Si Tu no, ¿Quién? – Estudio

Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él. Juan 9:23

Los padres del hombre que fuera curado estaban con miedo. Los judíos habían amenazado que si alguien declaraba que Jesús era el Cristo, sería expulsado de la sinagoga. Esto era un asunto muy serio porque afec­taba la situación religiosa, económica y social de los que sufrían la sanción. Por eso, a pesar de que en lo íntimo de su ser no les restaba duda alguna de que Jesús era el Cris­to prometido, tuvieron miedo y transfirieron la responsa­bilidad al hijo, alegando que él ya tenía suficiente edad para responder por sí mismo.

Una linda mezcla de verdad y mentira, ¿te das cuenta? Hoy tal vez le llamaríamos a eso una manifestación de prudencia o una salida estratégica o un gesto de relacio­nes públicas, no sé. En el fondo, sin embargo, era cobar­día, miedo de comprometerse, temor de asumir una posi­ción, vergüenza de declarar que se ponían del lado de Je­sús y que estaban listo a seguirlo.

Cuando el cristianismo es encarado apenas como el hecho de pertenecer a una iglesia o aceptar una nueva re­ligión, entonces la decisión está fundada sobre cimientos de arena. Nadie muere por una filosofía o por una idea. Los héroes mueren por personas. Las ideas son apenas instrumentos para hacer felices a las personas.

iglesia, cristianos, cruz, Cristo, DiosEl verdadero cristianismo no es una relación con ideas o doctrinas. Es relacionarse con la maravillosa persona de Jesús. Es él Quién da sentido a las ideas y vida a las doctri­nas. Saquemos a Jesús del cristianismo, y sólo quedará un montón de historietas muy interesantes para pasar el tiem­po, pero sin poder para transformar vidas.

Por ejemplo, si un joven acepta a Cristo, como perso­na, se sentirá orgulloso de decir que lo ama y que le entre­gó la vida. Si por otro lado, apenas está convencido de una nueva filosofía de vida, ni siquiera entenderá por qué hizo o deja de hacer cualquier cosa.

Pregunta a un joven que sólo aceptó una iglesia, por qué no va a una boite, y él te dirá que es porque la iglesia no se lo permite. ¿Entiendes? Lo que determina su vida es la iglesia, la doctrina, la religión, y en muchos casos, el pastor o los padres.

¿Te has enamorado de Jesús?

 

Pero cuando el joven se enamora de Jesús y llega a la conclusión de que no puede vivir sin él, cuando en su vida Cristo no es una simple teoría, cuando su cristianismo es una experiencia personal, no tendrá reparo en defender ideas que son instrumentos al servicio de una persona: Jesús.

Conozco a jóvenes que tienen vergüenza de llevar la Biblia cuando van a la iglesia porque los amigos podrán verlos en la calle. Conozco cristianos que trabajan años en una empresa y nadie sabe que ellos son cristianos.

¿Cómo vencer la timidez? La solución es simple: Ve a Jesús y pídele que te dé un corazón capaz de amarlo. Enamórate de Jesús y aprende a vivir con él la más bella ex­periencia de amor. Permite que Él participe de tu vida día a día. Cuando ores, habla con él como si fuesen amigos; abre tu corazón y cuéntale tus sueños, tus planes, tus alegrías y tristezas, en fin, todas tus luchas.

¿Te sientes injustamente tratado, incomprendido? Cuén­tale todo a él. Deja que Jesús no sea tan sólo tu Salvador, sino también tu gran Amigo. ¿Acaso tú no tienes orgullo de andar con un amigo en la calle? ¿Acaso tú no dices a todo el mundo que eres amigo de una persona famosa?

“Edad tiene, preguntadle a él”.

¡Qué pena! Ellos podían explicar todo. Ellos sabían todo. Ellos conocían detalles de la historia, sólo que ellos no estaban comprometidos porque no habían pasado por la experiencia personal que el hijo había tenido.

¿Y en cuanto a ti? ¿Ya te encontraste con Jesús en el camino de la vida? ¿Ya viste que en tu experiencia se ope­ró el milagro de la transformación? ¿Tienes algo para con­tar a las personas sobre tu experiencia con Cristo?

Un día los amigos se pueden acabar. El pastor que te enseñó la doctrina puede ser recogido por la muerte, tus padres pueden pasar al descanso, el templo puede ser de­teriorado por el tiempo y hasta la doctrina puede evolu­cionar a la luz de la Palabra de Dios, pero Jesús es eterno. En él no existe mudanza ni sombra de variación. El es la piedra angular. Si tu fe y tu cristianismo están sustentados en él, entonces tu salvación está garantizada.

En una de las principales plazas de Tokio existe una enorme estatua de Buda, con los brazos cruzados y los ojos cerrados. Todo el mundo imagina que aquel dios no está durmiendo, sino que está apenas meditando; sea como fuere, está con los ojos cerrados. Pero en Salmos 121:4 encontramos una maravillosa promesa que dice: “He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”. Nues­tro Dios es un Dios siempre vigilante, siempre con los ojos abiertos.

Los peregrinos que anualmente se dirigían a Jerusalén para participar de las fiestas, cantaban este salmo mien­tras iban andando por el camino. Hoy es conocido como el salmo de los viajeros. Todo el salmo habla de lo que el salmista espera de su Dios a lo largo del viaje.

Un Dios personal

Tú tienes un Dios personal que se preocupa por ti. Co­noce tu entrada y tu salida. Siempre será tu sombra a tu mano derecha. No dejará que resbale tu pie; el sol no te incomodará de día, ni la luna de noche, porque tu Dios está por encima de todos los dioses. No es simplemente un nombre; no es sólo un “iluminado” que pasó por la historia; no es simplemente una filosofía de vida o una estatua de mármol. Es un Dios personal que se interesa por los detalles de tu vida; él ve tus lágrimas, se regocija con tus alegrías y se entristece con tus tristezas. Sufre cuan­do tú, en tu humanidad, te apartas de él, porque él te ama y lo que más desea es vivir contigo una experiencia diaria de comunión personal.

Tal vez en este momento aparezcan ahí en tu corazón preguntas como estas: “Si Dios está siempre vigilando, ¿por qué mi padre murió en aquel accidente de tránsito? ¿Por qué no cuidó de mi hijo? ¿Dónde estaba él cuando todo sucedió?” Bueno, recuerda que Dios se hizo hombre para entender mejor tu humanidad y responder a tus inquietudes. No necesitaba hacerlo porque era Dios, pero además de salvarte era necesario que sacara las dudas de tu cabeza. Se hizo hombre y murió en la cruz, y en los dolores de la agonía también clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

¿Dónde estaba el Padre cuando toda la tragedia aconte­ció aquel viernes de tarde? Si él nunca duerme, ni dormi­ta, ¿por qué no vino para guardar la vida de su propio Hijo?

No estoy intentando que tú “entierres la cabeza como el avestruz”, no. Simplemente estoy mostrando que por detrás de todo sufrimiento humano, existe un propósito educativo, que sólo el tiempo se encargará de revelamos.

¿Por qué escribo todo esto? Porque el otro día me en­contré con alguien que dijo:

“Pastor, me gustaría amar a Jesús, pero no puedo. El fue injusto conmigo, llevando a mi padre cuando yo toda­vía era un niño”. A lo que le pregunté por qué estaba en­tonces en la iglesia. Y esa persona me dio una respuesta muy triste. “Porque tengo miedo de salir y recibir otro castigo peor de Dios”.

¡Ah!, amigo mío, ¿de dónde sacan los hombres la idea terrorista de Dios? ¿Y cómo puede el ser humano ser feliz en la iglesia de ese modo?

Naturalmente una vida cristiana mirada de esa forma, sólo puede ser una vida sin compromiso. Al final de cuen­tas, si yo trabajo en una empresa sólo para ganar un suel­do, trabajaré únicamente mientras me vigilan. Si ellos se descuidan, trataré de distraer el tiempo de otra forma; to­tal, no existe compromiso y amor hacia los líderes de la empresa.

“Edad tiene, preguntadle a él”.

Dios nunca permita que salga de nuestros labios una expresión así. Que tu vida sea siempre una carta abierta donde las personas puedan leer claramente el amor de Je­sús.

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