Informe de Lectura del Libro: El Concepto Calvinista de la Cultura

Este el informe de lectura del libro El concepto Calvinista de la cultura de Henry R. Van Til, para estudiantes de licenciatura en teología del MINTS, Miami International Seminay, SIMES  para El Salvador.

Capítulo I. El concepto del problema planteado.

El concepto de que “el cristiano está en el mundo pero no es del mundo”, es el gran dilema de la humanidad. Los cristianos hemos asumido una actitud negativa hacia todo lo que tiene que ver con los aspectos culturales de la vida, por la sencilla razón que decimos que no somos de este mundo, entonces ¿A qué mundo pertenecemos? Si decimos que somos parte del mundo por involucrarnos en las actividades culturales creemos que estamos rechazando las enseñanzas bíblicas. Todo esto porque el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19). Históricamente el cristianismo no podía cerrar sus ojos y su mente a la cultura Greco-Romana, según el testimonio de Pablo. El mundo cultural de ese tiempo era un amor puramente pagano y para la glorificación de la mente. Así la cultura Helenista se alzaba en fuerte contraste y oposición a los estándares del Evangelio, que demandaba la sujeción del cuerpo, la crucifixión de la carne. Los cristianos son llamados a la santidad y han de estar involucrados activamente en la auto-purificación. ¿Pero cómo es posible visualizar esta actividad de los creyentes fuera de la cultura? La cultura pagana era vista como obra del diablo, entonces ¿cómo podían los cristianos permanecer puros en una sociedad impura? Existía una creciente mundanalidad de la iglesia. En consecuencia, el “mundo” perdió la connotación ética que conlleva en la Escritura. La Reforma Protestante buscó la restauración del todo de la vida.

Capítulo II. El concepto de la cultura.

La cultura es a menudo concebida con demasiada estrechez. Le falta tanto alcance como percepción, amplitud y profundidad. El hombre completo debe estar involucrado en los aspectos artísticos, científicos, y sociales de la naturaleza. William T. Herridge dice que “una persona totalmente culturizada es una quien se halla completamente madura en todos los aspectos de su vida, de manera que es capaz de cumplir el propósito de su creación”. Mathew Arnold dice que la cultura es la “búsqueda de nuestra perfección total…” Se debe de tomar en cuenta que el hombre en su fe está pactalmente relacionado con un Ser que es trascendental, y, debido a esta relación pactal el hombre tiene un destino eterno, que trasciende la cultura, por ser él espiritual. El hombre vive por ideas e ideales, es una criatura de fe. La cultura es una empresa social, no es realizada en aislamiento. En este sentido la cultura tiene una perspectiva que trasciende al hombre. Pues la cultura es el cumplimiento del proceso de modelado con propósito de la naturaleza en ejecución de la voluntad creativa de Dios.

Capítulo III. La relación entre religión y cultura.

La religión es un fenómeno universal; nunca se ha encontrado jamás un pueblo sin religión. Entonces, ¿Cuál es el rol de la cultura en la religión? Y ¿Cuál es el rol de religión en la cultura? Tillich ha captado la idea en una línea incisiva, “La religión es la sustancia de la cultura y la cultura, la forma de la religión”. Ningún hombre puede escapar de esta determinación religiosa de su vida, puesto que Dios es el hecho ineludible, siempre presente, de la existencia del hombre. Dios puede ser amado u odiado, adorado o degradado, pero no puede ser ignorado.  Por lo tanto el hombre tiene una estrecha relación con la cultura, pues, aunque el hombre está innegablemente interesado en Dios (la esfera de lo sobrenatural), también está relacionado con la naturaleza y con el mundo total del espíritu. Pues la fe religiosa siempre trasciende la cultura y es el principio y poder integrador del esfuerzo cultural del hombre. Entonces, la religión ha de ser distinguida de la cultura, pero no separada de ella. La religión consiste de culto y cultura.

Capítulo IV. El calvinismo definido.

Entre muchas variedades de Protestantismo, el Calvinismo se destaca por tener un significado determinado, bien definido, en la historia. Kuyper y Warfield, dos de los intérpretes modernos de Calvino, presentan el Calvinismo como la forma más pura del Cristianismo bíblico. Para ellos simplemente es la interpretación más autentica, y más amplia de la Palabra de Dios.

El Calvinismo, como sistema bíblico de pensamiento, no difiere en género de otras formas de interpretación teísta y evangélica de la revelación especial de Dios, no solo desea, con Agustín, pensar a la manera de Dios, sino que también busca traer cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Co 10:5). Este sistema es el mismo que nosotros llamamos la Fe Reformada y puede ser estudiado en la Institución de la Religión Cristiana de Calvino.

El primer principio del Calvinismo es el reconocimiento de la Escritura como la Palabra de Dios. Este fue el principio formal de la Reforma Protestante. F. W. Kampschulte, sostuvo que la doctrina de la predestinación era el pensamiento central de Calvino, mientras A. Schweitzer vio la gloria de Dios como el principal elemento en el pensamiento Calvinista. Sin embargo, esta doctrina no puede ser llamada el principio formativo del Calvinismo. No es la idea raíz, sino más bien una de las consecuencias lógicas de elevado teísmo.

Capitulo V. La concepción calvinista del pecado y sus efectos en la cultura.

Para una evaluación apropiada de la cultura moderna, es de suprema importancia la cuestión del pecado y sus efectos sobre el hombre y su mundo. Debido a su caída en el pecado, el hombre no se transformó en algo menos que hombre; no, el no perdió su humanidad. El pecado no invalidó el mandato cultural ni excusa al hombre de cumplir su tarea cultural. Aunque el hombre rehúse funcionar como titular y  vice-regente de Dios, Dios no suprime, por esa causa, ni el pacto ni las demandas de su mandato cultural.

La naturaleza del hombre es ahora una deformación (malformación), pues ya no ama aquello que es santo, y ha perdido la verdadera meta de sus esfuerzos culturales. Por lo tanto no podemos y no debemos hablar de los esfuerzos terrenales del hombre como culturales. Es mejor decir que ahora el hombre está produciendo una cultura impía, que ha apostatado en su empeño cultural.

calvinista, Henry Van TilCapítulo VI. Agustín: El filósofo de la antítesis espiritual y de la transformación cultural.

Aurelio Agustín (354-430 d.C.) Obispo de Hipona, quien por medio de la conversión fue cambiado de un maestro Romano de la retórica a un presbítero y predicar cristiano, es en sí mismo el ejemplo clásico de transformación cultural a través del poder del Evangelio de Cristo. Agustín cree que los logros del empeño cultural del hombre deben estar saturados y transformados por principios Cristianos para que desarrollemos una verdadera cultura, que tema y glorifique a Dios en lugar de la cultura del mundo, que es corrupta y desafía a Dios. Había un gran conflicto entre el Cristianismo y el Paganismo. Los Padres Griegos, Orígenes y Clemente de Alejandría, fueron influenciados e impulsados por entusiasmo por la cultura clásica. Pero Dios en su providencia llamó a Agustín del paganismo para defender la fe, por el corazón consagrado y espíritu genial de este gigante intelectual. Agustín era un filósofo cultural de primera categoría, repudió la noción de que el Neoplatonismo y el Cristianismo son compatibles. Consideraba erróneo colocar la razón por encima de las Escritura como fuente de autoridad. Agustín hizo de la religión el elemento decisivo para toda la existencia del hombre, no como una cosa aparte. No hay antítesis entre la fe y la razón en Agustín, sino que la razón es el instrumento santificado y la sierva de la fe, nunca es una entidad autónoma usurpando la autoridad de la Escritura. Así Agustín desafió a la tradición clásica de que la razón es objetiva y capaz de captar la verdad separada de la fe.

Capítulo VII. Juan Calvino: El Teólogo cultural y Reformador de la vida total.

(1509-64) Fue un Reformador de segunda generación, edificado sobre el fundamento establecido por Lutero y Zwinglio. Calvino no solamente hizo una contribución original a la teología, sino también al ámbito de la cultura. De un buscador de sí mismo se convirtió en un buscador del honor de Dios y de la edificación de la iglesia. Se volvió profundamente consciente de un llamado dual, a decir, al ministerio del Evangelio y el rol de reformador. La publicación de su obra más importante, La Institución de la Religión Cristiana la hizo en Basilea en 1536, mientras vivía en el exilio. Su obra se convirtió en un manifiesto al mundo de la fe Protestante. Calvino ha sido reconocido por la inmensa mayoría como el organizador sistemático de la teología Protestante. Él marcó una época en la historia de la doctrina de la Trinidad por su insistencia en la auto-existencia como un atributo propio del Hijo y del Espíritu, lo mismo que del Padre. Creó la disciplina total de la ética Cristiana. Pero por sobre todo, le dio  a la Iglesia la doctrina completa de la Obra del Espíritu Santo, concebida profundamente y elaborada con todo detalle, con sus provechosas distinciones de gracia común y gracia eficaz. Por este trabajo se le puede asignar un lugar al lado de Agustín y Anselmo, y Lutero, como el Teólogo del Espíritu Santo, siendo ellos respectivamente el Teólogo de la Gracia, de La Expiación y de la Justificación. Calvino está seguro que Dios lo había llamado para reformar la iglesia de aquellos oscuros días.

Capítulo VIII. Abraham Kuyper: El Teólogo de la Gracia Común y del reinado de Cristo.

(1837-1920) Kuyper no solamente buscó dar contenido a la definición de cultura sobre un fundamento Calvinista, sino que su vida total fue una gran demostración de la idea. Aunque era un fiel seguidor de Calvino, él decía que era simplemente un copista de Calvino. Su trabajo fue llamado Neo-Calvinista por trabajar basándose en el espíritu de Calvino. Kuyper es famoso por su exposición de la gracia común, según él, el mundo, debido al pecado, hubiese sido destruido si la gracia común de Dios no hubiera intervenido. Como tal la gracia común es el fundamento de la cultura. Es a través de la acción de la gracia común de Dios el poder del pecado y sus venenosos resultados son frenados y restringidos. Fue mediante la gracia común que el mundo permaneció, pero había gente en él que iba a ser renacida por el Espíritu. Pero la gracia común también produjo las condiciones necesarias para que el Espíritu pudiera emprender su desafío misionero. Kuyper siempre coloca la gracia común bajo la influencia del reinado de Cristo. Para él es el entorno para la actividad cultural en la que participan los regenerados. Capítulo IX. Schilder: Cristo, la Clave de la cultura. Klaas Schilder (1890-1952) es el más grande teólogo cultural en los círculos Reformados desde los días de Kuyper. El trabajo principal de Schilder se debe a difiere de Kuyper sobre la doctrina de la gracia común y la sustituye con la doctrina del mandato común. Además le considera el más grande apologista entre los Calvinistas Holandeses en contra de toda desviación de la teología Reformada. Para Schilder la base de la cultura es Cristo, pues sostiene que Cristo permanece en el centro de la historia.

Para él, en el Cristo de Calcedonia, quien estaba unido, pero no mezclado con la humanidad, se halla concentrada la esencia de una visión Cristiana de la historia y del cielo. Para Schilder el hombre se ha enamorado de sí mismos y de las herramientas de la cultura, amando más el medio en lugar del fin. Para él la existencia de la cultura como tal en un mundo pecaminoso no debiese atribuirse a la gracia común en la operación común del Espíritu. Schilder razona, que debemos ver el mundo como un instrumento de la glorificación de Dios, que el ´producir son parte del proceso de la historia, y la cultura es la presuposición de todas las obras de Dios.

Capítulo X: La Autoridad de la Escritura en la Cultura Calvinista.

La cultura, como hemos visto, es la expresión de la religión de un pueblo en la conquista de la naturaleza y en el cumplimiento de su llamado en la tierra. ¿Cómo podría el hombre, quien es finito, conocer el propósito de su existencia sin la revelación del Creador?, es por esto que la Iglesia a lo largo de la historia ha aceptado la Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento como la Palabra del Dios viviente. El Calvinista sostiene que la Palabra de Dios tiene la autoridad final y absoluta, y que es clara y suficiente en todo lo relacionado a la fe y a la conducta. El Calvinista, por otra parte, no toma la visión estrecha de que la Escritura meramente revela el camino para la salvación del pecado. Para él la Biblia es también su libro fuente como una criatura cultural. Entonces, la Palabra de Dios no es meramente un correctivo, sino que es regulativa; sus principios básicos se deben convertir en elementos constitutivos en una filosofía cultural Calvinista. En la relación pactal que llamamos religión, el hombre ha recibido un mandato cultural. Este nunca fue abrogado o abolido. Entonces, que nadie suponga que el Calvinista quiere usar la Biblia como un libro de texto para la ciencia, el arte, la política o alguna otra faceta de la cultura diversificada del hombre.

Capítulo XI. La Motivación de la fe en la Cultura Calvinista.

Para un concepto apropiado del concepto Calvinista de la cultura, debemos considerar ahora el rol de la fe. Hay dos caminos para encontrar a Dios, el de la razón empleado por los Griegos, y está el camino de la fe que encontramos en las sagradas Escrituras. El Cristianismo, sobre la base de la autoridad bíblica, sostiene que el hombre no puede venir a Dios sin fe (Heb 11:7). Calvino sostuvo que el hombre no puede llegar al conocimiento de Dios como creador (teología natural) sin la luz de las Escrituras.

Partiendo de que el hombre es un ser religioso, no puede vivir excepto por fe. Por lo tanto, colocar la fe en oposición a la razón constituye una falsa antítesis, pues ambas, la fe y la función analítica, la cual llamaremos razón, son aspectos del hombre como criatura. Todos los hombres funcionan analíticamente (razón), y todos los hombres funcionan písticamente (en fe). En este sentido la neutralidad es prácticamente imposible; no existe. Todo hombre, como agente cultural, sea un filósofo o un artista, un agricultor o un arquitecto, vive por fe,

Capítulo XII. La Cultura Calvinista y la Antítesis.

Como resultado de la presuposición de la fe, existe ahora una división en la humanidad. Esto es llamado en los círculos Calvinistas la antítesis. Según el Existencialismo la antítesis es vertical, esto es, entre Dios y el hombre como criatura. El hombre como criatura es colocada bajo el juicio de Dios. Los Calvinistas rechazan esta interpretación que niega la revelación de la Escritura.. El juicio de Dios, de acuerdo a la Escritura, es contra el hombre como pecador, pues su ira se rebela contra toda injusticia, y su castigo cae sobre la raza humana a causa del pecado.

La doctrina de la antítesis sostiene que todos los están en Cristo, el segundo Adán, están vivos para con Dios y por tanto son llamados a la batalla espiritual de la cual habla la Biblia. Pero la doctrina de la antítesis correctamente interpretada sostiene una dualidad en la cultura que corresponde a la dualidad de la raza – una cultura creyente y una cultura apóstata, pues no hay posibilidad de reconciliación entre Belial y Cristo. Por lo tanto, aquellos que sostienen la doctrina de la antítesis en la cultura no niegan la unidad de la raza en Adán. Sino que confiesan que en el segundo Adán ha sido establecida una relación que desplaza a  la primera, de manera que aquellos que reciben a Cristo tienen el privilegio de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).

Capítulo XIII. El Calvinismo y el Mundo.

Una de las metas del autor al escribir este libro es delinear la posición del Cristiano como criatura cultural en relación con el mundo. Por tanto el hombre como criatura de Dios y conquistador del mundo permanece por siempre entre estos dos polos: Dios y el universo, Cristo y el mundo. Por lo tanto, es imperativo que la enseñanza bíblica con respecto al “mundo” sea examinada algo más en detalle, con el propósito de llegar a una claridad de concepción en la materia. Entonces, en primer lugar, el mundo es presentado en la Escritura como un ornamento, moldeado por el Artista divino en el acto de la creación para su propio deleite. No obstante, muchos “Cristianos” parecen tan poco conscientes de su herencia celestial, y se han destetado tan poco de las coas de la tierra, que aceptan implícitamente el patrón y los estándares del mundo. Pues el Cristiano tiene nuevas percepciones, ´puesto que ha renunciado a las obras ocultas de las tinieblas y a la sabiduría de este mundo por la locura de la cruz de Cristo y el del mundo. Puesto que el creyente está siendo progresivamente transformado a la imagen de Cristo, es imperativo que su cultura refleje esta metamorfosis.

Capítulo XIV. La Cultura Calvinista y el Reinado Mediador de Cristo.

La cultura recibe su significado del significado de la historia. Si la historia es un ciclo sin significado en el que el hombre no trasciende las exigencias del tiempo y el espacio, entonces, también la cultura, se torna sin significado. El Cristianismo histórico, al cual se adhiere el Calvinismo, cree que Cristo permanece en el centro de la historia. Cristo da significado a todo el pasado puesto que es la preparación para su venida en la carne, y domina el futuro entero hasta el fin del tiempo, su segunda venida. Por lo tanto, la formulación Cristo y Cultura, es no solamente legítima sino la única descripción apropiada del problema. Pues Cristo es el Señor de la historia, aquel en quien y a través de quien la cultura humana recibe su significado. En su oficio como Mediador, Cristo es el Reconciliador del mundo, el primer principio (arché) y Logos de la historia, la clave da la Cultura. Cristo es la cabeza espiritual sobre su pueblo, a quienes redime y santifica, para que ellos, por medio de su Espíritu le reconozcan voluntariamente como su Señor. Pero en su misma raíz el Calvinismo sostiene que los hombres están aquí para la gloria de Dios, quien le ha consignado toda autoridad al Hijo, por medio de quien gobierna todas las cosas, ha dado dirección para nuestra vida en lo que respecta al amor y a nuestra vida económica, y para los aspectos jurídicos, sociales, biológicos y físicos de la existencia de cada día. Cristo, el legislador de Sión.

Capítulo XV. La Cultura Calvinista y el Llamado Cristiano.

Para los griegos en el período clásico, consideraban el trabajo degradante y apropiado para los esclavos. Agustín no se libró de este pensamiento pagano y en la Edad Media fue perpetuado en la estructura de clases feudal de la sociedad. Sobre esta base se halla una razón materialista para la necesidad de trabajar, a saber, para comer. El hombre no come para vivir, sino que vive para comer y consumir, y trabaja para cumplir sus deseos en el ámbito de los apetitos animales y del deseo de la carne. Todo esto fue cambiado por la Reforma Protestante. Lutero y Calvino proclamaron la libertad del hombre común como uno que tenía un oficio de parte de Dios. No era solamente el sacerdote quien tenía un llamado santo sino que todo hombre se hallaba ante la presencia de Dios. Baste con entender que la vocación a la que el Señor nos ha llamado es como un principio y fundamento para gobernarnos bien en todas las cosas y que quien no se somete a ellas jamás atinará con el recto camino para cumplir con su deber como debe” Pues el servicio a Dios no consiste en refugiarse en un claustro, sino que consiste en cultivar el campo, desarrollar la tierra, ser fructífero y tener dominio sobre ella. Dios llamó al hombre, su criatura cultural y colaborador.

Capítulo XVI. La Cultura Calvinista y la Gracia Común.

Los términos “cultura” y “gracia común” han asumido una relación muy cercana en círculos Reformados. Al menos dos generaciones de Calvinistas han estado sujetas al dictado de Kuyper de que la gracia común es el fundamento de la cultura. Una opinión contraria es planteada por el Dr. K. Schilder, quien prácticamente nulifica la influencia de la gracia común como un poder culturalmente creativo. Más bien atribuirá el desarrollo de la cultura a la providencia de Dios. Como tal ésta forma el trasfondo para la realización del decreto de Dios con respecto al elegido y al reprobado. Hay dos extremos que debieran evitarse, a saber, la visión de Kuyper de que la gracia común es el fundamento de la cultura y de la historia, y la concepción de R. Shilder, que niega del todo la relevancia de la gracia común para la empresa cultural. Podemos decir que gracia común es igual a providencia, aunque no como gracia, sino como misericordia. De esta manera Dios, con su providencia refrena la perversidad de nuestra naturaleza para que no se desmande, pero no la purifica por dentro. Calvino, entonces, claramente considera la restricción del pecado y los dones especiales  por encima de otros como una evidencia de una gracia por parte de Dios, Por lo tanto el pecado es refrenado por la providencia de Dios no por la gracia común.

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