El Bautismo en Espíritu Santo y Fuego

El presente estudio «El Bautismo en Espíritu Santo y Fuego» nos enseña cual era el propósito de la predicación de Juan el Bautista, el anunciar: «Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo. (Mr. 1:7-8).

La Conversión Verdadera

El Bautismo de Juan

Marcos 1:4  “Bautizaba Juan en el desierto,  y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”.

Zacarías profetiza sobre Juan el Bautista, el heraldo de Jesús.

Lucas 1:76-77 “Y tú,  niño,  profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor,  para preparar sus caminos; Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados”

Esta es una de las profecías más bellas del Nuevo Testamento, que había tenido su parte inicial en el Antiguo Testamento, con Isaías, profetizando el ministerio de Juan el Bautista, el heraldo de nuestro Señor Jesucristo, que iba a preparar el camino para su ministerio.

Isaías 40:3  “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová;  enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios”.

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Zacarías pronuncia una profecía acerca del reino y la salvación del Mesías.

Lo vemos en Lucas 1:67-70

“Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo,  y profetizó,  diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso Salvador  En la casa de David su siervo, Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio…”

Mateo 3:1-3  “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos,  porque el reino de los cielos se ha acercado.  Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías,  cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor,  Enderezad sus sendas”.

Cuando Juan dice: el reino de los cielos se ha acercado se refiere que es el cumplimiento del tiempo, que el Cristo está a punto de iniciar su ministerio terrenal.

 ¿Qué Anuncia Juan el Bautista?

La tarea que se le había asignado desde la niñez: Marcos 1:2-4

“Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz,  El cual preparará tu camino delante de ti. Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor;  Enderezad sus sendas. Bautizaba Juan en el desierto,  y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.

 Lo apropiado es aplicar a Juan el Bautista lo profetizado por Isaías 40:3  Confirmado por Marcos 1:3. Porque es evidente por lo siguiente: a) Juan predicaba en el desierto; y b) la tarea que se le había asignado desde su niñez:

“Y tú,  niño,  profeta del Altísimo serás llamado;  Porque irás delante de la presencia del Señor,  para preparar sus caminos;  Para dar conocimiento de salvación a su pueblo,  Para perdón de sus pecados, (Lc. 1:76-77).

 Y aún antes “E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías,  para hacer volver los corazones de los padres a los hijos,  y de los rebeldes a la prudencia de los justos,  para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. (Lc. 1:17).

“He aquí,  yo envío mi mensajero,  el cual preparará el camino delante de mí;  y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis,  y el ángel del pacto,  a quien deseáis vosotros.  He aquí viene,  ha dicho Jehová de los ejércitos”. (Ml. 3:1).

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Heraldo del Mesías

El ministerio de Juan el Bautista fue la de ser el heraldo del Mesías, uno que le preparara el camino. Juan debía ser la “voz” del Señor para el pueblo, todo esto nada más que esto (cf Jn. 3:22-30):

“Después de esto,  vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea,  y estuvo allí con ellos,  y bautizaba. Juan bautizaba también en Enón,  junto a Salim,  porque había allí muchas aguas;  y venían,  y eran bautizados. Porque Juan no había sido aún encarcelado.  Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí,  mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán,  de quien tú diste testimonio,  bautiza,  y todos vienen a él.

Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada,  si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo,  sino que soy enviado delante de él. El que tiene la esposa,  es el esposo;  mas el amigo del esposo,  que está a su lado y le oye,  se goza grandemente de la voz del esposo;  así pues,  este mi gozo está cumplido.  Es necesario que él crezca,  pero que yo mengüe”.

Como tal, no solo debía efectuar un cambio completo de sus mentes y corazones. Debía enderezar sus sendas, esto es, debían proveerle al Señor Jesús acceso libre a sus corazones y vidas. Como debemos de hacerlo nosotros en nuestro tiempo. Debían enderezar todo lo torcido.

¿Qué es lo que anuncia Juan el Bautista que debían quitarse?

Debían quitar todos los obstáculos que habían amontonado en el camino; obstrucciones tales como la justicia propia y presumida complacencia en sí mismos. Marcos afirma que a fin de cuentas, tanto en la predicación de Isaías como en la de Juan, “el desierto a través del cual debía abrirse camino el Señor es el corazón del hombre; corazón que está siempre inclinado a todo mal.

¿Por qué?

Porque Marcos proclama un bautismo de conversión, podemos decir un bautismo con miras a la conversión verdadera.

“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento;  pero el que viene tras mí,  cuyo calzado yo no soy digno de llevar,  es más poderoso que yo;  él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”. (Mt. 3:11).

Cristo es quien bautiza con el Espíritu Santo. Esto hizo con los extraordinarios dones del Espíritu enviados a los apóstoles, Hechos 2: 4. Esto hace con las gracias y consolaciones del Espíritu, dados a quienes le piden, Lucas 11: 13; Juan 7:38-39; ver Hechos 11:16.

El adulto debe de convertirse primero, antes de que pueda recibir debidamente el bautismo.

El arrepentimiento ¿Cómo hacerlo?

La palabra traducida como conversión” traducida “arrepentimiento” en la RV60 indica un cambio radical de mente y corazón que resulta en un cambio completo de vida (cf 2 Co. 7:8-10; 2 Ti. 2:25).

 “Porque aunque os contristé con la carta,  no me pesa,  aunque entonces lo lamenté;  porque veo que aquella carta,  aunque por algún tiempo,  os contristó. Ahora me gozo,  no porque hayáis sido contristados,  sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento;  porque habéis sido contristados según Dios,  para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación,  de que no hay que arrepentirse;  pero la tristeza del mundo produce muerte”. (2 Co. 7:8-10).

“…por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad» (2 Ti. 2:25b).

El perdón.

El arrepentimiento es indudablemente un elemento básico de la conversión. Tal conversión es para perdón de pecados. Cuando Juan bautizaba, llamaba al pueblo a confesar sus pecados (Mt. 3:6).

La palabra “perdón” significa remisión o despido. Es una expresión muy alentadora que nos recuerda pasajes tales como Levítico 16 (los dos machos cabríos); Salmo 103:12 (“Como lejos está el oriente del occidente”); Isaías 1.18 (“Si vuestros pecados fueren como la grana…”); 44:22 (“Yo deshice como una nube tus rebeliones…”); 55:6-7 (“…el cual será amplio en perdonar”) Miqueas 7:18 (“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado…”). La importancia de este favor divino, sin el cual es imposible obtener la vida eterna, se enfatiza también en muchos pasajes del Nuevo Testamento. (cf Mr. 3:29; Lc. 24:47; Hch. 2:38; 5:31; 10:43; 13:34, 38; 19:4;  26:18; Ef. 1:7; Col. 1:14). Juan mismo enseñó que para quitar el pecado era necesario el derramamiento de sangre del Cordero (Jn. 1:29).

“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él,  y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

¿Para qué debemos de arrepentirnos, convertirnos y obtener el perdón de pecados?

Para tener la vida eterna. El Señor Jesucristo está dispuesto a recibirnos con los brazos abiertos. El Señor tomaría la iniciativa e iría al encuentro del pueblo:

“Él les dijo: Vamos a los lugares vecinos,  para que predique también allí;  porque para esto he venido. (Mr. 1:38).

 ¿Acaso no había venido del cielo para buscar y salvar a los pecadores?

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10).

Cree usted esto, arrepiéntase de todo corazón y reciba al Señor para poder ser bautizado en Espíritu Santo y fuego.

Comentario al Nuevo Testamento El Evangelio según San Marcos de William Hendriksen

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