Las Leyes del Reino – Estudio

INTRODUCCION

En la Biblia encontramos frecuentemente mencionar acerca del Reino de Dios. Se menciona como un gobierno mundial, que al final de los tiempos será establecido aquí en la tierra. El  Rey de reyes será nuestro Señor Jesucristo. En ese preciso momento vendrá a tomar posesión y gobernara a las naciones con vara de hierro. Eso es lo que la Biblia nos enseña, en cuanto al Reino de Dios, como un sistema político de orden divino. Jesucristo en su primera venida a la tierra, se dedico a enseñar y a proclamar acerca del Reino de Dios.

… Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del Reino de Dios. (Marcos 1:14)

¿Qué viene a su mente cuando piensa en el Reino de Dios?, probablemente pensemos que se trata de una utopía o algo parecido. En este estudio vamos a aprender cómo se define un reino y que leyes lo rigen.

Dios en su eterno plan de Redención culminara su obra recuperando lo que se había perdido, el mundo que nuestros primeros padres entregaron a Satanás, por fin será entregado al Rey de Reyes y Señor de señores: JESUCRISTO!!!!!

Las leyes del Reino de Dios, entrada, cielo

I. EL REINO DEFINIDO

El diccionario de la Lengua Española define “Reino” como un “Territorio o Estado con sus habitantes sujetos a un rey”. Entonces, cabe la pregunta: ¿Quiénes son los habitantes de un reino?, primero tiene que haber un rey. El rey es la cabeza, el que tiene el control. ¿Sobre quienes tiene el control? El rey gobierna sobre sus súbditos, habitantes del reino o dominio. ¿A través de qué los controla o gobierna? El usa leyes. De este modo, el Reino de Dios es como cualquier otro reino en su estructura. Tiene un Rey quien rige a sus súbditos por medio de una serie de leyes.

La entrada a este Reino es posible a través de un renacimiento personal, en Juan 3:3, Jesús le responde a Nicodemo así:

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.

Su meta final es reemplazar el orden del mundo actual, según Apocalipsis 11:15

El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

II. El REINO PERDIDO

El huerto de Edén fue el Reino de Dios aquí en la Tierra. Él era el Rey. Recordemos que el hombre seguía instrucciones de Dios, era su administrador. Le fue entregado el mandato cultural, bajo el cual tenía el dominio sobre todo ser que habitaba el huerto; veamos Génesis 1:27-28:

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Que fue lo que sucedió después, pues todo lo que el Señor les había entregado lo cedieron al engañador. Se lo sirvieron en bandeja de plata, fueron engañados por la astuta serpiente: Génesis 3:6 lo ilustra así:

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Este engaño le costó muy caro, ya que a partir de ahí la humanidad se puso en rebelión contra Dios, y todos los males que hoy día abaten a la humanidad, tienen su origen en ese fatal momento. Quebrantaron la ley porque Dios les dio el poder de elección cuando los creó a Su imagen y semejanza. El hombre prefirió gobernarse a sí mismo y rechazar los mandatos divinos. El Reino de Dios demanda obediencia total. El plan de Dios aparentemente había fallado cuando el hombre desobedeció. Pero Dios no lo dio por perdido. El desarrollo un plan maravilloso para redimir a la humanidad.

Toda la Biblia nos explica el plan de salvación, ese plan de redención de Dios para establecer su Reino. Entonces podemos ahora decir que todo reino tiene súbditos.

III. LOS SUBDITOS DEL REINO

Todo reino lógicamente tiene súbditos que están gobernados por un rey. Actualmente todavía existen monarquías las cuales aunque son solo simbólicas ejercen cierta influencia en los gobiernos de turno. Se les rinden honores, tienen privilegios, se les recaudan impuestos, en fin llevas vidas de verdaderos reyes. El hombre eligió auto dirigirse, rechazaron a Dios como Rey; podemos leer en la Palabra de Dios como ellos pasaron de una Teocracia a una Anarquía; hacer lo que bien les parecía, auto gobernándose; Jueces 21:25 nos lo dice:

En estos días no había rey en Israel; cada uno hacia lo que bien le parecía.

Pidieron al profeta Samuel un rey, nos lo dice 1ra Samuel 8:5

Y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.

A lo que el Señor les contesto por medio del profeta Samuel en el verso 7:

Pero el Señor le respondió: Atiende cualquier petición que el pueblo te haga, pues no es a ti a quien rechazan sino a mí, para que yo no reine sobre ellos.

Claramente ya no querían ser súbditos de su reino.

¿Cómo nos convertimos en súbditos del Reino de Dios? Un hombre llamado Nicodemo hizo esta pregunta a Jesús. Jesús le respondió diciendo, “Tienes que nacer de nuevo”, esto no significa un nacimiento natural, sino espiritual a una nueva forma de pensar, obedeciendo nuevas leyes a un nuevo Rey. Un súbdito es obediente, responsable y está comprometido con el reino al cual sirve. Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, dijo que era la luz y la sal del mundo, y que nosotros debíamos serlo también, esto significa que debemos influenciar positivamente el reino de oscuridad con la luz del Reino de Dios. Comprendamos que el Reino de Dios surge en  medio de confrontación, cuando Jesús nació recordemos que el pueblo de Israel era una nación oprimida por el imperio Romano. Los encargados de guiar espiritualmente al pueblo judío, estaban a la orden de el reino que los tenía oprimidos; Jesús los confronto, y por eso ellos lo asesinaron. El Reino de Dios se encuentra en fricción con los reinos del mundo; nosotros como súbditos del Reino, entramos en esa confrontación. Nuestro deber y obligación es arrebatar a los súbditos de los reinos del mundo hacia el Reino de Dios. Ahora bien, los súbditos deben cumplir ciertas leyes:

IV. LAS LEYES DEL REINO

¿Qué es lo que se nos viene a la mente cuando pensamos en las leyes de Dios?, la mayoría quizás pensemos en los Diez Mandamientos que el Señor dio a su pueblo a través de Moisés en el Antiguo Testamento. Es un buen comienzo. Al cumplir estas leyes nuestra vida cristiana se fundamenta. Pero el detalle que Jesús vino a cumplir estas leyes y a magnificarlas. Debemos cumplirlas más allá. Jesús al inicio de su ministerio, enfatizo las leyes del Reino de Dios, para que todo aquel que quiera ser parte de él, las tenga en cuenta y las practique. Veamos en Mateo: 5:21:

Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

Este es un ejemplo de como se magnifico la ley. A continuación veremos otros textos que nos menciona algunas leyes del Reino que Jesús nos enseñó: Mateo 5:27-28:

Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

Versículo 38-39:

Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiriere en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.

Verso 41-42

Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

Podemos decir, entonces, que las leyes del Reino son un asunto del corazón. El siempre adujo que debe haber una actitud diferente hacia nuestro prójimo. No importa lo que este escrito en el papel, realmente lo que interesa es la actitud con la que hacemos las cosas. En Mateo 19:16-24 leemos una historia muy interesante entre un joven rico y Jesús, aquí parte de la conversación que tuvieron:

Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿Qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús le dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: si quieres ser perfecto, anda vende  lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven sígueme. Oyendo el joven estas palabras, se fue triste porque tenía muchas posesiones.

Jesús uso esta experiencia para enseñarles a sus discípulos sobre el Reino. Les dijo que difícilmente entrara un rico en el Reino de los cielos. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino. Que difícil fue para el joven rico el cambiar de actitud, y compartir su riqueza con los pobres. Claramente vemos que el si cumplió la ley escrita, pero la ley del Reino de dar y compartir, que dura fue para este joven. Jesús comenzó enseñando a la gente leyes que ya conocían, pero pidiéndoles ir más allá, convirtiéndolo en un asunto del corazón y no en uno que tiene que ver con la conducta. Esas son las leyes del Reino. No es fácil el seguir estas leyes, Él Señor mismo advirtió que son pocos los que “entran por la puerta estrecha”. La  enseñanza en Mateo 5, 6 y 7; donde encontramos las bienaventuranzas o el Sermón del Monte, allí es donde están la mayor parte de las leyes de Reino. Les animo a no solo leerlas, sino también estudiarlas y practicarlas.

Este pequeño estudio acerca de las Leyes del Reino, nos reafirma que debemos seguirlas, pero con una actitud diferente. Lo que nos debe mover es que como súbditos, estamos en la obligación de cumplirlas y vivirlas diariamente en nuestro entorno.

No es fácil el camino, es una tarea ardua, pero con la ayuda del Espíritu Santo en nuestras vidas, se encarga de guiarnos y ayudarnos a cumplirlas, debemos hacer estas leyes una realidad en nuestras vidas, escribirlas en nuestro corazón, y de esa manera estaremos ayudando a la conquista de los reinos de este mundo, el objetivo es traerlos al Reino de la Luz, de nuestro Dios.

Por  Mario Samayoa

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