¿Dinero para Compartir? – Meditación

Una de las maneras más enérgicas de demostrar el carácter supranacional de la Iglesia Cristiana es las aman­tes contribuciones que los miembros hacen para los her­manos cristianos en otras partes del mundo. Siempre que hay alguna calamidad, los cristianos están entre los pri­meros en dar ayuda. Guatemala, Haití, Bangladesh, Etio­pía, Polonia, Uganda: en todos estos lugares cristianos de otros países han puesto su dinero respaldando su mensa­je de amor. Es imposible pasar por alto las necesidades humanas si se es cristiano. «Si alguien tiene bienes de este mundo», dice San Juan, «y ve a su hermano padeciendo necesidad, pero cierra contra él su corazón, ¿cómo per­manece el amor de Dios en él?» Tampoco es necesario dejar la obra cristiana de socorro a agencias oficiales como Compasión Internacional, el Fondo TEAR y Ayuda Cristiana. La iglesia donde yo servía en Oxford envió a tres de sus miembros a predicar y enseñar en Uganda; y salieron con muchos cientos de miles de pesetas en provisiones y otras necesidades, todo ello financiado por los miembros de la congregación. En otra ocasión, una señora soltera con un salario fijo se sintió tan abrumada ante la magnitud de la necesidad en Polonia que movi­lizó ayuda en toda la ciudad de Oxford, guardó las provisiones en el edificio de la iglesia, y luego dirigió por sí misma un convoy a Polonia. El dinero y las posesiones son para compartir.

Jesús tenía un interés especial para los pobres y nece­sitados. Dijo a sus seguidores que cuando suplían las necesidades de los enfermos y de los pobres, de los recha­zados y de los presos, en un sentido muy real estaban ministrándole a él. Los discípulos se tomaron esto muy en serio. La ocupación de los primeros judíos cristianos en Jerusalén en predicar a Jesús como el Mesías no les impidió organizar la ayuda para las viudas y los huérfanos. La intensa y extensa actividad misionera de los primeros gentiles cristianos en Antioquía no les impidió recoger fondos para aliviar el hambre de sus empobrecidos hermanos en Jerusalén, a cientos de kilómetros de distancia.

compartir, dinero

Es interesante y significativo que los escritores del Nuevo Testamento emplean la misma palabra, koinonia, tanto para «comunión» como para «contribución finan­ciera». ¡Ambas cosas no carecen de relación! Uno de los ejemplos más conmovedores que he conocido de cristia­nos dando para expresar comunión fue en África Occi­dental. Había una guerra civil en Nigeria, y los cristianos a ambos lados mostraron un amor que trascendía a las lealtades tribales y a los sentimientos particularmente acerbos que suscita un conflicto civil. En el momento en que cesaron las hostilidades, los cristianos fueron los primeros en sus generosas aportaciones y en la recepción de ayuda financiera. Su nacionalismo les decía: «Odia al otro bando y muestra este odio luchando.» Su cristianis­mo les decía: «Ama al otro lado y muestra tu amor dan­do.» Su cristianismo prevaleció sobre su nacionalismo. Habían recibido gratuitamente de Cristo; y dieron gra­tuitamente. Esto es lo que Jesús haría, ¿no es verdad?

¿Te gustaría anunciar tu empresa aquí? Leer más

¿Qué opinas? Únete a la Discusión