Este estudio de la encarnación de Cristo, nos mostrará lo majestuoso de este evento.
Introducción:
Su Deidad.
Cristología, que es la parte de la teología sistemática, que estudia a nuestro Señor Jesucristo. Sabemos que para que tuviese lugar la encarnación de Cristo, tenía que existir Cristo pre encarnado. Esto lo podemos encontrar en Juan 1:1 «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.» Como podemos ver antes de la encarnación de Cristo, Él ocupaba el más alto sitial de la Deidad en compañía del Padre y el Espíritu Santo. Esta es su pre-existencia en el cielo como la Deidad.
Significa que antes de lo creado ya existía el Verbo (Cristo), y estaba con Dios. Pero nos afirma que el mismo Verbo era Dios. Que tuvo su existencia desde el mismo principio con Dios. Este pasaje nos demuestra la deidad de Cristo porque dice el “el Vervo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Que más pruebas podemos necesitar para creer en la pre-existencia de la Deidad desde el principio de los tiempos. Juan le está dando a Cristo el más elevado título consagrándolo por todos los tiempos. Nos dice que tenía existencia personal consciente distinta de Dios. Pero que era en sustancia y esencia Dios; que poseía divinidad esencial y propia.
El Significado de la Encarnación
El nacimiento y la infancia del Cristo encarnado
Llamamos otra vez la atención a la distinción entre el nacimiento de Cristo y su encarnación. El nacimiento no es sino un incidente propio de todo lo relacionado con la encarnación. La encarnación -esa estupenda empresa de Dios- comprende el advenimiento de la segunda Persona de la Divinidad para entrar en la familia humana, con el propósito de una eterna participación con ella. Este advenimiento es una de las siete empresas más grandes en la historia del universo: la creación de los ángeles; la creación de las cosas materiales, incluyendo la vida sobre la tierra; la encarnación; la muerte del Encarnado; la resurrección del Encarnado; su retorno en gloria; y la creación de los nuevos cielos y de la nueva tierra. La enormidad del significado de la encarnación no pudiera comprenderla ningún entendimiento humano. Esa comprensión le corresponde al cielo, aunque el propósito redentor de la gracia provee cierta luz con respecto a ella. De otro modo sería inexplicable.
Pero él estaba predestinado a venir a salvar a la humanidad, y para esto, tenía que venir al mundo con un cuerpo terrenal, tenía que nacer como hombre. A esto le llamamos la encarnación de Cristo.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:14).
También se escribió acerca de la venida de Jesús en carne:
“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios” 1 Juan 4:2
“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo”. 2 Juan 7.
Por esto quiso decir que la segunda Persona eterna de la Trinidad tomó la humanidad sobre Sí mismo.
La infancia de Jesús
Por cuanto Lucas estaba determinado a escribir sobre la humanidad de Cristo, nos dejó el más completo informe del nacimiento y de la infancia del Señor, aunque Mateo, que se había propuesto escribir sobre ·el linaje real de Él, también registra, de acuerdo con todo aquello que se relaciona con el Rey, su nacimiento, su parentesco, su nombre; y también la protección divina de que fue objeto. Como Lucas traza la genealogía desde Adán -la cabeza de la raza humana-, así Mateo la traza desde Abraham y a través de David; y las Escrituras tienen mucho cuidado al establecer que tanto María como José, el padre adoptivo, son del linaje de David. Puesto que Marcos se dedica a establecer la calidad de siervo de Cristo, no incluye ninguna genealogía; y Juan tiene en mente la presentación de un retrato de la Deidad del Salvador. Del eterno Logos no hay genealogía. Las dos genealogías de que hablamos -importantes per se- constituyen un estudio en sí mismas.
Se señalaban tres eventos en la vida de un niño varón en Israel: la circuncisión, que se realizaba a los ocho días del nacimiento (Lv. 12:3), la presentación, a la edad de 40 días (Lv. 12:4-7), y la confirmación, a la edad de 12 años (Ex. 34:23; 23: 17) -y el niño varón comenzaba a ser enumerado a partir de los 12 años. En el caso del niño varón escogido para el servicio público, había un reconocimiento y una consagración cuando comenzaba dicho servicio, pero esto no sucedía antes de que el hombre tuviera por lo menos 30 años de edad (Nm. 4:3). En lo que se refiere a la observancia de los tres eventos, la ley que los exigía se cumplía perfectamente. En relación con el cuarto, Cristo, siendo de edad de 30 años, se apartó y se consagró por medio del bautismo. De esto se dirá más en el siguiente capítulo.
Por el lado humano:
«…el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él» (Lc. 2:40). «Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» (Lc. 5: 52).
Cada fase de estas declaraciones es reveladora. Registran el desarrollo de Uno que es muy diferente de lo que es normal en la infancia. Lo que lo diferencia a Él de todos los demás es el hecho de que Él no cometió nunca ni el más leve pecado.
El llegó a la madurez y a su ministerio público, sin haber realizado ni siquiera pensado lo que fuera indigno de Dios. El fue a la cruz como el Cordero de Dios, sin mancha, santo, inocente y apartado de los pecadores. Su manera de aparecer en el Templo a los 12 años de edad, confirma el carácter distintivo del niño Jesús. Sin embargo, a pesar de su pureza e impecabilidad con que se apartó El tan completamente de todos los hombres para Dios, la Biblia dice que estuvo «sujeto» a sus padres legales. Con esta escasa información tenemos que juzgar todo lo que ocurrió durante sus primeros 30 años; pero es suficiente, y fue planeada cuidadosamente para que sepamos lo concerniente a su niñez, su adolescencia y su juventud.
María tenía realmente muchas cosas en las cuales meditar y muchas cosas para guardar en su corazón. Así entró a la familia humana el Dios-Hombre. Su advenimiento -la importancia del cual sobrepasa a nuestros conocimientos- había sido predicho a través de las Sagradas Escrituras por todos los profetas y videntes. La expectativa por Él se encuentra desde el proto-Evangelio de Génesis 3:15 hasta su regreso a la tierra en gloria.
El es la bendición para todas las naciones en la promesa de Dios a Abraham, el León de la tribu de Judá, el Rey eterno del trono de David, y el Hijo de la virgen previsto por Isaías. La mayor preocupación de cada uno de los dos pasajes que predicen su nacimiento es la de establecer que El debía nacer del linaje de David, y sentarse en el trono de David para siempre (ls. 9:6, 7; Le. 1:31-33). De estos dos grandes propósitos -el uno para la tierra, centrado en Israel, y el otro para el cielo, centrado en la Iglesia- Cristo es el Ejecutor y Consumador. Cuando sea el Ocupante eterno del trono de David, toda la tierra será llena de su gloria. Como Cordero cuya sangre de Redención fue derramada, y que se levantó de entre los muertos. El llegó a ser el Primogénito de muchos hermanos, los cuales forman una compañía que El conduce a la gloria del cielo. El llegó a ser Hijo en cinco sentidos distintos: Hijo de Adán, Hijo de Abraham, Hijo de David, Hijo de María, e Hijo de Dios. Del mismo modo, Cristo fue el Prometido de Jehová en cuatro aspectos
El nacimiento y la infancia de Cristo
Diferentes. Sobre esta verdad ha escrito el Dr. C. l. Scoficld:
«(1) El ‘renuevo de Jehová’ (Is. 4: 2), es decir el carácter de Cristo como ‘Emanuel’ (Is. 7: 14), que habrá de manifestarse plenamente al pueblo de Israel, ya restaurado y convertido, después del regreso del Señor en gloria (M t. 25: 31);
(2) El ‘renuevo de David’ (Is. 11:1; Jer. 23:5; 33:15), esto es, el Mesías, ‘del linaje de David según la carne’ (Ro. l: 3), manifestado en su gloria terrenal como Rey de reyes y Señor de señores; (3) el ‘Siervo, el Renuevo de Jehová’ (Zac.3: 8), la humillación y obediencia del Mesías hasta la muerte, según Is. 52:13-15; 53:1-12; Fil. 2:5-8; (4) ‘el varón cuyo nombre es el Renuevo» (Zac. 6:12, 13), es decir, su carácter como el Hijo del hombre, ‘el postrer Adán’ , ‘el segundo hombre’ (1 Co. 15:45-47), quien reinará como Sacerdote y Rey sobre la tierra, o sea en el dominio que el primer Adán recibió y perdió. Mateo es el Evangelio del ‘Renuevo de David’; Marcos, del ‘Siervo, el Renuevo de Jehová’; Lucas, del ‘varón cuyo nombre es el Renuevo’; Juan, del ‘Renuevo de Jehová'» (Biblia Anotada de Scofield,pág. 691).
Por medio de su advenimiento al mundo, Cristo llegó a ser el Cumplidor de todos los propósitos divinos y de todas las esperanzas del Antiguo Testamento, y la respuesta a la necesidad del mundo perdido. El Señor Jesucristo que ha existido desde la eternidad y que existiera por toda la eternidad pero tuvo que encarnarse y para eso tuvo que nacer de mujer y morir en una cruz. Hecho pecado por nosotros, para darnos la salvación; el regalo más grande que pueda existir. En su encarnación fue rechazado por los hombres.
Siendo Cristo el Dios Todopoderoso, el Padre eterno, como Hijo es sometido a tu toda obediencia por medio del sufrimiento.
El bautismo del Cristo encarnado
Esta parte de la discusión general sobre la vida y el ministerio del Hijo encarnado de Dios se centra sobre el evento específico del bautismo. Consideraremos la doctrina del agua o bautismo ritual en su relación con judíos y cristianos. Por ahora, sólo vamos a considerar un bautismo particular: el de Cristo. No hay aspecto de la vida de Cristo sobre la tierra que haya sido tan mal comprendido como el bautismo. Esta mala comprensión se evidencia por la amplia variedad de significados más o menos contradictorios o de modos de practicarlo. Es obvio que, aunque todos estos significados y modos pudieran ser inciertos, cualquiera de ellos pudiera también ser verdadero. A la luz de esta confusión de ideas que prevalece y de la manera dogmática en que se expresan las teorías, es necesario tener el mayor cuidado con el fin de que este asunto sea estudiado en forma desprejuiciada. No podemos introducir aquí una investigación completa, ni abrigamos el deseo de engendrar más contienda entre aquellos que, sobre todas las cosas, no cambiarían su manera de pensar ante el mundo incrédulo. Las cuestiones generales que deben contestarse son: 1) ¿Por quién fue bautizado Cristo? 2) ¿Por qué razón fue El bautizado? 3) ¿De qué modo fue bautizado? 4) ¿Es el bautismo de Cristo un ejemplo para los seguidores suyos de esta era? 5) ¿Qué otros bautismos experimentó Cristo?
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