Pocos comprenden los grandes cambios a los que la sociedad y el medio ambiente se verán sometidos dentro de poco.
En la Biblia hay una profecía muy profunda, que nos incita a pensar. Es acerca de un cambio total de nuestra sociedad envanecida, enfocada alrededor de las ciudades, con una actitud social de competencia, a una sociedad en un hábitat principalmente rural, calmado y pacífico en donde el hombre pueda enfocarse en la creación y el Creador.
En la profecía de Miqueas 4:4 podemos leer sobre el resultado global de esta revolución que se avecina.
Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de de los ejércitos lo ha hablado.
Quizás lo más cercano que hayamos tenido a este tipo de sociedad ha sido la antigua Inglaterra rural. Derrik Mercer y David Putnam, en su esclarecedor libro titulado Rural England—Our Countryside at the Crossroads , describen una escena del sureste inglés que por desgracia está desapareciendo rápidamente: “Esta es una acogedora área campestre donde el césped en las aldeas hace eco cada verano al sonido de algún juego de cricket y el aplauso cortés. Al fondo del aquel verdor generalmente se ve la iglesia del pueblo, que todavía es un lugar de homenaje arquitectónico y espiritual en esta era más secular. La iglesia y la posada, las casas señoriales y las casitas de campo, todas juntas reflejan una historia del impacto del hombre sobre la tierra, que frecuentemente se remonta a unos mil años o más”.
En la década de 1990 mi esposa y yo estuvimos viviendo en Gran Bretaña por 5 años, y de vez en cuando nos alojábamos en alguna posada ubicada en una de esas aldeas idílicas y tradicionales inglesas. Esto era conductivo a una reflexión interesante sobre la forma de vida en el viejo país que, como estos autores afirman, “se remonta a unos mil años o más”.
Pero la Revolución Industrial cambió esa forma de vida. Con el gran progreso de las capacidades técnicas del hombre, se fue denigrando su apego a la tierra y a sus ritmos estacionales. Esa ruptura causó un aumento dramático en las enfermedades ligadas al estrés, enfermedades mentales, y contribuyó a la evolución de una cultura desenfrenada de drogas. Todo esto son señales de una sociedad angustiada en la agonía de una ruina auto-infligida.
Lo que la Revolución Industrial comenzó a principios del siglo XIX ha completado su curso. Hace años que la codicia laboral sacó nuestra labor del mercado. Nuestra capacidad industrial se trasladó al extranjero. Naciones antes y potencialmente enemigas ahora fabrican nuestros productos, incluso componentes clave de nuestro armamento militar, algo que Estados Unidos prometió después de la Guerra de la Independencia que no volvería a suceder. En la última década, EE UU se convirtió en un importador neto de alimentos erosionando aún más su economía una vez independiente. Ahora Estados Unidos se enfrenta al precipicio fiscal. Las ideas para salvar la economía nacional ya se agotaron. Nuestra sociedad, en Estados Unidos, Gran Bretaña y otras naciones angioparlantes, enfrenta problemas sociales y económicos irreparables
En el proceso, los estadounidenses están perdiendo cada vez más la paz mental, y diariamente están sometidos a un terror personal, pensando en que mañana no sólo vendrá el terror islámico sino que también el de perder sus ingresos, la casa, el matrimonio, la familia. Hace miles de años, Dios profetizó que todas estas cosas le sucederían a nuestra sociedad debido a nuestra rebelión contra Él y Sus leyes.
Yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán. (Levítico 26:16).
El estilo de vida norteamericano tiene a penas dos siglos de existir, y ya está cayendo rápidamente en decadencia.
Sin embargo, durante más de mil años, existió un estilo de vida tradicional en la Inglaterra rural, los últimos vestigios del cual aún puede ser disfrutado.
Pero, ¿cuál es la explicación de los dos fenómenos? En gran medida, tiene que ver con esa escritura que menciona a todo hombre sentado “debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de de los ejércitos lo ha hablado”. Tenga en cuenta que hay dos elementos para esta visión del futuro: una economía rural basada en la promoción de la independencia económica del hombre; y… ¡su conformidad con la voluntad de Dios!
Los ingleses descubrieron el valor de la economía rural organizada y construyeron una sociedad alrededor de ésta durante el primer milenio d.C. Hasta cierto punto, sus principios rurales estacionales obedecían a los fundamentos bíblicos, hasta que fueron interrumpidos por la Revolución Industrial y los métodos agrícolas con químicos.
Desarrollándose mucho después de la Revolución Industrial, EE UU ha quebrantado estos dos elementos estabilizadores de la sociedad que garantizan la distribución equitativa de la riqueza nacional. Otras naciones anglosajonas están empedernidas a seguir el mismo rumbo.
Entonces, ¿de qué manera los anglosajones, y finalmente todas las naciones, se liberarán de sus catástrofes actuales para obtener ese previsto futuro de Miqueas 4:4?
Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.
Ellos no lo harán. No podrán. Simplemente esa tarea está fuera de su alcance.
Para poder cambiar el sistema actual, orientado al lucro y a la producción en masa en donde mucha riqueza está concentrada en muy pocas manos, a un mundo donde todo hombre tenga el potencial de capitalizar y mantener su propia granja independiente, necesitamos la poderosa mano de Dios.
Tomado de la revista Trompeta de Filadelfia, de mayo del 2013
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