Cómo Caminar en el Espíritu – Estudio

 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Gálatas 5:16

La vida cristiana al ser debidamente comprendida, no es difícil ni compleja. En realidad, la vida cristiana es sencilla. Es tan sencilla que a veces tropezamos con su sencillez, y sin embargo es tan difícil que nadie ha podido vivirla por sí mismo. Esta contradicción ocurre porque la vida cristiana es sobrenatural. El único que ha podido vivirla verdaderamente es nuestro Señor Jesucristo.

Si tratamos de vivir la vida cristiana, en nuestro propio esfuerzo, es una meta muy difícil de cumplir. Ahora bien, si yo  invito a Cristo a morar por fe en mi vida, y vivo mi vida crucificado con él, camino en luz como lo está Él, sencillamente el Señor vive su vida abundante en mí. Como lo podemos ver en Juan 10:10

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir;  yo he venido para que tengan vida,  y para que la tengan en abundancia.

Esto ha quedado demostrado en la vida de los primeros cristianos. Sus vidas fueron transformadas y ellos entendieron perfectamente las enseñanzas del Maestro, cuando el Espíritu Santo vino a ellos. La gente quedo  estupefacta, al ver como ellos hablaban de Jesús, con la autoridad con que reprendían demonios, resucitaban muertos y sanaban enfermos. No queremos tampoco dar la impresión de que sus vidas eran cien por ciento felices, sin penas ni problemas. Todo cristiano esta expuesto a problemas, enfermedades, pérdidas de seres queridos, escasez económica, etc. Son experiencias comunes a todos los hombres. Sin embargo, la mayoría de estos se deben a nuestras propias acciones. La gran diferencia radica en que ahora  todas nuestras cargas podemos llevarlas al trono de la gracia para obtener el oportuno socorro. Jesús dijo:

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,  y yo os haré descansar. Mat 11:28

Solo así podemos enfrentamos los problemas con una actitud positiva, debido a que confiamos en las promesas de Dios para nosotros.

espiritu santo, trinidad, padre hijo y espirituLa Biblia nos manda a “andar en el Espíritu”, es un mandato que debemos cumplir. Es hacer todo lo contrario a lo que usualmente hacemos, como es “satisfacer los deseos de la carne”, nuestras pasiones y deseos carnales. El andar en el Espíritu tiene que ver con llevar vidas comprometidas con Jesús. Es como dice el apóstol Pablo en Gálatas 2:20

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Es morir a nosotros mismos, y permitir que sea Cristo quien dirija y controle nuestra vida. ¿Qué debemos hacer para caminar en el Espíritu?

Hay un ejercicio espiritual, muy sencillo que se le llama “La Respiración Espiritual”. Conforme usted camina en el Espíritu por fe, practicando la “respiración artificial”, ya no vivirá en derrota espiritual. La respiración espiritual, tal cual sucede con nuestra respiración física, consiste en “exhalar” e “inhalar”.

Es un proceso de exhalar las impurezas, el pecado, nuestros defectos, malos pensamientos, deseos e inhalar lo que es puro. El perdón y la misericordia de Dios.

Muchos cristianos viven vidas carnales, porque viven sus vidas dependiendo de sus emociones, de ellos mismos y no han permitido cederle el control total de sus vidas a Cristo. Es entregarle el control de nuestras finanzas, emociones, intelecto, sentimientos; es una entrega total del ser humano. Consiste también, en un cambio de actitud, es un actuar por fe. Conforme avanzamos en nuestro caminar en el Espíritu, los ataques del enemigo se incrementaran sobremanera. Puede que muchas veces esos ataques nos hagan tambalear y hasta caer. Pero debemos confiar plenamente en Cristo Jesús, de que él tiene todo bajo control y esta presto a levantarnos e infundirnos ánimo para seguir adelante. Cuando caminamos en obediencia por el Espíritu, este se encarga a través de la Palabra de corregirnos, corregirnos e instruirnos. No debemos depender de emociones pasajeras, para experimentar el perdón de Dios. Solamente apropiémonos de sus promesas y practiquemos la “Respiración Espiritual”.

Debemos también prepararnos para el conflicto espiritual que nos espera. Es una batalla que tendremos que librar con nosotros mismos y con ciertos factores externos, que trataran de impedir que llevemos vidas santas y fructíferas. Por ejemplo el mundo se torna en un enemigo muy poderoso. ¿Qué es el mundo? La biblia nos dice en 1 ra Juan 2:16

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre sino del mundo.

Y también nos previene en 1ra Juan 2:15-17   

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en el. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida no proviene del Padre sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Ahora bien, es importante que comprendamos que no hay nada de malo en tener dinero, propiedades, ni en tener éxito. Sin embargo debemos ser muy cuidadosos en poner nuestros afectos en las cosas materiales, a tal punto de que se vuelvan más importantes que nuestra relación con Dios. Como dice Jesucristo en el evangelio de Lucas:

Porque donde está vuestro tesoro,  allí estará también vuestro corazón.

La carne es otro enemigo a vencer. Nos referimos a nosotros mismos. Esas fuerzas internas que batallan por tomar el control total de mi vida, haciéndome ególatra. Este conflicto en nuestras vidas continuara hasta el día que muramos. Nunca habrá un tiempo en que estemos libres de tentación. Recordemos que nuestra naturaleza caída nos inclina siempre al mal. Sin embargo, este problema es resuelto cuando nosotros disponemos nuestro corazón, mediante un acto de fe, a ser controlados y dirigidos por el Espíritu Santo. De esta manera tendremos las armas necesarias para encarar los enemigos de nuestra espiritualidad.

Debemos entonces, reconocer e identificar nuestros derechos que poseemos como Hijos de Dios, debemos confiar en sus promesas plasmadas en su Palabra y actuar por fe, practicando la “respiración espiritual”, y de esta manera andar en el Espíritu.

Por Mario Samayoa y José Alberto Vega

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