la que ocurre después del cuerno pequeño. Repase el diagrama (p. 38) que muestra cómo el juicio celestial y la purificación del santuario son eventos paralelos y que deben ocurrir después de 1798. Ese paralelismo es crucial.

Vea cómo en Daniel 8 la marah de las 2.300 «tardes y mañanas» no se explica, entonces repase las conexiones entre los capítulos 8 y 9. El mismo intérprete angélico señala hacia la visión previa, especialmente a la marah de los 2.300 días una profecía de tiempo y promete darle entendimiento. Entonces le da otra profecía de tiempo, una más pequeña y dice que esta es «cortada». Repase hasta que vea que el único lugar del cual puede ser cortada es del comienzo de los 2.300 días.

Estudie las setenta semanas. Vea cómo comienza la profecía de los 2.300 días, y entonces estudie hasta que vea que los 2.300 días deben terminar en 1844. Lea esta primera sección de 1844 Hecho Simple repetidamente, con la ayuda de su Biblia, hasta que pueda impartir este estudio por usted mismo. Hasta que usted no pueda compartirlo, usted no podrá entenderlo totalmente.

Un asunto final. La profecía de las setenta semanas es indudablemente la predicción mesiánica más poderosa de la Biblia. Sin duda alguna demuestra que Jesús es el Mesías. Ninguna otra profecía ha sido tan estudiada,-tan debatida o es tan controversial. Claramente, más que ninguna otra profecía, demuestra que Jesús es el Mesías.

Sin embargo, las setenta semanas la predicción mesiánica más poderosa e importante es sólo una parte de la profecía de los 2.300 días. Obviamente, entonces, los 2.300 días deben ser cruciales: si no, no estarían tan relacionados con una profecía tan importante como la de las setenta semanas. Recuerde también que el antiguo Israel no estaba preparado para la primera venida de Jesús porque, entre otras razones, no entendía la primera parte de la profecía de los 2.300 días: las setenta semanas, lo que constituía la verdad presente para su tiempo. Nosotros mismos puede ser que no estemos preparados para la segunda venida de Cristo porque, entre otras cosas, no entendemos la segunda parte de la profecía de los 2.300 días: la purificación del santuario, verdad presente para nuestro tiempo.

Por: Dr. Clifford Goldstein

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