¿Cuál es el Pecado Imperdonable? – Estudio

Introducción

El versículo 31 de Mateo 12 no acaba en la primera parte. Hay una segunda parte que dice: “Mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada”. Y San Juan añade: “Si alguno viere a su hermano cometer peca­do que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte.

Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida” (1 Juan 5:16).

¡Ay del ser humano que un día cometa el pecado contra el Espíritu Santo! Ese “pecado de muerte” no tiene más perdón. Dios puede perdonar todo. Hay esperanza para el más vil pecador, menos para aquel que pecare contra el Espíritu Santo.

Permíteme ahora explicar este asunto: ¿Quién es el Es­píritu Santo? Es la Tercera Persona de la Divinidad. Jesús dice:

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él ven­ga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de jui­cio” (Juan 16:7-8).

¿Cuál es el papel del Espíritu Santo hoy? “Convencer al mundo de pecado”. Es el Espíritu Santo quien trabaja en el corazón del hombre diciendo:

“Hijo, no es por ahí, es por aquí’. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13).

Cuando tú estás haciendo algo que no debes, sientes algo que te está incomodando dentro de tu corazón. ¿Sa­bes lo que es eso? La voz del Espíritu Santo, convencién­dote de pecado, mostrándote el camino y guiándote a toda verdad.

¿Quién me convencerá de que lo que estoy haciendo es malo?

¿El pastor? ¿La iglesia? ¿Mis padres? No. Es el Espíritu Santo. El trabaja allí dentro del corazón, incomo­dando, llamando la atención, abriendo los ojos.

espiritu santo, jesus dice, cielo, pecado

Sólo el Espíritu Santo puede mostramos el camino y damos discernimiento y conocimiento de que estamos erra­dos. Pero él no puede obligamos a hacer algo contra nues­tra voluntad. El respeta nuestra libertad.

El problema comienza cuando empezamos a oír la voz del Espíritu Santo y no obedecemos. Cerramos los oídos. Endurecemos el corazón y al hacer así, nos ponemos en un terreno completamente peligroso.

Permíteme ilustrar este punto. Yo no tengo callos en mis manos porque la mayor parte de mi trabajo no lo hago con las manos. Pero si hoy agarro un hacha e intento de­rrumbar un árbol, es casi seguro que con los primeros ha­chazos que dé me comenzará a doler mi mano. Si yo paro, mis manos siempre continuarán lisas, pero si a pesar del dolor yo continúo, con seguridad aparecerán ampollas; y si prosigo, las ampollas se abrirán, y si continúo, empeza­rán a sangrar. Y si a pesar de todo eso, temerariamente sigo adelante, en poco tiempo aparecerá una piel gruesa que llamamos “callo” y entonces nunca más sentiré dolor en las manos. Estarán llenas de esa especie de cuero duro. Habré perdido la sensibilidad para el trabajo pesado con las manos.

Apliquemoslo a la vida

Apliquemos ahora esta ilustración a la vida espiritual. Nuestro corazón, nuestra conciencia, están cubiertos de una piel sensible a la voz del Espíritu Santo. Cuando an­damos por el mal camino, cuando practicamos un acto pecaminoso, inmediatamente sentimos la voz de Dios ha­blando a nuestro corazón. Duele, molesta, porque nuestro corazón todavía es sensible. Pero si a pesar de sentir la voz del Espíritu Santo continuamos haciendo lo que esta­mos haciendo, tal vez aparezcan “ampollas” dolorosas en nuestro corazón. Y si todavía continuamos así, las ampo­llas reventarán y sangrarán. Y si aún así continuamos te­merariamente en nuestra manera errónea de vivir, con toda seguridad comenzará a aparecer en nuestro corazón aque­lla piel gruesa, tipo cuero, que no sentirá más dolor, ni oirá más la voz del Espíritu Santo. Infelizmente habremos cometido el pecado contra el Espíritu de Dios.

Por qué es imperdonable

Pero, ¿por qué este pecado es imperdonable? No pien­ses tú que es porque Dios se cansó de perdonar, no. Dios nunca se cansará de esperar, suplicar y esperar al ser hu­mano. El problema no está con Dios, sino con el propio hombre, porque la persona que cometió el pecado contra el Espíritu Santo se endureció de tal modo que aunque Dios continúe hablando, llamando y suplicando, el hombre está tan endurecido que no oye la voz de Dios.

El hombre no quiere ser perdonado más, porque para ser perdonado tú tienes que pedir perdón. Pero aquel que peco contra el Espíritu no está dispuesto a pedir perdón, porque no siente más que está pecando. Todo está correcto para él Puede estar en la iglesia, pero lleva el cristianismo livianamente. En el día de culto está en la iglesia, y en los olios días vive como si nunca hubiese conocido a Jesús y lodo está bien. El corazón ya perdió sensibilidad espiritual, no oye más la voz del Espíritu Santo.

Has pecado contra el Espíritu Santo

Tal vez te estés preguntando: “¿Será que yo cometí el pecado contra el Espíritu Santo?” No sé, pero si en este momento tú sientes que Dios está trabajando en tu cora­zón; si tú sientes ganas de correr a él y pedirle perdón, quiere decir que todavía estás sintiendo la voz del Espíri­tu Santo y tú debes alabar a Dios por eso.

En el caso del joven que tuvo relaciones con la chica en el fondo de la iglesia, el hecho de haberme buscado y de­cir con los ojos llenos de lágrimas: “Pastor, ¿será que Dios me perdona?”, es evidencia de que a pesar de haber hecho algo horrible, todavía siente la voz de Dios. El problema es que en el momento del pecado él sentía la voz de Dios gritando, convenciéndolo de pecado, llamándolo, y él con­tinuó adelante, y si él continúa actuando así, tarde o tem­prano acabará por endurecer completamente su corazón.

llama que arde en nuestro interior, espiritu santo, fuego

Lo trágico del pecado contra el Espíritu Santo es que la gente nunca sabe cuándo lo comete. La gente siempre pien­sa, “esta será la última vez”, pero un día, sin percibirlo llegó al punto sin retorno.

En la Biblia encontramos la historia de Sansón. El jugó, jugó y jugó. El nunca pensó que llegaría a entregar el se­creto de su fuerza, pero un día sucedió la tragedia. La Biblia lo relata así:

“Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él” (Jueces 16:20).

¡Qué tragedia! El no sabía que el Señor se había apartado de él; sin notarlo, había llegado al punto sin retorno.

Conclusión

Sí, amigo mío, Jesús vino a este mundo para realizar una obra de juicio. El está ahí hablando, llamando a tu co­razón. ¿Cuánto tiempo hace que tú sientes la voz de Dios, diciendo: “Hijo, es hora de entregarme tu vida”? ¿Hasta cuándo postergarás tú la decisión de entregar el corazón a Jesús? Delante de él no puede haber terreno neutro. O tú aceptas, o rechazas. O corres a sus brazos, o huyes de él. ¿Cuál será tu respuesta?

¿Te gustaría anunciar tu empresa aquí? Leer más

¿Qué opinas? Únete a la Discusión