Siempre en la Presencia de Dios – Estudio Bíblico

Para dialogar se requiere que los interlocutores estén presentes uno a otro. En la oración, diálogo entre Dios y los hombres, se requiere también una mutua presencia del Señor ante los hombres y de éstos ante Dios. Los orantes siempre deberán decir, como el centurión:

Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado. (Hechos 10:33).

El Señor está siempre presente a los hombres, pero estos no siempre lo están ante El.

El hombre puede vivir como ausente del Creador, por causa del pecado o de la distracción. Hay gente que ignora la presencia de Dios, o que trata de evitarla, o que actúa como si no la conociera.

El pecado nos lleva a evitar la presencia del Señor: Adán y Eva, en el paraíso, pretendieron esconderse del rostro divino

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. (Génesis. 3:8-10).

Parecida ilusión tuvo Caín:

He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. (Gen. 4:14).

También Jonás, temeroso de la presencia divina, quiso huir, embarcándose para Tarsis

Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. (Jonás. 1:3)

Y el salmista se pregunta a dónde huir para no ser des­cubierto:

¿A dónde me iré de tu Espíritu?  ¿Y a dónde huiré de tu presencia? (Salmos 139:7).

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Pecar es tener miedo de los ojos divinos, es creer que porque uno cierra los ojos se apaga también la mirada divina, es pensar que basta meter la cabeza en la arena, como el avestruz, para que el Señor no nos divise y nos olvide.

Un hombre de Dios decía que no hay sino un lugar para que se esconda quien teme a Dios, y es en el mismo regazo amoroso del Padre. Como las ranas que se lanzan al agua ante el menor peligro, así nosotros podemos hundirnos en la bondad de Dios cuando empezamos a temer el rigor de su justicia. La solución al pecado no es la huida sino la cercanía.

El pecado es el país de la lejanía. Por eso Pablo dice:

Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. (Efesios 2:13).

Todo cristiano debe “caminar en la presencia del Se­ñor:

Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos. (Lucas 1:76).

En ella encontrará siempre la pleni­tud del gozo:

Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre. (Salmos 16:11).

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