Breve Estudio Sobre la Iglesia y el VIH

El ladrón no viene sino a hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan: 10:10

¿Cuál es la respuesta que la iglesia tiene ante el VIH?

¿Está preparada para dar consuelo espiritual a los afectados?

¿Qué debe hacer con los miembros de la congregación que estén afectados?

¿Qué nos dice la Biblia al respecto?

Esta y muchas interrogantes surgen a partir de una realidad concreta como lo es el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

Los desafíos en el área de VIH y SIDA, requieren acciones desde una Iglesia debidamente preparada y organizada para enfrentar esta realidad. Esta acción conjunta debe ir acompañada por diferentes actores de la sociedad, para de esta manera integrarse, para proveer soluciones y programas más que todo dirigidos a la prevención. Esta motivación y compromiso para responder al VIH se sustentan en los valores que orientan a la sociedad y a los que la Iglesia como institución rectora y promulgadora tienen. La iglesia esta llamada a dar una respuesta sistematizada y de misericordia a la epidemia del VIH. Debe contribuir a erradicar los mitos que sobre esto se han creado, dar información correcta, hacer desaparecer el estigma y la discriminación hacia las personas con VIH en las comunidades donde trabajan. Deben desaparecer en el mal uso de citas bíblicas, definiendo el VIH-SIDA, como un “castigo de Dios”. Si nosotros examinamos más detenidamente los milagros de sanación por parte de Jesús, nos enseñó que la sanación (sanidad) de cualquier enfermedad es incondicional. Al tocar a los leprosos los sanó en su totalidad, dándoles la oportunidad de regresar a la sociedad e integrarse como personas productivas. Esta acción del Maestro, nos enseña que la Iglesia está obligada a trabajar y estar con la gente marginada de la sociedad.

No me detendré a dar pormenores acerca de la sintomatología del VIH-SIDA, solamente explicare unos pormenores ya que no es este el tema que deseo exponer, pero si nos aportara mucho el conocer sobre esto. Primeramente VIH significa: Virus de Inmunodeficiencia Humana. Cuando el VIH entra al organismo a través de la sangre, el virus empieza a debilitar lentamente el sistema inmunológico (las defensas naturales del cuerpo). En los países desarrollados, una persona con VIH podría vivir una vida saludable, sin mayor problema por más de 10 ó 15 años, antes de mostrar síntomas de una enfermedad; pero en América Central y otras regiones en vías de desarrollo, el período es mucho más corto, alrededor de 5 años, debido a la falta de dieta adecuada y el acceso a los centros de atención.

El tiempo en que pueden ser detectados los primeros síntomas de la enfermedad se llama: “período de incubación”. Durante este período, la persona no sabe que tiene VIH si no se ha hecho la prueba, pero puede infectar a otras personas. El VIH se transmite por el intercambio de fluidos corporales específicos. Pueden ser: el semen, líquido pre-eyaculatorio, sangre, secreciones vaginales, mucosas anales, vaginales, fluido menstrual y leche materna. El VIH está nulo o en poca, cantidad para ser infeccioso en: la saliva, la orina, las lágrimas, las heces y el sudor de una persona con el virus; por eso no hay suficiente cantidad para infectar a otra persona.

Las formas más comunes de transmisión son: relaciones sexo-genitales sin protección con una persona que tiene el virus, contacto sanguíneo por medio de transfusión de sangre o intercambio de jeringas de una persona con el virus y trasmisión vertical por medio de una mujer con VIH a su bebé, antes o durante el parto o por darle de mamar.

A groso modo esta es una breve descripción de la enfermedad y sus formas de transmisión.

La iglesia debe ofrecer respuestas al VIH, nadie está ajeno a este flagelo, todos más de alguna manera hemos sido afectados, ya sea por algún familiar, un amigo o un conocido que está infectado o ha fallecido. Lo que menos debe hacer la Iglesia es marginar a las personas. El impacto que trae esto en la familia, la comunidad y la Iglesia es tremendo. Financieramente son afectados, ya que cuando la persona infectada, es la que trabaja y es el sostén para la familia; emocional y físicamente también son afectados, ya que deben darle atención y cuidado al enfermo y afecta psicológicamente, ya que se trata de mantener un “silencio” en el hogar para que los vecinos no se den cuenta de nada.

Pero ahora veamos lo que nos dice la Biblia en Juan 10:10 

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir;  yo he venido para que tengan vida,  y para que la tengan en abundancia.  

amor, Dios, iglesiaNos explica claramente que la idea de darnos vida, es para todos y todas y no hay preferencias. El Dios de la Biblia es un Dios de amor y de la vida, la inclusión y apoyo a personas con VIH, debe ser parte de los planes anuales de cada Iglesia, tomar en cuenta que dentro de sus mismas congregaciones pueden haber miembros infectados, que quizá no lo saben o no quieren decirlo.

Los líderes de las Iglesias deben capacitar a sus miembros para poder actuar en un caso como estos. Recordemos, el pasaje aquel de Mateo 25:35-36 que dice:

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

Podríamos incluir en esta cita como a modo de ejemplo (Aunque sabemos que Jesús no pudo padecer de esta enfermedad): “tuve VIH-SIDA” y me ayudasteis. ¿NO LO CREE?

 Por:  Mario Samayoa y José Alberto Vega

El VIH y las Iglesias: Respuestas desde las comunidades de Fe, Guatemala, 2011
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