El Cetro de Dios – Reflexión

Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quien sabe si para esta hora has llegado al reino?. Ester 4:14

¿Alguna vez se ha encontrado usted entre la espada y la pared? ¿Alguna vez ha tenido que tomar decisiones importantes en su vida?

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La historia que nos ocupa en esta ocasión, es una hermosa historia de coraje, valentía y decisión. La vida de una nación entera estaba en manos de una mujer judía. Es la historia de Ester, una mujer tremendamente valiente, decidida y con una profunda confianza en Dios.

Corrían los días del reinado del rey Asuero, este rey gobernaba desde la India hasta Etiopía, la capital del reino se llamaba Susa. Una de las curiosidades de este libro, es que no se menciona para nada la palabra “Dios”. Aunque su intervención se hace notar desde el principio de la narración de la historia.

Sucedió que después de que Ester fue investida como reina, pues halló gracia a los ojos del rey Asuero, el cual le concedía todo lo que ella pidiese. Todo iba de maravilla, hasta que surge un personaje malvado llamado Amán, un tipo que odiaba a los judíos y trama una conspiración de esta manera:

… Y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo. (Ester 3:6b)

La motivación de este personaje era porque el rey le había dada cierta autoridad, y todos debían arrodillarse ante su presencia, cosa que Mardoqueo no hacía. Entonces el rey aprobó el plan maléfico de Amán y le dio vía libre contra los planes de aniquilamiento del pueblo judío.

Mardoqueo, el tío de Ester, no le quedo otra alternativa que buscar a Ester, el pensó que en su posición de reina ella intervendría por su pueblo. El problema era que la reina, aún no había revelado su origen judío al rey. Era un secreto. Mardoqueo, se da cuenta de los planes de Amán y se viste de cilicio en señal de dolor por lo que estaba por suceder; nos lo dice el verso 1 del capítulo 4:

Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de cenizas, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor.

Al darse cuenta la reina Ester de esto, se llenó de mucho dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo y quitarle el cilicio. Pensemos un momento en estos hechos y reflexionemos en nuestras vidas.

Cuantas veces, en medio del dolor o las dificultades, necesitamos un abrazo, una palmada en el hombro, o simplemente el silencio de una buena compañía simplemente para escucharnos. La situación de Amán, su profundo dolor a causa de lo que acontecería a su pueblo; no se iba a calmar con unos vestidos. Su dolor era del alma. Ester no lo percibió así, por esta razón él no los acepto.

… Entonces la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas él no los aceptó. (Ester 4:4b)

Mardoqueo le hizo saber a la reina, todo lo que Amán había acordado con el rey Asuero. La destrucción de la nación judía, traería dividendos económicos al reino. Eso motivó al rey, la avaricia. Ante esto Mardoqueo le pide a la reina que interceda ante el rey por su pueblo; ella le objeta que no puede presentarse ante el rey sin ser llamada, hacerlo le podría costar la vida.

Entonces Ester dijo a Hatac que le dijese a Mardoqueo: Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir; salvo a aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días. (Ester 4:10-11)

Claramente la reina Ester, tenía temor. Era su vida la que estaba en juego. Nuestras vidas a veces, se enfrentan a situaciones parecidas a nuestra historia. A veces hay que tomar decisiones importantes. Debemos sortear obstáculos que pueden parecer infranqueables. Nuestras decisiones pueden afectar nuestras vidas y en consecuencia las de otros. Cuando Mardoqueo supo lo que Ester pensaba al respecto, le envió a decir:

… No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? (Ester 4:13).

En otras palabras la puso entre la espada y la pared. Ella debía tomar una decisión práctica, arriesgarlo todo, aunque eso le costara su propia vida. He aquí la valentía y decisión de esta gran mujer, inmediatamente ella le respondió a Mardoqueo así:

Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. (Ester 4:16)

Que tremenda decisión la que tomó la reina. Pero lo mas importante es la actitud que tomó para ir preparada ante el rey. Pidió que todos en un mismo sentir se unieran, y fueran de un mismo sentir.

A veces, nuestras vidas están faltas de solidaridad y misericordia, ante las situaciones de otros. A veces hace falta tan solo, hablar con las personas para darnos cuenta de que su necesidad espiritual es muy grande, y es ahí, donde debemos solidarizarnos con ellos y ser de un mismo sentir. No sabemos si nuestras palabras lleguen oportunamente a esas vidas vacías y tristes.

Mardoqueo, le dijo algo parecido a Ester ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?. Definitivamente no estamos aquí por mera casualidad, y puede ser que estas palabras usted amigo lector las este leyendo casualmente. Puede ser que en estos precisos momentos usted las necesitaba, o su amigo, su familia, su jefe, sus compañeros de estudio, etc. Pues déjeme decirle que, Dios esta atento a lo que le sucede. Ester arriesgó su vida, Mardoqueo le hizo entrar en razón y el final de la historia fue así: la reina se presento ante el rey y para sorpresa de todos, ella obtuvo gracia ante los ojos de Asuero, y le extendió el cetro de oro, en señal de que le concedería todo lo que ella pidiera.

Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces vino Ester y tocó la punta del cetro. Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará. (Ester 5:2)

Que maravilloso final, digno de una reina.

Déjeme decirle, amigo lector, que nuestro Dios, quiere extenderle su cetro, no de oro, sino más que eso: su cetro de misericordia y perdón. Ante las dificultades de la vida, pida dirección divina, tome la mejor decisión, solidarícese con los demás y arriésguelo todo para la gloria de nuestro Creador. Nada sucede por casualidad, Dios puso a Ester en ese puesto, en el lugar y el momento adecuado, para salvar al pueblo judío. Usted mi estimado lector, no esta leyendo esto por pura coincidencia. Recuerde que en el lugar donde esté, en su trabajo u oficio, Dios le tiene allí con un propósito. Usted puede ser un medio de bendición para muchas personas que necesitan consuelo. Extiéndales su ayuda solidaria y cumpla el propósito de Dios.

Por Mario Samayoa

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