Una Ética Centrada en Cristo – Meditación

Es una gran misericordia que la actitud básica es en realidad enormemente sencilla. Sencilla, pero difícil. Lo mismo que siempre, encontrarás tu ejemplo en Jesús. La suprema ambición de su vida era agradar a su Padre celestial. ¿Se trataba de la cuestión del tiempo oportuno para su programa? Esperaba hasta estar seguro que había llegado la «hora» del Padre. ¿Se trataba de la cuestión fundamental de la manera de su muerte? «No se haga mi voluntad, sino la tuya.»

«Cristo no se agradó a sí mismo», dijo Pablo, con una declaración magistralmente corta. La implicación para los cristianos es tan evidente que difícilmente precisa ser explicada. Nuestro objetivo no debería ser agradarnos a nosotros mismos, sino a él. Es como el general que nos ha reclutado para su ejército. «Como soldado de Cristo, no te dejes distraer por las cuestiones de este mundo, porque entonces no podrás complacer a quién te ha tomado por soldado», dijo Pablo.

Cuando tengas alguna duda acerca de si una acción es correcta o no, «no pode­mos simplemente seguir adelante y complacernos a no­sotros mismos. Complazcamos a la otra persona, no a nosotros mismos, y hagamos lo que es para su bien, edificándole así en el Señor». El tema que Pablo está tratando en aquel capítulo en concreto es si los cristianos deberían abstenerse de carne. Pero su principio es fun­damental: deberíamos agradar a Cristo y actuar respon­sablemente como sus agentes en la sociedad.

paisaje, etica cristiana, cristo, lago, cielo

¡Y esto es en realidad todo lo que hemos de conocer acerca de la ética cristiana! Porque no estamos encade­nados a un código de conducta, sino que somos respon­sables a una persona, a Jesucristo mismo. Nuestra moti­vación no es la resignación del deber, sino la gratitud de aquellos que han sido liberados.

¿Cómo ora Pablo por los cristianos en Colosas, a los que nunca ha visto? Creo que oraría por nosotros precisamente en los mismos térmi­nos, y no podría mejorarse. «Desde que oímos de voso­tros por primera vez hemos seguido orando y pidiendo a Dios que os ayude a comprender lo que quiere que hagáis; oramos para que la forma en que vivís sea siem­pre grata al Señor y para su honra, para que estéis ha­ciendo lo que es bueno, actuando para bien de otras personas y al mismo tiempo creciendo en el conocimien­to de Dios.»

Ahí tienes en esencia la revolución que subyace a toda conducta verdaderamente cristiana. Mi principal ambi­ción no es ya agradarme a mí mismo, sino agradarle a él. Antes mi rey era el placer. Ahora es Jesús.

Sólo piensa un momento lo que esto implica.

¿Te gustaría anunciar tu empresa aquí? Leer más

¿Qué opinas? Únete a la Discusión