Libro de Lamentaciones – Estudio

jeremias, profeta, biblia, personaje biblico, lamentacionesEste libro trata acerca de la destrucción de Jerusalén en el 587 A de C en manos de Nabucodonosor II. Colocado en las Escrituras como parte del grupo de texto relacionado a las fiestas judías, atribuído a Jeremías a partir de su versión griega a pesar de que la predicación del profeta no armonice con el contenido del libro.

Sus capítulos están estructurados con relación al alfabeto hebreo, por lo cual hubo esfuerzos por hacer coincidir la totalidad de la obra como fruto de un mismo autor. Pero, las diferencias en el orden alfabético, en la estructura de las estrofas y en las concepciones de cada capítulo desaconsejaban esta hipótesis.

El libro de las Lamentaciones expresa, en versos elaborados, una reflexión auto-crítica a partir del profetismo y al mismo tiempo una profunda inquietud con el sufrimiento y la falta de perspectiva, puesto todo ello delante de Dios. Una imagen femenina personifica a la ciudad, imagen que ilumina la situación en la que vivían las mujeres de entonces.

En la Biblia hebrea, el pequeño conjunto de estos cinco capítulos se sitúa en las Escrituras dentro del tercero y último conjunto de las obras definidas como Sagrada Escritura. Y dentro de esta colección se sitúa dentro del subgrupo de obras denominadas de megillot (los rollos), que abarca los textos de referencia para cada una de las cinco fiestas judías anuales. En este subgrupo, las obras parecen estar ordenadas conforme a la cronología de los supuestos autores.

En la versión griega surgió la asociación de este libro a Jeremías, tanto por la anteposición de un encuadramiento (que es ampliado en el versión latina) atribuyéndole los lamentos, cuanto por el desplazamiento del libro, hasta ponerlo al lado del libro profético respectivo.

Por tanto, conviene recordar que la inconformidad con la destrucción de Jerusalén en el 587 A de C, quizá el acontecimiento más traumático de la historia de Israel, subsiste en casi todos los capítulos (apenas Lam 3 tiene un tono más conformista), entra en un gran conflicto con la predicación atribuída a Jeremías. Algunos pasajes (por ejemplo Lam 4,20) difícilmente se conjugan con el mensaje del profeta.

Lo que si se puede afirmar es que algunas formas de expresión, por ejemplo algunas imágenes usadas por Jeremías, pueden ser encontradas en el libro de las Lamentaciones, sin embargo esa misma afinidad puede ser observada también con relación a Ezequiel. Dentro de la investigación científica, Wiesmann fue el último gran defensor de Jeremías como autor del libro de las Lamentaciones. Harrison, a pesar de que reconocía la dificultad de esta postura, optó por mantenerla

El título de libro “Lamentaciones” es ’ekah en la Biblia hebrea, Qrhnoi en la Biblia de los LXX y tOnyq tanto en la versión siria como en el Talmud babilónico. La expresión Qrhnoi es utilizada en la Biblia de los LXX para traducir tOnyq. La última expresión aparece asociada a Jeremías en 2Cro 35,25, donde se refiere a los lamentos fúnebres compuestos para Josías.

Pese a que Lamentaciones no puede ser definido como un lamento fúnebre, ni se hace allí referencia a Josías, este texto pudo haber influido en el surgimiento de esta denominación, que parece ser muy antigua, pero probablemente no original. No obstante, esta denominación refuerza los trazos de lamento fúnebre presentes en el libro.

Uno de ellos es la interjección de dolor fúnebre ’ekah, que consta como título en la BH, y que da inicio a los capítulos 1, 2 y 4. Otros detalles del texto hebreo pueden ser obtenidos en la última edición crítica llamada BHQ en la cual, Rolf Schäfer elaboró la parte referente a Lamentaciones, con introducción, notas y comentarios.

Cada uno de los cinco capítulos se divide en 22 conjuntos de versos simples (Lam 5), de versos dobles (Lam 4), de versos triples (Lam 1-2) o de tres versos (Lam 3). Los cuatro primeros capítulos inician cada uno de estos conjuntos con la letra correspondiente al alfabeto hebreo, siendo que en Lam 3 cada uno de los tres versos de cada conjunto se inicia con una nueva letra del alfabeto, recurso denominado “acrosticismo alfabético”.

Hay una divergencia en la secuencia utilizada en el primer capítulo, que tiene una posición media, v.g. el orden alfabético de estas letras puestas en orden invertido, y que es utilizada en los capítulos 2 y 4 es rara, aunque fue confirmada arqueológicamente.

Esta diferenciación es un argumento considerable para la diversidad de autores envueltos en la composición del libro, hasta el punto de que algunos exegetas, especialmente los que abogan por una composición unívoca de Lamentaciones como Renkema, están tentados a proponer justificativos para esta alteración secuencial, especialmente con hipótesis relacionadas al proceso del transmisión del texto.

Lam 5, por la posición que ocupa y por el correspondiente número de versos, es considerado por la gran mayoría de los exegetas como igualmente ligado a esta lógica de referencia alfabética, siendo inclusive llamado –el capítulo 5 un poema “alfabético”. El recurso del acrosticismo alfabético, sin significación propia, también ha sido apuntado como indicio de la influencia sapiencial y de distanciamiento de los eventos al que los poemas se refieren. Otra interpretación que ha ganado fuerza desde Gottwald es que este elemento genera un límite y da una idea de totalidad al tratamiento “de A a Z”.

En cuanto a la construcción de los poemas, Budde identificó en sus versos un ritmo que él llamó de “quiná”. Se trata de una desigualdad entre las mitades de una línea poética, en general con una primera parte que es mayor con relación a la segunda, al punto que ésta parece incompleta.

Se suele hablar de un ritmo en una relación 3:2 entre las mitades de la línea poética; sin embargo existen divergencias en la forma de establecer el ritmo, así como también en la constatación de muchos versos que no se adaptan a este encuadramiento, incluso usando criterios más exclusivos; esto sin hablar de Lam 5 que se aleja de esta proporción casi completamente. Este ritmo en “quiná” sería típico del lamento fúnebre, pero también se da en otros géneros.

La interjección inicial, el ’ekah, se da la inicio del los capítulos 1, 2 y 4, los cuales tienen mayor afinidad con los llamados géneros, tanto de lamento fúnebre como del así llamado género de lamento para la ciudad, en la forma como parece haberse suscitado en el profetismo de los siglos precedentes a la catástrofe de 587 aec Esta expresión de dolor, de horror, de pérdida irreparable que asocia estos poemas al universo del sufrimiento, ciertamente no es ocasional, sino que le confieren un toque funesto irreversible.

La exacerbación poética tiene un toque de súplica, pues la ciudad no dejó de existir, no fue completamente destruida, sino que aún sigue siendo habitada. Al poner el dolor delante de Dios, en su forma expresiva más extrema, se pretende provocar una reacción divina, aun cuando esta demanda pueda ser interferida.

El exegeta de origen judío Hedwig Jahnow, víctima del nazismo, identificó los elementos de géneros hebreos ligados al lamento fúnebre. Entre aquellos que están presentes en el libro de las Lamentaciones se destacan, a más de los versos en quiná y de los gritos de dolor vistos anteriormente, también el contraste entre el “antes” y el “ahora”, la contraposición entre las situaciones pasadas y las presentes.

Este contraste está bien presente en Lamentaciones, puesto que se compara constantemente la situación feliz y confortable del pasado, con las angustias del momento en el cual se sitúa el texto.

Lamentaciones, con su contenido cruel y forma organizada, deja muchas interrogantes abiertas: ¿Cómo fueron escritos estos poemas? ¿Por un autor o por varios? ¿Cuándo fueron compuestos? ¿Después de que evento histórico? ¿Fue en el transcurso de décadas o de siglos? ¿Hay un mensaje en Lamentaciones? ¿O existen varias teologías en tensión? Estas preguntas están relacionadas entre sí, y es bueno dejar claro que no posible llegar a una conclusión definitiva.

Hay indicios intra-textuales de que su composición tuvo inicio poco tiempo después del 587 aec y que, por lo menos, se extendió por varias décadas. Entre los poemas hay una diversidad que aborda algunos temas, lo que refuerza la idea de que estos poemas reflejan momentos en la concepción teológica y situacional.

Existen muchas hipótesis sobre la composición, a más de diferentes secuencias propuestas para los capítulos. Sin embargo, hasta hoy prevalece la secuencia propuesta por Kaiser. Este exegeta consideró Lam 2 el poema más antiguo, lo que fue admitido entre los que se decantaban por el surgimiento sucesivo de los capítulos.

Pero, más allá de la vivacidad de las descripciones allí observadas, este autor percibió la afinidad que tiene con Lam 1, aunque también concluyó que en este capítulo los temas estaban teológicamente más maduros, y que Lam 1 desarrollaba las preguntas de Lam 2.

También observó que Lam 4 retomaba las preguntas abordadas, tanto en Lam 1 como en Lam 2, siendo, por lo mismo, un capítulo posterior a estos dos. La mención de Edom es considerada importante a la hora de situar el capítulo.

Lam 5 pudiera tener un núcleo más antiguo, pero debería haber sido compuesto en un género literario diferente –el lamento comunitario-, lo que sería característica de una fase posterior.

Lam 3 debió ser el último capítulo en ser compuesto. La mezcla de géneros de lamentos individuales y colectivos, las afinidades con porciones tardías de Job y el tono sapiencial hacen de este capítulo, según consenso de otros exegetas, un producto tardío; sin embargo, Kaiser llega a suponer una fecha que se extiende a mediados del siglo IV aec (Lam 5 tendría una fecha anterior, pero por apenas décadas).

Kaiser considera el surgimiento de Lamentaciones entre el final del siglo VI y mediados del siglo IV aec). Berges, en el mejor comentario de Lamentaciones con el que contamos en la actualidad, presenta la misma secuencia, aunque avala la composición de los capítulos a mediados de los siglos VI y V, lo que implica la composición de cuatro de los capítulos en poco más de medio siglo; apenas Lam 3 debió ser compuesto en el siglo V.

Este autor hace importantes observaciones, útiles para la datación de los capítulos, por ejemplo, hace notar que Lam 4 no menciona la destrucción del templo, lo que nos hace suponer su reconstrucción; incluye a los sacerdotes entre los culpables de la tragedia (esta postura hubiera sido improbable durante el exilio), con lo que empieza a afinarse una insipiente “teología del resto”.

Este exegeta interpreta Lam 4,20 de bastante personal: los exiliados debieron haber pensado que podían vivir (bien) a la sombra del ungido (Joaquín), entre los pueblos.

Una interesante variación de la hipótesis de composición sincrónica, que es intermedia a la hipótesis diacrónica, fue presentada por Brandscheidty seguida por Albertz: el autor de Lam 3 pudo haber sido el compilador de Lam 2, 1 y 5, y sería igualmente el autor del Lam 4, a partir de los lamentos ya existentes.

 También este autor-compilador tendría responsabilidad en la integración y armonización final de los capítulos. Frevel considera que Lam 3 habría sido compuesto para unificar los primeros cuatro capítulos, mientras que Lam 5 puso haber sido agregado posteriormente.

Como ya fue mencionado, hay investigadores actuales como Renkema, que defienden una composición sincrónica de Lamentaciones. Renkema y Brandscheidt asocian la integración o composición sincrónica a esquemas de significación concéntricos, que serían identificables y que atravesarían los capítulos.

Ocurre que estos esquemas son construidos de forma bastante forzada o demasiado amplios, y no son, por tanto, convincentes. Otros estudiosos como Hillers, Gerstenberger, Dobbs-Allsopp y Berlin se eximen de considerar seriamente una diacronía entre los capítulos.

En 1998, Dobbs-Allsopp publicó un estudio sobre el lenguaje de Lamentaciones, comparando los trazos del hebreo tradicional o pre-exílico (Standard Biblical Hebrew – SBH) y los indicios de un hebreo pos-exílico o tardío (Late Biblical Hebrew – LBH).

Este investigador concluyó que Lamentaciones da muestra de encontrarse aún en un estadio de transición entre estas fases de la lengua hebrea; también resaltó la semejanza existente con los resultados obtenidos con el análisis hecho al libro de Ezequiel. Dobbs-Allsopp observó también que Lamentaciones, con base a estos criterios, parece anteceder a algunos libros proféticos pos-exílicos.

El articulista, desgraciadamente no llega a detallar sus observaciones para los diversos capítulos; sin embargo, un análisis preliminar de sus anotaciones deja entrever una mayor concentración de indicativos de posterioridad lingüística en Lm 3.

A mediados del siglo pasado, Kramer (sumerólogo) identificó un texto sumerio como “Lamento sobre la destrucción de Ur”, en el que Kraus (biblista), asoció los capítulos de Lamentaciones. Kraus remarcó algunas semejanzas de expresión, pero sin llegar a suponer una dependencia literaria.

La percepción de la existencia de un género sumario que trataba de la destrucción de ciudades e incluía lamentos, hace surgir la hipótesis de una posible influencia mesopotámica en el libro de Lamentaciones. Algunas divergencias, como el hecho de que este texto sumerio esté centrado en la restauración del templo destruido y en la re-introducción de la estatua de la divinidad, llegó a alimentar la idea de que Lamentaciones también pudiese estar relacionado.

Con el descubrimiento del cuatro nuevos textos del mismo tipo, se fortaleció la idea de un género específico llamado entonces “Lamento Sumerio por la Ciudad Destruida”. Dos décadas después, en el marco de un rechazo general a las asociaciones expresadas entre textos mesopotámicos y textos bíblicos, McDaniel rechazó la idea de una dependencia literaria entre estos textos.

Alegó esencialmente que las expresiones bíblicas citadas como similares por Kraus serían autónomas, y que los paralelos sumerios compuestos más de mil años antes, debieron haber estado archivados, estando, por tanto, fuera de uso por siglos. En la misma línea, otros estudios demostraron que hubo formas derivadas de este género sumerio que fueron bastante comunes y que estuvieron efectivamente en uso hasta el periodo seleucida.

Gwaltney intenta hace fluir de los lamentos sumerios por la ciudad, y de sus variantes, algunas características de Lamentaciones. Ferris combate esta idea, y prefiere someter las formas de lamento sumerio al género de lamento comunitario vetero-oriental, sugiriendo que se lo defina a partir del tema y del modo que son tratados, y no a partir de las formas que son usadas.

Westermann también prefiere ver aquí expresiones similares como fruto de una cultura y de experiencias ancestrales parecidas, dejando sin consideración cualquier influencia más directa. La evaluación más profunda de estos y otros textos sumerios llevó a una caracterización más adecuada de lo que pudo ser un género de lamento para la ciudad, y trajo también un redimensionamiento de la relación entre Lamentaciones y este género sumerio para la investigación más reciente.

Un resultado importante fue la percepción desarrollada por Dobbs-Allsopp, de que hubo un género mayor de lamentación para la ciudad destruida, con variantes y desarrollos particulares. Una expresión de ello estaría en los oráculos contra las ciudades del profetismo pre-exílico, que consistían en una expresión particular hebrea que se expresa también en el libro de Lamentaciones.

Wischnowski realizó un estudio detallado sobre la “personificación de Sión” en estos textos proféticos, y consideró que serían una línea típica de los lamentos sumerios: la personificación de la ciudad destruida que grita a la diosa correspondiente. La relación de Lamentaciones con el profetismo aún carece de investigación y discusión.

Boase ofrece un acercamiento importante de este tema, a partir de una perspectiva predominantemente sincrónica, que merece ser profundizada y discutida.

Partiendo de la personificación de Sión, la imagen de mujer que presenta Lamentaciones también es objeto de discusión en la actualidad. Mientras Guest deplora la imagen femenina vinculada, O´Connorve indicios de participación de la mujer en el tema, Häuslconsidera una co-autoría femenina en el libro de Lamentaciones, y Van Dijk-Hemmesavala la presencia de mujeres en el libro.

La fuerte y específica presencia de mujeres en el ámbito del lamento funerario y su decisiva actuación en este espacio, favorece una identificación del texto con sus preocupaciones. La humillación de la mujer en el libro de Lamentaciones es, por cierto, deplorable. Pero eso forma parte de la tragedia que no se quiere silenciar; es parte de los horrores que son relatados en el libro y que a todos atañe ¿Qué se puede decir sobre Lamentaciones? El cuidado en la forma como se presentan los versos y la vivacidad de sus imágenes realza los horrores a los que alude.

El uso de metáforas que se complementan y de las contraposiciones poéticas que se suscitan, impiden la distinción de casos particulares de víctimas. Con ello se produce un grito de angustia, de dolor y de horror, de una amplitud todavía mayor, con una absorción de significado que permite a innumerables generaciones adentrarse en este imaginario terrible con sus propios pesares y sufrimientos. Esta es quizá una de sus características principales: es una “obra abierta”, que desafía a cada lector a que se sumerja y dé sentido a estos poemas, a partir de su realidad. Linafelt destaca este aspecto especialmente cuando se refiere a Lam 2.

El texto se resiste a ser reducido en sí mismo, y que el sufrimiento que expresa un significado, una postura, un encaminamiento cualquiera, se identifique con lo que se pone como interrogante para los lectores.

A pesar de que ciertas percepciones parecieran corroborar todo esto como  responsabilidad propia, y de allí el castigo divino, la fuerza de las imágenes que se destacan en el texto acaban resaltando la falta de sentido de la destrucción y de la violencia sufridas, resultando entonces en un clamor delante de esa realidad y delante de su Dios.

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