Donde y Cuando Orar – Estudio Bíblico

Hemos estado pensando en la presencia de Dios ante nosotros, y de nuestra presencia ante el Señor. Ahora se van a proponer algunos ejercicios que faciliten situarse ante Dios, como caso básico para poder orar.

Empieza por buscar un lugar adecuado para tu ora­ción. Aunque en todas partes se pueda orar, un buen sitio puede facilitar la intensidad o el recogimiento de tu oración.

Muchas personas oran en la soledad del campo, o ante las olas del mar, o sentadas en la montaña, contemplan­do las estrellas del firmamento. Esta circunstancia puede dar gran calma y sosiego interior y pone al hombre en contacto con las maravillas de la creación y con su Autor.

Pero tal comunión con la naturaleza no siempre es posible. Además nuestra fe no es solo a base de la crea­ción sino de la intervención personal de Dios en la histo­ria de los hombres.

Situémonos, entonces, en un lugar más al alcance de todos, v.gr. en una habitación de nuestra casa Optemos por un lugar relativamente calmado, no sometido a la interferencia de cuantos entran, salen y pasan, o al tim­brar frecuente del teléfono, o a la distracción de los ni­ños pequeños, si es posible evitarla.

Si nuestra casa es muy reducida y no es posible en­contrar un lugar especialmente apropiado, oremos en la sala o en el comedor o en el dormitorio, pero privilegie­mos las horas que más favorezcan una plegaria intensa, por ejemplo la madrugada o el amanecer, o cuando los niños duermen o cuando están en la escuela, etc.

oracion, orar, cruz, Dios, jesus, palabraBusquemos una silla de respaldar. Ojalá podamos mantener durante toda la oración una posición recta. Por supuesto que el hombre puede orar en cualquier po­sición corporal, pero una posición erguida puede favore­cer nuestra atención.

Cuando el orante se giba, se inclina, o se desmadeja perezosamente, queda en situación corporal que le di­ficulta concentrarse y que le facilita el sueño, la molicie o la distracción.

Si, a pesar de todos los esfuerzos, llega el sueño, será conveniente ponerse de pie. Un ligero balanceo del cuer­po favorece la circulación de la sangre, evita el cansancio y puede fomentar una buena oración.

El Señor Jesús se levantaba antes de que amaneciese y se iba aparte de sus discípulos para poder estar solo cuando hablaba con su Padre.

Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. (Mateo 14:23)

Jesús nos enseña que debemos de orar siempre:

También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. (Lucas 18:1-14)

¿Te gustaría anunciar tu empresa aquí? Leer más

¿Qué opinas? Únete a la Discusión