Para Grandes Males, un Gran Dios – Reflexión

Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en GRAN MAL y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, GRANDE y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos. (Nehemías 1:3-5)

Nehemías es un libro rico en historia y lecciones de liderazgo. En este bello libro nos damos cuenta de como Nehemías toma la dirección de una nación que estaba asolada, desprotegida y con un pueblo en total desánimo a causa de la cautividad, a la que había sido llevado el pueblo de Israel.

Si revisamos el contexto histórico del libro de Nehemías, descubrimos que fue escrito más o menos en el año 425 a. C. Nos relata la historia de Nehemías cuando regresa a Jerusalén, con la cooperación del rey persa Artajerjes, que gobernó desde el año 444 a C. Comisionado por este, viaja a Jerusalén con el propósito de restaurar la ciudad desolada e infundir ánimo en sus compatriotas, que como lo describe nuestro texto se encontraban en Gran Mal y afrenta. Nehemías atendió el llamado de su pueblo y regresó a Jerusalén, no sin antes planificar lo que llegaría a hacer. Dentro de las reformas que hizo a su llegada a su nación, están: Reconstruir los muros de la ciudad, que habían sido destruidos por Nabucodonosor, reformas al templo, restablecer Ley, pedir perdón por el pecado del pueblo, restablecer el día de reposo y a la familia.

Dios, grande, fuerteTengamos en cuenta estas reformas. Podemos notar que llegó a devolverle la identidad a su pueblo. Nehemías estaba en una posición muy alta en el reino persa. Él podía haberse olvidado de la situación de su pueblo en Jerusalén y el estado de la ciudad misma. El informe de la situación que recibió de sus hermanos en la cautividad era que se encontraban en una tremenda calamidad, no era un mal pequeño, era grande. El muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas.

Permítame detenerme en este punto. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado nosotros en igual condición en nuestras vidas? Puede ser que estemos sintiendo que los afanes y problemas de la vida están a punto de derribarnos y que todo esta a punto de terminar. Nuestros muros mentales que hemos levantado, están a punto de caer y nos dejaran en zozobra y en soledad. Con estos muros mentales, lo único que pretendemos es esconder nuestras propias debilidades y temores, que a la larga, lo único que hacen es traernos frustración, tristeza y vulnerables. Literalmente nos encontramos en un GRAN MAL, no encontramos salida y mucho menos respuestas. Los días se tornan grises y sin propósito. Se nos cierran las puertas de las posibles oportunidades que tenemos para solucionar nuestros problemas. Mentalmente nos encontramos ofuscados y llenos de dolor e impotencia, ante determinadas situaciones.

Lo interesante de esta historia, es la respuesta que Nehemías, tuvo hacia el clamor de su nación. Esto lo vemos en el verso 4 del capítulo 1 y nos dice:

Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.

Notemos la actitud de Nehemías, de conmoverse profundamente, a tal grado de sentarse a llorar. Quizá Nehemías se sentía impotente ante tal situación, pero no solo se sentó a lamentarse, sino que su actitud fue de humillarse ante Dios y clamar por ayuda y dirección. ¿Qué actitud tomamos nosotros? ¿Nos sentamos a llorar y lamentarnos? ¿Venimos al trono de la gracia para obtener el oportuno socorro? La escritura en  Hebreos 4:16 nos aconseja que hacer:

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Que importante es acudir a Él y exponerle nuestra causa. Si su corazón esta destrozado a causa de alguna dificultad o problema, sepa que por más grande que sea el mal o la afrenta, usted cuenta con la ayuda y el socorro oportuno de un GRAN DIOS!!!!

La oración que Nehemías hace, es una de las más emocionantes en la escritura. Comparada con la que el rey David hace en el Salmo 51, cuando cayo en pecado. Notemos en el versículo 5 la postura espiritual de Nehemías:

Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, GRANDE y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo,  que hago ahora delante de ti día y noche,  por los hijos de Israel tus siervos;  y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti;  sí,  yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti,  y no hemos guardado los mandamientos,  estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo. (Nehemías 1:5-7)

La humildad, la reverencia y el reconocimiento de la grandeza y la gloria de Dios es la postura que toma la oración de Nehemías. Después de 142 años de cautiverio en Babilonia, parecía que Dios se había olvidado de su pueblo. Pero en fe, Nehemías ruega a Dios que recuerde su pacto con ellos.

Nehemías se dio cuenta que su pueblo se encontraba en un GRAN MAL, pero el sabía que contaba con un GRAN DIOS; al cual podía acudir en actitud humilde, pero con una fe tremenda. La misma que cambio el destino de su nación. Nehemías lideró una restauración tremenda en la nación judía reconstruyendo las murallas en un tiempo record de 50 días. Sus reformas hicieron que la nación entera se humillara y retomaran su obediencia a Dios. Su reforma al templo, a la observancia del día de reposo y a la familia, fueron simbólicamente los primeros tres ladrillos que Nehemías coloco en ese nuevo muro, que las adversidades habían derribado y que ahora era nuevamente levantado, con la ayuda y la colaboración de un GRAN DIOS.

Estimado lector, le animo a que reconstruya los muros de su  vida, con humildad y plena confianza en nuestro GRAN DIOS. Tome la iniciativa en usted mismo, analice su vida, elabore un informe de su condición interior, ejercítese espiritualmente a través de la oración, la meditación de la Escritura y por que no del ayuno frecuente. Las mejores batallas se ganan de rodillas ante nuestro Creador. Que los desafíos y situaciones de la vida, no le derrumben; recuerde esto en todo momento para un GRAN MAL, contamos con UN GRAN DIOS!!!!!

Por Mario Samayoa y José Alberto Vega

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