Ok, Tu Sermón Está Completo, pero…Hay una Manera de Mejorarlo

En el presente estudio veremos algo de suma importancia para todo predicador: Ok, Tu Sermón Está Completo, pero…Hay una Manera de Mejorarlo

Escritura: Juan 17:1-11

El contenido del sermón es sólido y la aplicación da en el clavo, pero, hay una forma más para mejorarlo.

Recientemente, he estado trabajando en desacelerar mi predicación. No soy un orador particularmente rápido, pero a menudo no dejo intencionalmente espacios o pausas.

Normalmente, esto se debe a que estoy nervioso. Tengo temor que la gente no entienda mi sentido del humor o que piensen que me he quedado en blanco. Pero la realidad es que, -desacelerar – es un regalo.

preparacion, sermon, fuerte, homiletica, predicar, predicadorAquí hay siete razones porqué debemos desacelerar:

1. Da a la gente un espacio para la adoración.

Creo que nosotros, podríamos ser un poco mas responsivos con nuestra audiencia en nuestras predicaciones… ¿Amen?

Alguien estaba compartiendo recientemente conmigo su experiencia de tener niños con una discapacidad de aprendizaje, y notó que las iglesias con más interacción les ayudaron en su participación.

Pero para los adultos, dejar un espacio es una oportunidad para responder a la adoración. Para crear una atmósfera adecuada que venga sobre nosotros, el predicador tiene que tener el coraje de parar y esperar.

2. Da un espacio a la risa.

Si estoy nervioso por una frase graciosa que acentúa algo, me apresuro. Y no da tiempo a la gente a entender la broma, y no deja lugar a reír.

Escuche, los buenos comediantes – su comunicación tiene un ritmo muy esporádico: línea fuerte. Risa. Línea fuerte, fuerte, fuerte. Risa.

El punto es, un comediante sabe cuándo parar y conseguir una reacción. Los predicadores no somos  comediantes, pero si el predicador está tratando de meter un poco de gracia a la gente, tendrá que tener el valor de permitirles reaccionar… incluso si se tratara de un silencio de muerte.

3. Ayuda a los feligreses a permanecer conectados.

Toma una gran cantidad de energía cerebral enfocarse en un mensaje hablado en nuestra cultura de la distracción, pero una manera de hacerlo más fácil para la gente es… tranquilícese. Baje la velocidad.

Eso podría significar cortar cinco minutos de contenido para que pueda frenar y decir más a un ritmo más espaciado para que la gente pueda seguirlo. Recuerde – nosotros los predicadores tenemos la maldición del conocimiento. Vemos claramente la conexión de un pensamiento a otro, pero la mayoría de la gente necesita que nosotros pausemos  para que ellos puedan hacer la conexión por sí mismos.

4. Crea una sensación conversacional.

A veces, cuando me dejo llevar en la predicación, acelero. Pero cuando me escucho a mí mismo, a veces siento más como una perorata que una conversación amorosa.

Cuando vayamos más despacio, se siente más personal – las personas no vienen a escuchar un «mensaje a la nación» en día domingo. Vienen a escuchar un buen amigo, que viaja  junto a nosotros, guiándonos a través de la Escritura.

5. Da  a la gente confianza en el predicador.

A pesar de que se siente incómodo para nosotros, hacer una pausa, en realidad dar la impresión de que el predicador se siente confidente. Es un movimiento verbal que dice: «OK, escuche bien necesito decir esto de la manera correcta»

6. Ayuda a que el predicador unifique sus pensamientos.

Sé que me encuentro predicando demasiado rápido cuando encuentro que mis frases se mueven más rápido que mi cerebro – eso es también un poco peligroso. Porque nunca sé lo que va a salir de mi boca de esa manera.

A veces, durante el sermón, tengo que recordarme a mí mismo que está bien para bajar la velocidad. Me hace sentir menos presionado para armar una cadena compleja de pensamientos más elocuente y me da tiempo para pensar bien mis palabras.

7. Ello le da al predicador espacio para orar.

Sé que esto suena loco, pero nunca olvidaré cuando escuché a John Piper hablar de la experiencia de la orar por su congregación, al tiempo que predicaba. Esto tenía total sentido para mí.

Soy del tipo de persona que necesita un montón de cosas en mi mente para enfocarme en una cosa – a medida que predico, estoy a menudo pensando en otras cosas. La mejor manera que he encontrado para hacer frente al «chico errante» es orar.

Dejar espacio en mi predicación permite al «segundo hombre» que es el Espíritu Santo, actuar.

¿Crees que es imposible? Pruébalo.

Por: Nicholas McDonald

Traducido por: José Alberto Vega

ScribblePreach.com

Nicholas McDonald es esposo de la encantadora Brenna, padre de Owen y Caleb, estudiante de Maestría en Divinidad en el Seminario Teológico Gordon Conwell y asistente/juvenil pastor de enseñanza en Carlisle Congregacional Church. Se graduó con su licenciatura en Comunicación de Olivet Nazarene University, estudió literatura y escritura creativa en la Universidad de Oxford, y ha sido orador a nivel internacional en campus universitarios, retiros juveniles, graduaciones, etc. Publica artículos sobre escritura, predicaciones y las arte en www.Scribblepreach.com , ha sido presentado en The Gospel Coalition,  Knowlovelive.org y Challies.com . En la actualidad reside en South Hamilton, MA.

¿Te gustaría anunciar tu empresa aquí? Leer más

¿Qué opinas? Únete a la Discusión