El más Grande Acto de Amor – Estudio Bíblico

La propia naturaleza y el carácter de Dios son revelados a través de su mayor acto de entrega cuando ofre­ció a su Hijo, Cristo Jesús, como el sacrificio supre­mo por la humanidad. Como padre, ni siquiera puedo intentar entender el dolor que nuestro mara­villoso Padre celestial tuvo que soportar al permitir que su Hijo tuviera una muerte tan horrible en la cruz del Calvario.

Hago todo lo que está a mi alcance para prevenir cualquier cosa mala que pueda ocurrirles a mis hijos. Me preocupo cuando tienen un mal día en la escuela o se lastiman una rodilla mientras juegan. Cuánto más habrá sufrido el corazón del Padre al ver a su Hijo precioso y perfecto rechazado por los hombres a quienes vino a salvar. Lo abofetearon, lo azotaron, lo hirie­ron con una corona de espinas y lo crucificaron entre viles criminales.

Oh, mi amigo, nunca dude ni por un momento del precioso amor que nuestro Padre celestial tiene por usted y por mí. No hubo nada más que el Padre pudie­ra hacer para demostrarle su amor que enviar a su Hijo para que muriera en nuestro lugar y por nuestros pecados. Así como sintió el sufrimiento infligido a Jesús, la idea de que hombres y mujeres pasaran la eternidad en el infierno le dolió más aún. Nunca se ha dado un regalo más grande, ni jamás ha podido un amor como el suyo ser igualado en toda la historia.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Dios, amor, niños, estudio

Si el Padre sacrificó tanto para darnos una manera de disfrutar la vida eterna con Él, ¿es lógico que un Dios con tal amor quiera dejar de bendecir a sus hijos? La clara respuesta del apóstol Pablo es tan categórica hoy como lo fue en el primer siglo:

Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con El todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; so­mos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni princi­pados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8.31b-39, énfasis añadido).

Con frecuencia oigo al Dr. Oral Roberts decir: «¡Dios es un Dios bueno!» ¿Qué podría ser más cierto? Sé que usted, como yo, ha experimentado en diferentes maneras y en muchas ocasiones la bondad de Dios. En efecto, todo lo bueno en nuestras vidas es un regalo directo de nuestro amoroso Padre celestial, como lo afirma Santiago 1.17 en forma tan categórica:

«Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación».

¿Te gustaría anunciar tu empresa aquí? Leer más

¿Qué opinas? Únete a la Discusión