Curso Completo de Profecía II – Parte 17/17

Asignatura: «Profecía II» (curso completo).

Colegio Bautista de Teología de El Salvador.

Año académico: Ciclo I – 2014

OTROS JUICIOS:

1º  EL JUICIO DE LOS ANGELES CAIDOS

Simultáneamente al castigo dado a Satanás, se emite el juicio a los ángeles caídos. Este juicio lo menciona Judas 6 y 2ª  Pe. 2: 4. Y se ejecutará por el hecho de que estos ángeles siguieron a Satanás en su rebelión contra Dios (Is. 14:12-17). Este juicio será poco antes del juicio del Gran Trono Blanco.

EL JUICIO DEL GRAN TRONO BLANCO (Ap. 20:11-15)

Este juicio podría llamarse “El juicio final” y constituye la terminación del programa de Resurrección y de juicio de Dios (Ap. 20:10). Este juicio se desarrollará cuando finalice el Milenio, y únicamente para los impíos e incrédulos muertos desde Caín, hasta el último que muera por mano del Señor Jesucristo en su 2ª  Venida. Se debe recordar que Cristo matará a todos los malos e incrédulos antes del Milenio.

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Cuando se haya destruido la rebelión de Satanás será el momento del juicio final, Únicamente para los inconversos muertos que no formaron parte de la Primera Resurrección. Este juicio tendrá lugar en el Gran Trono Blanco, donde con gloría y majestad Dios Juzga con toda justicia y santidad.

Delante de Él “huyeron la tierra y el cielo”. Eso significa que el Gran Trono Blanco está situado en algún lugar del espacio infinito y fuera de la historia humana.

La tierra y el cielo presentes serán destruidos sobrenaturalmente (2 Pe. 3:10) y serán reemplazados por el cielo nuevo y la nueva tierra”. La antigua creación desaparecerá.

Apo. 20:12 dice que “los muertos, grandes y pequeños” comparecerán ante el trono sin distinción de clases sociales. Aquí resucitan todos los incrédulos, esta es la segunda resurrección. Los incrédulos de los días del Antiguo Testamento, los de la Era de la Iglesia, los del período de la tribulación y los que sigan  a Satanás en el Milenio, estarán allí cuando sean abiertos los libros.

Están de pie porque han de escuchar en breve el veredicto divino. “Y los libros fueron abiertos». Estos libros contienen los registros de las obras de quienes están allí para ser juzgados.

El libo de la vida contiene los nombres de todos los que hemos puesto la fe en el Mesías. El libro de la ida es abierto porque los que están de pie delante del trono deben saber que sus nombres no están inscritos en dicho libro.

Los libros de las obras fueron abiertos’ para que cada uno reciba el grado de condenación que se merece.

Nadie escapará, porque “el mar, la muerte y el hades entregarán sus muertos”. Serán echados en el lago de fuego, donde ya han sido lanzados Satanás, el Anticristo y el Falso Profeta. Esto es lo que se conoce como la muerte segunda. Dios es completamente justo y Santo. Nadie recibirá nada menos ni más de lo que merece, porque sólo Dios puede juzgar justamente.

CIELO NUEVO Y TIERRA NUEVA (Ap. 21:1-8)

Así como Dios creó ¡os actuales cielo y tierra, para que fueran escenario de su despliegue teocrático,- así creará pies los cielos y tierra nuevos para que sean escenario del reino eterno teocrático de Dios.

Después del juicio del gran trono blanco y de la destrucción del primer cielo y la primera tierra, Juan escribe en:

Apocalipsis 21:11: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”.

El cielo nuevo no se describe, y todo lo que se dice acerca de la nueva tierra es “el mar no existía ya más” (Ap. 21:1).

De las ruinas de los cielos y la tierra viejas, Dios creará un nuevo mundo eterno libre del mal, libre del engaño, libre de todas las cosas perjudiciales y debilitantes que han estropeado 1a tierra desde el pecado de Adán.

La tierra tal como la conocemos no permanecerá para siempre, pero luego del gran juicio de Dios, Él creará una nueva tierra (Rom. 8:18-21; 2 Pe. 3:7-13). También Dios le había prometido a Isaías que crearía una tierra nueva y eterna (Is. 65:17; 66:22). El cielo y la tierra serán unidos. Dios y los seres humanos vivirán juntos, según Ap. 21:3. La Jerusalén celestial será entonces una morada común de Dios y los hombres.

El extraño silencio de las Escrituras sobre la apariencia de la tierra nueva y del cielo nuevo no se explica en ninguna parte. En cambio nuestra atención es dirigida hacia la ciudad santa, la nueva Jerusalén.

LA NUEVA JERUSALÉN (Ap. 21:9 al 22:5)

El capítulo 21 de Apocalipsis es una descripción imponente de la nueva ciudad de Dios. La visión es simbólica y nos muestra que nuestro nuevo hogar con Dios está más allá de toda descripción. Las medidas de la ciudad simbolizan un lugar que albergará a iodo el pueblo de Dios. Expresadas en codos, estas medidas son múltiplos de doce. Doce es el número para el pueblo de Dios: hubo doce tribus en Israel y doce apóstoles que dieron comienzo a la Iglesia. El muro tiene un espesor de 144 (12 x 12) codos (64 m), hay 12 capas en el muro, y doce puertas en la ciudad: y la altura, longitud y anchura son todas las mismas: 12,000 estadios (2,200 km).

La nueva Jerusalén es un cubo perfecto, la misma forma del Lugar Santísimo en el templo (1 Re. 6:20). Estas medidas revelan que este nuevo hogar será perfecto para nosotros.

La descripción del muro hecho de joyas muestra que la nueva Jerusalén será un lugar de pureza y durabilidad y perdurará por siempre.

En apocalipsis se ve a la nueva Jerusalén descendiendo del cielo y ciertamente con el destino de posarse sobre la nueva tierra.

Juan, además, describe la ciudad como “una esposa ataviada para su marido”. Sin embargo como lo muestran revelaciones posteriores, la nueva Jerusalén incluye santos de todas las dispensaciones, y es, por lo tanto, preferible considerar ésta como una frase descriptiva y no como una referencia típica.

Según esta descripción los habitantes de la ciudad son santos de todas las dispensaciones. No solamente Israel y los gentiles se mencionan, sino también los doce apóstoles que representan la iglesia. Esto está en conformidad con la descripción de Hebreos 12:22-24, que enumera a los habitantes de la nueva Jerusalén y a Jesús como el mediador del nuevo pacto.

En 2 Pe. 3.13 se nace otra predicción de nuevos cielos y nueva tierra, caracterizados como lugares donde morará la justicia. En consecuencia, se puede concluir que a través de las Escrituras se consideran el dalo nuevo y la tierra nueva como la meta final de la historia y como el lugar final de reposo de los santos.

Habiendo introducido el nuevo cielo y la tierra nueva y la nueva Jerusalén, Juan procede a describir sus características principales en Ap. 21:3-8.

Según Apocalipsis 21-22, la ciudad también es notable por lo que no hay allí. En nuestro hogar celestial no habrá:

Mar (21:1)                  Sol (21:23)

Llanto (21:4)             Luna (21:23)

Muerte (21:4)            Inmundicia (21:27)

Dolor (21:4)               Mentira (21:27)

Clamor (21:4)           Maldición (22:3)

Templo (21:22)         Noche (22:5)

En su visión, Juan en Apocalipsis vio la ciudad santa que descendía del cielo, cuya descripción es la siguiente:

  • Tan hermosa como una esposa ataviada para su marido (21:2)
  • El lugar donde mora Dios con los hombres (21:3)
  • Es de un tamaño inmenso (21:16)
  • Tiene un fundamento de piedras preciosas (21:19-20)
  • Con un muro de jaspe de 216 pies (72 mts.) de altura (21:17-18)
  • Con doce puertas de perlas siempre abiertas (21:21,25)
  • Con edificios y calles de oro (21:18,21)
  • Iluminada con la gloria de Dios (21:11,23)
  • Con un rio de cristal (22:1)
  • Es el centro de adoración, Dios mismo es el templo (21:22)
  • Sus habitantes son la iglesia, Israel y los gentiles salvos (21:24-27)
  • Provisión abundante y directa (22:1-5)

Es un lugar maravilloso, no habrá noche porque nuestro hogar celestial estará iluminado con la gloria de Dios, y el Cordero será su luz (21:23; 22:5). No habrá templo porque Cristo mismo será el templo (21:22). Allí reinaremos por siempre (22:5). Veremos el rostro de usos y llevaremos su nombre en nuestras frentes (22:4).

Tendremos acceso al árbol de la vida eternamente (22:2,14).

Continuando la descripción de la nueva Jerusalén, Juan habla de un “rio limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero” (Ap. 22:1). El árbol de la vida que da doce tipos de frutos, está en medio de la calle de la ciudad y cada lado del río proveyendo sanidad para las naciones (Ap. 22:2).

Se pregunta por qué es necesaria la sanidad de las naciones si ésta es una descripción del estado eterno. La dificultad se resuelve si se acepta la traducción ‘‘para la salud de las naciones”. Puede ser que el fruto del árbol de la vida y el agua de la vida sean la explicación de la existencia sin fin que los cuerpos de los santos tendrán en la eternidad.

Continuando la descripción de la ciudad, Juan dice: “Y no habrá más maldición: y el trono de Dios del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán”. El estado bendito de ellos consistirá en que podrán ver a Dios cara a cara y llevarán su nombre en sus frentes. Juan, repite el hecho, de que la nueva, ciudad, será resplandeciente y no necesitará luz artificial, y concluye con la palabra de Dios: “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”.

Considerado el hecho de que los nuevos cielos y la nueva tierra serán la morada eterna de los santos, es notable que haya pocas descripciones de ellos en Escritura.

Es cierto que la Biblia tiene el propósito principal de darnos luz para nuestro actual sendero diario. Al mismo tiempo se nos da un vistazo suficiente de la gloria venidera, a fin de animarnos a avanzar en nuestra vida de fe. Sin lugar a dudas, hay mucho más que se tíos puede revelar que el breve vistazo que se nos ha concedido en los capítulos finales del libro de Apocalipsis.

CONCLUSIÓN (Ap. 22:6-21)

La Biblia finaliza con la promesa de Jesucristo de que viene pronto. Esa es la esperanza segura y la gozosa expectativa de los creyentes.

La Biblia empieza con la historia majestuosa de su creación del universo y concluye con su creación de un cielo y tierra nuevos. Esta es una esperanza maravillosa y es aliento para el creyente.

La Biblia registra los inicios del mundo y su fin. La historia de la humanidad, desde su comienzo hasta su fin, desde su caída en el pecado hasta la redención de Cristo y la victoria final de Dios sobre el maligno, todo eso se halla en las páginas de la Biblia.

«Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecha árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la gran ciudad”.

Cuando pensamos en las maravillas del hogar que nos espera, donde el Señor mismo morará con nosotros, no pódenos más que decir junto a Juan: Si, ven Señor Jesús”.

GRACIAS, DIOS, POR HABER PERMITIDO ESTUDIAR LOS EVENTOS PROFÉTICOS… AYÚDANOS A TRANSMITIR ESTE CONOCIMIENTO A NUESTRAS CONGREGACIONES…

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